Mostrando entradas con la etiqueta Trabajo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Trabajo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 7 de octubre de 2015

He vuelto a trabajar

Dentro de que no creo en la conciliación perfecta ni creeré hasta que no exista la clonación como opción vital, parece que la cosa va funcionando razonablemente bien. Yo vivo mucho peor, eso también. Cuando estoy en la oficina no me encargo de mi familia y cuando estoy con mi familia no me encargo de mi trabajo. Lo normal. Lo que viene siendo la conciliación realista, porque cuando estás en un sitio no puedes estar en otro a la vez.

Dicho esto, algunas cosillas sobre mi vuelta...
... Me levanto entre treinta minutos y una hora antes de lo habitual en los últimos meses, pero pesa como si lo hiciera tres horas antes.
Salgo de casa corriendo sin haber visto a mis hijos a los que dejo durmiendo. Bueno, en realidad el primer día se despertó el Niño que salió a despedirme con los ojos pegados para decirme:
- Mamá, no llores, ¿eh?
- ¡Por quién me tomas hijo!, por supuesto que no voy a llorar - contesté muy seria mientras por dentro hacía buaaaaaaaa -.

El primer día de oficina me esperaban en rojo dos mil novecientos siete emails sin leer. Se dice pronto. Mira que activé el ausente de oficina y todo el que tenía relación laboral conmigo sabía que estaba de baja maternal y excedencia. Aún así, dos mil novecientos siete emails recibidos durante mi ausencia.

También ese primer día de vuelta al curro me esperaban muchas frases hechas y comentarios absurdos sobre la bondad de volver a trabajar. Sobre si es bueno para la madre no entro porque es cuestión de gustos. Y ya se sabe que para gustos los colores. Para mi no es bueno, pero para muchas mujeres sí lo será. Varias compañeras me contaban que ellas estaban deseando volver para tener una obligación diaria, arreglarse, tratar con adultos, etc. Yo no necesito una obligación laboral para salir y relacionarme, pero entiendo que haya otras personas que sí lo necesiten. Lo que ni entiendo ni comparto, es un comentario de una jefa de la empresa (aclaro que no es mi jefa), que atentos a la vuelta de tuerca que plantea:
- blablablabla... y también es bueno para la bebé que vuelvas a trabajar
- ¿para la bebé? ¿en qué es bueno para ella que yo no me ocupe de ella cuando lo hago con gusto? - entendería que no sería bueno para ella si yo lo hiciera amargada -
- pues porque así la bebé ya percibe que tú tienes otras obligaciones y que eres una mujer productiva.

TOCATE LOS WEBS... Para niños de cierta edad entiendo que haya personas que vean un efecto educacional positivo en que la madre trabaje fuera de casa. Aún así es opinable, pero lo puedo entender. Sin embargo, un bebé de nueve meses no entra en este tipo de razonamientos, es todo mucho más primario. Quiere el consuelo y el cuidado que le da una madre/padre/persona_cercana, y es incapaz de entender lo educativo (o no) que tenga que esa persona trabaje fuera de casa. Mi madre estuvo diez años de excedencia cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, y luego volvió a recuperar su puesto de profesora con oposición. No recuerdo que fuera más educativo para mi la segunda parte que la primera. También me parece un mensaje muy positivo tener una madre siempre disponible, que se encarga de mil cosas de la casa y de la familia. Pero bueno, como decía, ese aspecto educativo lo veo totalmente subjetivo y opinable y puedo entender las dos posturas.

En cualquier caso, volviendo al relato de mi vuelta al trabajo: ahora paso horas sentada frente al ordenador recluida en una oficina y privada de mi libertad. Suena exagerado pero para mí es exactamente lo que ocurre. Estamos tan acostumbrados a que eso sea lo normal que no le ponemos nombre. Yo ya no decido a qué hora desayuno, si salgo a dar un paseo, a qué hora llamo por teléfono a mi madre y con quién me siento. Me siento dónde y con quién me dice la empresa, tomo un café rápido en los veinte minutos estipulados y no hago llamadas personales (por cierto, es lo peor tener una compañera que no entienda esa norma).

Con todo y con eso, tengo suerte, mis compañeros son majetes, el trabajo es ameno y vuelvo a tener nómina, que realmente es lo único que he echado de menos de trabajar. Bendita nómina.

La pequeña me recibió el primer día con unas emociones que me hacen pensar que me daba por perdida. Tras casi diez meses cosidas a pespunte, al pasar siete horas y media sin mi, debió pensar que algo grave me había ocurrido. Según M pasó más de la mitad de la mañana durmiendo y cuando despertó estuvo jugando tranquila. Así sería, porque ella es muy una bebé práctica y primero intentaría solucionarlo durmiendo y luego se resignaría a que yo no estaba. Pero cuando me vio no lanzó fuegos artificiales porque no tenía a mano. Hizo palmitas, gritos de emoción, me chupó y me mordió. Fiesta loca.

En fin, que todos mis males sean volver a trabajar tras una excedencia muy bien disfrutada.

A pesar de alguna nota dramática que no he podido evitar volcar en esta entrada, no me está costando tanto como me costó con mi hija mayor, a la que dejé en guardería con cuatro meses, ni como con el segundo. Duele, pero no tanto como dolió. Se ve que la experiencia también cuenta para estos casos. Me quedo con la duda de cómo sería la vuelta al trabajo con un cuarto hijo.

(***) Edito la entrada porque veo por los comentarios que me he debido de explicar muy mal con lo del cuarto hijo. No me lo planteo como algo factible, sino que como bien se explica en este video que me dejó el otro día Sugus: http://www.alaya.es/2015/10/02/educar-con-humor-carles-capdevilla/
 con los hijos todo es relativo. Con el primero esterilizas el chupete a cada rato, con el último casi que ni lo lavas (exagerando). Con mi hija mayor mi vuelta al trabajo fue un drama nivel máximo y con la tercera está siendo algo bastante llevadero. ¿Con el cuarto hijo sería todavía más fácil?, con la duda me quedo.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Cómo cambia la vida cuando menos te lo esperas

Hoy la pequeña está durmiendo más de lo normal. Yo me levanté a desayunar con los mayores antes de que se fueran al cole y volví a la cama pensando que era cuestión de minutos que se despertara la Bella Durmiente, pero no, ahí sigue plácidamente. Y a mi me ha dado por pensar en lo mucho que ha cambiado mi vida en el último año y medio.

Hace un poco más de año y medio no pensaba tener un tercer hijo, ni estar de excedencia tras la baja maternal. A estas horas llevaría hora y media trabajando, habría dormido mal, con un sueño ligero por la falta de cansancio físico y el agotamiento mental, me habría echado a la calle sin desayunar a subirme en el metro para llegar a fichar a tiempo a las ocho de la mañana.

Ahora tengo a mi hija mayor empezando la ESO, yendo a entrenar a baloncesto tres tardes a la semana, volviendo del cole sola a casa porque tiene horarios bastante incompatibles con el Niño que sigue en primaria y con la bebé.

Hace año y medio me sentía en mucha peor forma física que ahora. A pesar del embarazo, parto, lactancia y crianza, me siento mucho mejor física y mentalmente de lo que estaba. Cuando no me despierta la bebé duermo profundamente, cosa que hacía tiempo que no me pasaba. Desayuno con hambre, en pijama, sin prisa. Doy dos largos paseos como mínimo al día. Persigo el gateo loco de mi bebé, acompaño a los mayores a comprar material escolar, y por un motivo u otro, me muevo mucho durante todo el día.
Como y ceno antes de que me entre el hambre atroz devorador. Y todo ello ayuda a que me sienta mucho mejor.

Muchas de estas cosas no van a ser posibles cuando vuelva a trabajar en quince días, pero me pregunto si seré capaz de mantener algunos de los buenos hábitos adquiridos. Ahora parece fácil, pero cuando suene el despertador y sienta la prisa mezclada con el sueño en mis venas, no seré capaz de desayunar. Cuando vuelva a casa a las cuatro de la tarde, me resultará difícil no devorar cualquier cosa. El cansancio mental del trabajo intenso no te da la tranquilidad para tomar las mejores decisiones para tu cuerpo.

No me da pereza ni miedo volver al trabajo por el trabajo en sí mismo. Se que en poco tiempo estaré al día porque soy buena trabajando. Y esto no lo digo como una chulería, lo digo porque es así, y tampoco tiene un mérito especial. Primero porque he tenido suerte con el tipo de empresa en el que trabajo y el tipo de jefes que tengo. Segundo porque trabajo de forma muy intensa, muy concentrada en lo que hago. No dejo de sorprenderme la actividad frenética en redes sociales de algunas personas durante su jornada laboral. Ahora que yo estaba en casa he alucinado con algunas personas que no paran de tuitear, de subir fotos a instagram, de comentar en blogs etc. cuando están en la oficina.

Yo cuando estoy en el trabajo estoy atenta al trabajo y lo normal es que eso de buenos resultados.

Así que lo que me da pereza y miedo de volver al trabajo es principalmente dejar a la pequeña al cargo de otra persona, seguido del destrozo físico al que seguramente volveré en cuanto mi biorritmo deje de ser el actual.

Echaré de menos no ver a mi bebé despertarse y darle su desayuno. Y también echaré de menos que hacer recados no sea misión imposible, comer antes de desfallecer, pasear y tener tiempo para mil cosas que antes me parecían inaccesibles.

Iba a terminar la entrada aquí, pero al releerme me he dado cuenta de que no puedo dejar de mencionar que estos últimos diez meses han sido maravillosos en gran parte gracias a que he contado con ayuda en casa. Nada sería tan genial si además de criar tuviera que fregar, planchar y limpiar el polvo. He sido muy afortunada por podérmelo permitir y por tener una pirámide de prioridades en las que prefiero no comer y no cambiar de ropa, pero que alguien me ayude con la casa. Yo me encargo de los niños con gusto incluso cuando están pesados, con mocos y latosos. Pero con las tareas de la casa es otro cantar, así que desde aquí de nuevo mi agradecimiento a M, que no me lee, pero que gracias a ella soy mucho mejor madre de lo que sería si tuviera que hacer yo lo que hace ella.

domingo, 23 de marzo de 2014

Lo mejor de la semana; me quedo con dos

Siguiendo el ejemplo del blog 1piña , que acabo de incorporar a mi lista de lectura, voy a hacer mi selección de los dos mejores momentos de la semana:

1. Gracias a mi falta de memoria visual, cada día disfruto de la "nueva" ubicación de mi oficina. Lo de "nueva" hay que matizarlo, llevo allí desde septiembre, la friolera de 6 meses, pero como decía, ese defecto mío se convierte en una suerte en estos casos. Cada mañana cuando salgo del metro y paseo hasta el edificio en el que trabajo, voy disfrutando del entorno, de los edificios, de las azoteas... Es un gran momento cada mañana, una recompensa por el madrugón.

Fotos: SAMUEL SÁNCHEZ  ( http://www.elpais.com/especial/gran-via/fotos-edificios-emblematicos )






2. Ya ha vuelto marido de sus dos semanas de trabajo en Costa Rica. Se me han hecho eternas, y es una gran alegría tenerle en casa. Aparte de por motivos sentimentales  - que le quiero y esas cosas -, también por motivos prácticos. Esta familia está organizada para que funcione con dos adultos al cargo, y cuando falta uno de los dos se nota mucho. Mola tener en quien delegar, mola mucho.
Aunque mañana vuelve a salir de viaje pero son solo dos días, que eso está chupado para nosotros.

Feliz Domingo

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Demasiada intensidad

¡¡¡¡Ay madreeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!! Qué duro está siendo el cambio de departamento!!!. Tengo que llevar una nómina en el bolsillo para mirarla cada vez que me entra el pánico y necesito recordarme por qué estoy haciendo esto.
Los que me conocéis/leéis sabéis que llevo peleando por el cambio de departamento desde enero. Ha sido por lo tanto algo meditado y muy peleado porque mis jefes no me dejaron irme fácilmente.
He ganado mucho en cierta tranquilidad. En mi anterior departamento llevamos dos años largos de sobresaltos: bajas incentivadas, prejubilaciones, intentos de vendernos a empresas externas que por suerte pasaron de nosotros, etc.
Además sabía dónde me metía.
Y aún así... Oma qué duro es esto...
Mi ex-jefa me llama casi cada día para ver si me he arrepentido y quiero volver, y eso no ayuda.
He pasado de un trabajo que dominaba a uno que desconozco totalmente, pero por lo que veo hay unas expectativas creadas en mi nuevo grupo como de que la ciencia infusa y yo, somos la misma cosa. Vamos, que sin formación específica, sino con un par de charlas super generalistas, de estas que les molan a los jefes iba a ser más que suficiente para que yo estuviera a pleno rendimiento.
He cambiado varias veces de trabajo en los 17 años que llevo en el mundo laboral, así que no es que tenga de natural una resistencia al cambio, más bien al contrario, me motivan los cambios. Peeerooo, ¡¡me duelen los ojos de mirar números en una pantalla negra!!! ¡¡¡ trabajar en host versus entorno windows!!! con números que no me dicen nada... es como la cocina, que no me habla... Me dicen: cuadra la cartera, si el precio de mercado ha sido coherente. Y yo: ¿y que es un precio coherente??, por dios, me faltan muchos datos para que mire un de esos horribles listados que me pasan y yo sepa ver descuadres...

Desde luego esto es un castigo divino en toda regla. Y a la vez, me siento feliz por tener trabajo y esa nómina a la que mirar guardada en el bolso. Suena muy bipolar, porque lo es, estoy más bipolar que nunca.

Marido sigue de viaje, tras Shangai y Seul, pasó el sábado en Madrid, para salir el domingo a Bruselas y luego Milan. El sábado fue apoteósico, los niños le recibieron como a un héroe de guerra. Madre de Dios cuantas emociones, abrazos, besos, regalos... Triunfó muchísimo el pater.

Más cosas: hemos tenido 3 cumpleaños, con sus correspondientes 3 regalos que comprar, llevar-traer hij@ y quedarte con el otro aburrido porque no está su amad@ herman@ con el que discutirá tan pronto vuelva a casa... Hemos comprado nuevos peces. Un año después de que muriera Nemo parece que las criaturas han superado el duelo y habemus dos beta hembras monísimas.

En general está siendo todo MUY INTENSO últimamente, no he tenido ganas de escribir ni de leer el libro con el que estoy (Una vacante imprevista, me estaba encantando hasta que mi coco se quedó demasiado saturado...).

Y eso es todo por hoy, espero que todo vaya volviendo a la normalidad: en el trabajo, marido en casa, el horario escolar normal... porque ya no estoy para tantos trotes!!.

Un beso

domingo, 8 de septiembre de 2013

Sentimientos encontrados y algo de preocupación

Acaba de ocurrir algo que me ha dejado preocupada y disgustada, y aunque se trata de algo muy personal que no se si se entenderá, lo voy a contar aquí. Por fin, más de un año después de abrir este blog, veo sentido a haberlo mantenido en secreto. Porque aunque lo que os voy a contar seguramente desde fuera parezca una tontería, para mí no lo es, y no me gustaría compartirlo ni con mi madre, ni con mi hermana, ni con nadie de mi entorno que luego vaya a estar dándole vueltas al asunto.
Os pongo en antecedentes: marido está de viaje todo el mes, y los niños y yo hemos pasado lo que llevamos de fin de semana  haciendo cosas chulas, tipo: pedir pizza para cenar y acurrucarnos en el sofá a ver una peli, ir a la piscina, tomar helado, jugar a las palas… Esta mañana llama mi marido desde Shanghái y habla conmigo y con los niños. Al rato oigo sollozos desde la habitación de mi hija, voy asustada pensando que está otra vez con el dolor de tripa, y no, me dice que no le duele nada y que no pasa nada. Después de un largo rato sentada con ella, preguntando, esperando, dando mimitos, me cuenta que lo que pasa es que echa de menos cuando era más pequeña y echa de menos a papá. La primera parte me preocupa, mi hija ha sido muy sensible e intensa para todo, y me temo que va a tener una adolescencia de órdago a la grande. Con 10 años que acaba de cumplir, y siendo una niña que siempre ha querido ser mayor, está empezando a sentir nostalgia de cuando era pequeña. Me dice cosas como: “cuando éramos pequeños estábamos atontados y eso me encantaba” … “me estoy haciendo mayor y ya nada va a ser igual”. Se me pone un nudo en el estómago de pensar que mi hija está sufriendo por eso. Es demasiado consciente de todo.
Respecto de la segunda parte de la frase, la referente a que echa de menos a su padre, tengo sentimientos encontrados. Por una parte yo misma fomento desde siempre que quieran mucho a su padre, que tengan juegos juntos, momentos que sean solo suyos en los que yo no interfiera, y por eso me alegro de que se quieran tanto. Por otra parte, y esto no sé si me va a entender, me da rabia. La niña me dice: “en casi todos mis recuerdos divertidos de cuando era pequeña está papá”. Yo soy la que dejé de trabajar un año para quedarme en casa cuidándoles, la que ha renunciado a trabajos más interesantes, por la seguridad de una nómina y un horario de salida a las 3 cuatro días a la semana. Nunca he estado más de una noche fuera por ellos. Les recojo del cole, les llevo al médico, busco los mejores campamentos de verano, voy a las entrevistas del colegio… Y todo lo he hecho porque yo he querido. Pero querría verlo más claramente recompensado. Porque además, también me gustaría haber dejado mi trabajo y hacerme autónoma, en un momento en que se rifaba gente de mi perfil. Habría ganado mucha pasta en poco tiempo, pero habría tenido que viajar mucho, ya que casi todos los proyectos eran fuera de España, y no habría tenido seguridad laboral a largo plazo. Así que no me compensó. Y volvería a hacerlo. Pero se me cae el alma a los pies cuando la niña me dice que en casi todos sus recuerdos divertidos está papá. Ella no se da cuenta de que me hace daño, porque yo sonrío y la beso.
Esto me recuerda a una vez que el niño dijo que quería sentarse al lado del sabio (refiriéndose al padre), nos hizo mucha gracia el calificativo del sabio y le pregunté si yo no era sabia y me dijo que yo sabía de cosas menos interesantes como cuidarles bien, de los peligros y de lo que había que hacer. El padre sabe de animales, naturaleza y juegos divertidos. El padre viaja un mes y es la madre la que se queda con ellos…

Se me pasará, porque en cuanto acaben con las hojas que les toca hacer hoy del libro del verano, nos iremos a hacer algo, pero ahora mismo… estoy rara.

lunes, 13 de mayo de 2013

¿un poquito cansada tal vez?

Parece ser que estoy todavía más harta y saturada de lo que soy consciente, que ya es decir.
Me informa mi señor esposo, que en mitad de la noche y estando profundamente dormida, me he medio incorporado y he dicho con total nitidez: A tomar por culo bicicleta, y aquí primero paz y después gloria.
Tras esa frase tan grandilocuente como poco elegante, me he tumbado y he seguido roncando plácidamente.
Obviamente no recuerdo nada.
A mi hijo le ha hecho tanta gracia la anécdota nocturna, que ha escenificado el momento entre 1000 y 2000 veces, como si él mismo lo hubiera visto, tumbándose en el suelo y soltando la frase entre grandes carcajadas. Supongo que en el cole, y bien tumbadito haciéndose el dormido en el suelo del patio, también lo habrá escenificado… Ya debo de tener toda una reputación entre tercero de primaria. En fin.
Hay una conclusión clara, y es que estoy muy harta y necesitada de paz y de gloria, por ese orden. Pero hay una segunda conclusión nada clara, y es relativa a quién le dirijo la perorata en mis sueños. Se me ocurren muchos candidatos, a saber:
- Con el dorsal número uno, mi señor marido, con sus muletas, su convalecencia, su líquido sinovial que no se reabsorbe, su rehabilitación y sus partes de baja. Debería de ser mucho mejor persona de lo que soy y vivir esta convalecencia con amor y entrega. Debería, debería… pero no me sale por más que me concentre.
- Con el dorsal número dos, mis jefes: tras muchos meses de batalla campal por conseguir un traslado a un área con trabajo más seguro que el de mi actual departamento, me encaja totalmente soltarles la frasecita en mi mundo onírico personal, vamos, que como me descuide un poco se lo suelto también un día en la vida real.
- Con el dorsal número tres, Mariano Rajoy. No requiere aclaración.
- Con el dorsal número cuatro, una tarde de deberes con mi hijo de esas que hay que ser el santo Job para no acabar con la bicicleta, la paz y la gloria.
- Con el dorsal número cinco, el cambio climático. ¿Hay derecho a tener que consultar cada mañana la aplicación del tiempo para saber si hay que sacar el plumas o las sandalias?. No lo hay. Estamos a mitad de mayo, quiero disfrutar del buen tiempo, la luz y los días largos sin pánico a los saltos de temperatura de 15 grados.
Dejo de poner dorsales aquí, pero no por falta de candidatos, sino porque ya me he cansado.
¿Se puede ser una quejica y a la vez ser consciente de que una es afortunada y tiene, en conjunto, una buena vida?, se puede, he aquí un ejemplo.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Mi reto

Habrá más de una que haya pensado ¡hay que ver esta tía sosa que no se apunta a ninguno de los tropotocientos retos que circulan por la red!.
Os cuento, aparte del hecho de que los retos de cocina, más que para mí serían un reto para el que después se tenga que comer lo que yo cocino, ejem, resulta que yo ya vivo inmersa en un reto continuo. Salgo de una y me meto en otra. Parecía que el mes de febrero era el duro, ay qué risa por dios. Empezaremos los primeros días de marzo con marido en sus viajes, y al final de la primera semana, ZAS!, operación de rodilla al canto. Como ya le operaron hace tiempo en el modo sencillo, con laparoscopia, esta operación de ahora ya es cosa seria, con anestesia general, y lo más parecido sin llegar a serlo, a ponerle una prótesis de rodilla.
Cuarenta años tiene mi marido, para las que os acabáis de imaginar que estoy casada con un octogenario. Pero tiene un pasado de jugador de rugby, deportista y saltador en conciertos de heavy, que le ha dejado como secuela visible, una rodilla totalmente cascada.
La intervención le va a tener postrado sin posar el pie un mes. …. ¡Un mes!.... ¡UN MES!!!... Y luego rehabilitación no sé cuantos meses, ya no he querido saber detalles. Os imagináis a un marido, que no es ya que no aporte ayuda doméstica, ¡es que la necesita!. Ay oma qué dolor.
Más cositas interesantes: en mi trabajo las cosas andan convulsas, como les gusta decir a los directivos en plan eufemismo. Convulsas estarán para ti, para mí están jodidas y punto – me entran ganas de contestarles siempre -. Después de un año en el que se ha reducido la plantilla en un 40% siguen queriendo “adelgazar a la Entidad”. Mi departamento es uno de esos fácilmente externalizables, porque lo que hacemos nosotros, se consigue hoy en día en el mercado por menos precio. Así que, puesto que por el contrario hay dos departamentos que han ampliado negocio, he intentado un traslado amigable hacia esas ubicaciones.
Traslado y amigable en la misma frase. Habéis leído bien. Misión imposible pero había que intentarlo.
Mis jefes, esas personas que supuestamente me adoran, están siempre contentísimos con mi trabajo y así me lo hacen saber. Esto no es coña, va en serio, yo soy una currita muy cómoda para mis jefes, porque curro intensamente, soy muy responsable, pero tengo una ambición limitada. Con lo cual les saco el trabajo adelante, y no les hago peligrar su puesto. Yo con que me paguen bien y tener un horario digno, dejo los cargos y los títulos para el que los quiera. El caso es que esos mismos jefes tan majetes, son prejubilables en un par de años máximo. Y yo de buen rollo, les he comentado resumiendo: que tal y como yo lo veo, en un año ellos prejubilados en su casa y yo en la cola del inem, que por favor, me dejaran irme a uno de los departamentos que va a seguir con trabajo a largo plazo.
Toda la amistad y el buen rollo a hacer puñetas.
Hasta que lleguen a su prejubilación necesitan a servidora picando piedra en la sombra. No les vale que deje a alguien formado en mi lugar, que hagamos las cosas a las buenas, que no me voy de un día para otro… Nada vale. Así que ahora entramos en la guerra entre departamentos, a ver quién puede más, y yo en medio, como daño colateral. Pasadme toda vuestra energía positiva para que este conflicto acabe bien. Por lo pronto ando preocupada y angustiada, con el insomnio por las nubes. Ese es mi lado oscuro. Me preocupo mucho por las cosas, no puedo evitarlo.
Por otra parte, en abril hacen la comunión mis dos torpedos. En algún momento tengo que tener tiempo y paz mental para organizarlo todo, comprar ropa, ¡ay madre! y ponerme a régimen. Eso ya os adelanto que seguro que no lo hago. Lo de la superwoman es un rollo que nunca me he creído. Todos sacrificamos algo en el camino. En mi caso particular creo que me cunde bastante en mis dos aéreas prioritarias: familia y trabajo. Teniendo en cuenta que a ninguna de las dos les dedico el 100% de mi tiempo, creo que tengo unos hijos bien educados y felices, y un trabajo bastante mejor que el de la media. Eso ya es mucho. A cambio, casi nunca tengo energía ni ganas, para cuidar de mí misma. Compro ropa a la carrera y por necesidad. Voy a la pelu idem. No soy constante con las cremitas. No me pongo a dieta. Eso sí, pago clases de pilates, asisto a la mitad de ellas, pero pagarlas las pago todas.
Esa soy yo. Me gustaría deciros otra cosa. Porque años atrás yo me cambiaba de pendientes cada mañana, no digo más. Pero ahora, priorizo, elijo mis batallas como decía alguien sabio.
En lo que no me abandono tanto es en mi interior, por eso sigo leyendo muchísimo, escuchando música, escribiendo en este blog, llamando a mis amigas solo para charlar, tomándome una copa de vino con mi marido, yendo a ver las pelis de los Oscar…
Algún día señores, algún día, encontraré el tiempo y las ganas para cuidar también la fachada.