Anoche mientras daba vueltas en la cama intentando conciliar el sueño, tuve por primera vez el pensamiento de hacer una entrada de despedida y cerrar el blog.
Nunca había entendido a la gente que lo hacía, porque el blog no pide pan, y ahí queda para escribir cuando te apetezca aunque sea una vez al año. Sin embargo anoche lo entendí.
Yo he querido mucho a éste mi pequeño blog, he hecho amigos, he conocido incluso cenado con varias personas a las que llegué a conocer por esta página, le he dedicado tiempo y cariño. Así que anoche sentí la responsabilidad de no dejarle morir de inanición. Si hoy en día no me apetece escribir aquí, tendría que cerrarlo. Pero no, aquí estoy y esto no es una despedida, porque voy a hacer otro intento de mantenerlo vivo.
En mi insomnio de anoche también pensé por qué me he unido sin decidirlo expresamente, a la corriente que te lleva a opciones más superficiales, rápidas, visuales y que generan más interacciones, como pueden ser instagram, los foros, twitter. Las razones son simplemente penosas, pero es la realidad, seguramente la mayoría no damos para más. La interacción rápida, el chute en vena, el no tener que esperar a que lleguen un puñado de comentarios, sino recibir inmediatamente "me gusta" o "me parto". A través del blog, las relaciones tenían más calidad, éramos menos pero bien avenidos. En los foros por ejemplo, me encuentro con miles de comentarios y reacciones a los míos, pero que en dos días están olvidados.
Aparte de no dar para más, también es cierto que hay causas más objetivas a ese tráfico desviado, como son que escribir aquí requiere ordenador, y en casa ya nunca tengo el ordenador encendido, siempre uso mi móvil.
En cualquier caso, yo pasaba a contaros cómo nos van las cosas, así que procedo:
- ya estuvimos de vacaciones, tres semanas divididas casi a la mitad entre el sur de España y Galicia. Lo pasamos de maravilla y me di cuenta de cuánto las necesitaba. Los adolescentes estuvieron de lo más entretenidos con sus pandillas de ambas puntas de España, y el poco tiempo que les veníamos, era para estar de buen rollo. Así que yo, que he despotricado del rollo del "tiempo de calidad", y sigo haciéndolo cuando se trata de bebes y niños pequeños que lo que requieren es tu tiempo, sin apellidos. En el caso de los adolescentes, creo que los fines de semana de este invierno que me he empeñado en hacer planes familiares todos juntos, han sido un fracaso. Prefiero que corra el aire, que estén haciendo sus cosas (obviamente planes lógicos y controlados por mi, como es estar en la playa a 30 metros de donde estoy yo pero con sus amigos, o jugando al padel en la urbanización, o viendo una peli en casa de una amiga, etc) a que estén odiándonos por tener que estar obligados de excursión familiar.
- la mayor, a la vuelta de las vacaciones familiares, ha estado tres semanas en Alemania, y ha sido una experiencia muy enriquecedora y divertida para ella. Estuvo con una familia muy maja, en una escuela a la que iba a clases por las mañanas, y de actividades deportivas y lúdicas por las tardes. Se lo ha pasado fenomenal, ha hecho muchos amigos, y además, ha aprendido mucho alemán. Lo mejor de todo es que incluso nos echó de menos. Así que ahora estamos mi adolescente mayor y yo, en pleno romance madre-hija, que ojalá dure mucho.
- el niño está ahora mismo en un campamento de inglés, pero en España. Me pidió que no le mandara fuera, que no le apetecía nada, y que además seguro que le tocaba una familia sucia y que tosiera haciendo mucho ruido. En fin, sus cosas, ¿a quién se le ocurre pensar en el tipo de tos de una familia?, a él. Pero bueno, le entendí, y con 13 años tampoco me parece que sea necesario forzar, así que llegamos a este consenso con el que está encantado. También está siendo toda una experiencia pasar varias semanas fuera de casa, y está haciendo muchos amigos. Lo de aprender inglés no tengo claro cómo lo llevará, aunque el chaval a veces sorprende para bien.
- la pequeñita de la casa está para comérsela. No solo es preciosa, que lo es, es que además tiene cada puntazo de llorar de risa. Os cuento alguno: el otro día estábamos recordando un día hace años que fuimos al parque de atracciones y mi mayor, que tendría 8 años, me hizo subir a unas sillas voladoras del demonio que están como a mil kilómetros del suelo. El caso es que las malditas sillas voladoras tienen la misma sujeción que tendrían de ser las míticas que están a un metro de altura. Es decir, prácticamente ninguna. Así que cuando eso empezó a tirar para arriba, yo empecé a perder años de vida, pensando que se me caía la niña, me caía yo, me desmayaba, y un sin fin de desgracias que acababan en muerte.
Como nos reíamos tanto recordándolo - aunque puta gracia que tuvo en su momento - a la pequeña le pareció una cosa divertidísima, y preguntó si ella también iba en las sillas porque no lo recordaba. "No hija, tú no venías porque no habías nacido". "¡¡Pues haber esperado a que yo naciera!!, ¿por qué fuisteis sin mí??!. Pobriña, estaba súper indignada y sin entender nuestras risas.
Ayer le pregunté si querría ir al cine a ver Los increíbles 2, y me dice toda resuelta: "si me compras palominas sí, pero si solo me vas a dar un plátano, mejor nos quedamos en casa".
Y como estas, mil ocurrencias más, que ocurren cada día y que no me da la vida para escribir y recordarlas siempre.
Y nada más por hoy. Que no dejéis vuestros blogs, ni de comentar en los blogs amigos, y que seáis muy felices
Mostrando entradas con la etiqueta Viajes. Mostrar todas las entradas
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martes, 21 de agosto de 2018
sábado, 5 de agosto de 2017
Resumen del último mes: vacaciones, lecturas, hijos...
Hace mes y medio que no paso por aquí. Así que voy a intentar poner un poco esto al día.
En Junio ya os conté que pasaba mis días entre mañanas agobiantes de oficina en el nuevo puesto, y tardes-noches relajantes de piscina y familia.
Después de eso nos fuimos de vacaciones las tres primeras semanas de Julio.
Siempre he dicho que tengo el don de vacacionar, siempre fluye todo divinamente estando de vacaciones.
Este año ha habido pequeños percances de esos que por un momento te hacen pensar si has perdido el don. Pero no, ha sido más lo bueno que los pequeños incidentes.
Del 1 al 13 estuvimos en el sur, llevamos muchos años yendo al mismo sitio y a la misma urbanización, así que como ya os conté el año pasado, los dos mayores tienen allí muchos amigos y lo pasan fenomenal. Todos disfrutamos mucho de días de playa, paseos, baños, salir a cenar al pueblo... Una delicia. A los dos mayores les vi poco el pelo, se pasaban el día con los amigos.
Del sur salimos rumbo a Galicia, atravesando Portugal, en un viaje de más de siete horas, pero que al hacerlo después de días de vacaciones, se lleva mejor.
En Rías Baixas también fenomenal. Mucho de comer rico, estar con la familia. juegos de primos, baños en agua helada...
Algunos de los incidentes durante las vacaciones:
- la pequeña estuvo con diarrea y fiebre tres días seguidos. Igual que llegó, se marchó, pero en el durante fue bastante agobio.
- la mayor tuvo reacción alérgica a las picaduras de mosquitos de Huelva. Con antihistamínico se controló bien.
- el niño tuvo un impétigo en la piel que requirió antibiótico y no bañarse varios días.
- yo me caí contra un plástico de silla roto, y me hice herida y morado en todo el culete, justo el día antes del viaje Huelva-Galicia.
- se me rompió una muela comiendo arroz. Nunca dejaré de asombrarme de la mala calidad de mi dentadura. La Mayor ha empezado a decir que se va a ser dentista, porque muchas herencias se saltan una generación, así que si sus hijos heredan la boca de sus padres, le merece la pena ser dentista.
- la pequeña tuvo una caída tonta pero no podría mover el brazo. Ella misma decía: lo tengo un poco roto y un poco irritado. Así que me imaginé las vacaciones con la niña escayolada. Pero finalmente, tuvimos paciencia, esperamos unas horas poniendo hielo y distrayéndola, y volvió a moverlo con normalidad.
Ahora mismo no recuerdo más, pero no descarto que algo más pasase. Nada grave, pero sí un poco incordio, sobre todo porque no estamos acostumbrados a tanta cosa.
En cualquier caso, las tres semanitas de vacaciones estuvieron genial y disfrutamos mucho.
En esas semanas me leí Patria de Fernando Aramburu. Al principio me costó un poquito entrar en la forma de escribir del autor, incluso pensé que no era libro para leer en la playa. Pero en seguida entré en la historia y me ha gustado mucho. Trata el conflicto vasco a partir de la historia de dos familias: la que es víctima de ETA y la que tiene un hijo etarra. A partir de los personajes, que van contando su propia historia, sus sentimientos y sus vivencias, consigue ponerte en la piel de todos ellos y entenderles, aunque no compartas sus decisiones o actitudes.
Todos somos el resultado de nuestro entorno, de la educación recibida, de las experiencias que nos toca vivir. Pensamos que hay más objetividad en nuestras decisiones o en qué partido tomamos ante de un determinado hecho, de la que realmente hay. En este libro los personajes son fruto de sus circunstancias, que les llevan por un camino u otro.
Y volviendo a mi resumen del último mes: volvimos a Madrid el 23 de julio, y desde ese día, volvimos a la rutina trabajo-piscina.
Los mayores muy adolescentes, la pequeña muy comestible, y poco más que contar.
Un beso y feliz verano
En Junio ya os conté que pasaba mis días entre mañanas agobiantes de oficina en el nuevo puesto, y tardes-noches relajantes de piscina y familia.
Después de eso nos fuimos de vacaciones las tres primeras semanas de Julio.
Siempre he dicho que tengo el don de vacacionar, siempre fluye todo divinamente estando de vacaciones.
Este año ha habido pequeños percances de esos que por un momento te hacen pensar si has perdido el don. Pero no, ha sido más lo bueno que los pequeños incidentes.
Del 1 al 13 estuvimos en el sur, llevamos muchos años yendo al mismo sitio y a la misma urbanización, así que como ya os conté el año pasado, los dos mayores tienen allí muchos amigos y lo pasan fenomenal. Todos disfrutamos mucho de días de playa, paseos, baños, salir a cenar al pueblo... Una delicia. A los dos mayores les vi poco el pelo, se pasaban el día con los amigos.
Mis hijos con dos amigas de las que ven cada verano. La pequeña siempre como un pegotito acoplada al grupo |
Del sur salimos rumbo a Galicia, atravesando Portugal, en un viaje de más de siete horas, pero que al hacerlo después de días de vacaciones, se lleva mejor.
En Rías Baixas también fenomenal. Mucho de comer rico, estar con la familia. juegos de primos, baños en agua helada...
Algunos de los incidentes durante las vacaciones:
- la pequeña estuvo con diarrea y fiebre tres días seguidos. Igual que llegó, se marchó, pero en el durante fue bastante agobio.
- la mayor tuvo reacción alérgica a las picaduras de mosquitos de Huelva. Con antihistamínico se controló bien.
- el niño tuvo un impétigo en la piel que requirió antibiótico y no bañarse varios días.
- yo me caí contra un plástico de silla roto, y me hice herida y morado en todo el culete, justo el día antes del viaje Huelva-Galicia.
- se me rompió una muela comiendo arroz. Nunca dejaré de asombrarme de la mala calidad de mi dentadura. La Mayor ha empezado a decir que se va a ser dentista, porque muchas herencias se saltan una generación, así que si sus hijos heredan la boca de sus padres, le merece la pena ser dentista.
- la pequeña tuvo una caída tonta pero no podría mover el brazo. Ella misma decía: lo tengo un poco roto y un poco irritado. Así que me imaginé las vacaciones con la niña escayolada. Pero finalmente, tuvimos paciencia, esperamos unas horas poniendo hielo y distrayéndola, y volvió a moverlo con normalidad.
Ahora mismo no recuerdo más, pero no descarto que algo más pasase. Nada grave, pero sí un poco incordio, sobre todo porque no estamos acostumbrados a tanta cosa.
En cualquier caso, las tres semanitas de vacaciones estuvieron genial y disfrutamos mucho.
En esas semanas me leí Patria de Fernando Aramburu. Al principio me costó un poquito entrar en la forma de escribir del autor, incluso pensé que no era libro para leer en la playa. Pero en seguida entré en la historia y me ha gustado mucho. Trata el conflicto vasco a partir de la historia de dos familias: la que es víctima de ETA y la que tiene un hijo etarra. A partir de los personajes, que van contando su propia historia, sus sentimientos y sus vivencias, consigue ponerte en la piel de todos ellos y entenderles, aunque no compartas sus decisiones o actitudes.
Todos somos el resultado de nuestro entorno, de la educación recibida, de las experiencias que nos toca vivir. Pensamos que hay más objetividad en nuestras decisiones o en qué partido tomamos ante de un determinado hecho, de la que realmente hay. En este libro los personajes son fruto de sus circunstancias, que les llevan por un camino u otro.
Y volviendo a mi resumen del último mes: volvimos a Madrid el 23 de julio, y desde ese día, volvimos a la rutina trabajo-piscina.
Los mayores muy adolescentes, la pequeña muy comestible, y poco más que contar.
Un beso y feliz verano
lunes, 17 de abril de 2017
Vacaciones de Semana Santa
Qué bien se está de vacaciones y qué dura es la vuelta.
Al menos para mí, porque en otras ocasiones que he hecho una oda al periodo vacacional, siempre ha habido algún comentario expresando su gusto por la rutina, el descentre de las vacaciones fuera de casa, el poco gusto a viajar, etc. Inma lo explicaba muy bien y yo entendía lo que quería transmitir, pero no coincido en su forma de vivirlo.
En mi casa seguimos una rutina bastante rígida durante el periodo escolar, ya que para sobrevivir el día a día con trabajos y colegios, creo que es la mejor opción. Pero disfruto mucho rompiéndola en vacaciones.
Cambiar de lugar me ayuda a relativizar todo, a quitar importancia a las pequeñas miserias cotidianas, a abrir más los ojos y disfrutar de lo que tengo delante.
Esta semana santa la empecé muy estresada. Estamos con cambios en el trabajo que me tienen con mucha tensión. Sin embargo en cuanto puse 500 km de distancia los "problemas" se diluyeron. Lo veo todo con más claridad, sin ofuscarme con las ramas que no me dejan ver el camino.
Hemos estado una semana en la costa catalana, donde La Mayor tenía un torneo de baloncesto. Estábamos separados, porque ella ha estado en un hotel con su equipo y entrenador, pero la hemos visto todos los días en los partidos. Nosotros cuatro hemos estado alternando ratos de playa, paseos, terraceo y partidos de basket. A nuestro ritmo, sin horarios para levantarse, sin prisas para desayunar, haciendo lo que más nos apetecía en cada momento. Para mí eso vale oro. Y si el colchón no es tan cómodo, la almohada no es la mía, o no hice bien la maleta, me da igual, merece la pena por todo lo bueno.
Hemos comido de terracitas al aire y viendo el mar. He pasado mil horas achuchando a la peque, riéndome con el mediano y animando en los partidos a la mayor.
A la vuelta paramos a hacer noche en Zaragoza por partir el viaje de vuelta y hacer un poco de turismo. Me gustó mucho la ciudad y me sorprendieron muy gratamente sus procesiones. Yo he pasado casi todas mis semana santas hasta que me casé en Málaga, por lo que es ése el tipo de procesiones que conozco. Las de Zaragoza no tienen nada que ver, ya sabía que son más sobrias que las andaluzas, pero lo que me ha encantado es la tamborada que acompaña a los pasos. Muy emocionante.
Hoy vuelvo a la rutina laboral con mucha pena, porque incluso en mi caso, que tengo un horario envidiable, considero que son demasiadas horas delante de un ordenador, sin poder estar con mis hijos todo lo que me gustaría, sin ser dueña de mi tiempo…
Al menos para mí, porque en otras ocasiones que he hecho una oda al periodo vacacional, siempre ha habido algún comentario expresando su gusto por la rutina, el descentre de las vacaciones fuera de casa, el poco gusto a viajar, etc. Inma lo explicaba muy bien y yo entendía lo que quería transmitir, pero no coincido en su forma de vivirlo.
En mi casa seguimos una rutina bastante rígida durante el periodo escolar, ya que para sobrevivir el día a día con trabajos y colegios, creo que es la mejor opción. Pero disfruto mucho rompiéndola en vacaciones.
Cambiar de lugar me ayuda a relativizar todo, a quitar importancia a las pequeñas miserias cotidianas, a abrir más los ojos y disfrutar de lo que tengo delante.
Esta semana santa la empecé muy estresada. Estamos con cambios en el trabajo que me tienen con mucha tensión. Sin embargo en cuanto puse 500 km de distancia los "problemas" se diluyeron. Lo veo todo con más claridad, sin ofuscarme con las ramas que no me dejan ver el camino.
Hemos estado una semana en la costa catalana, donde La Mayor tenía un torneo de baloncesto. Estábamos separados, porque ella ha estado en un hotel con su equipo y entrenador, pero la hemos visto todos los días en los partidos. Nosotros cuatro hemos estado alternando ratos de playa, paseos, terraceo y partidos de basket. A nuestro ritmo, sin horarios para levantarse, sin prisas para desayunar, haciendo lo que más nos apetecía en cada momento. Para mí eso vale oro. Y si el colchón no es tan cómodo, la almohada no es la mía, o no hice bien la maleta, me da igual, merece la pena por todo lo bueno.
Hemos comido de terracitas al aire y viendo el mar. He pasado mil horas achuchando a la peque, riéndome con el mediano y animando en los partidos a la mayor.
A la vuelta paramos a hacer noche en Zaragoza por partir el viaje de vuelta y hacer un poco de turismo. Me gustó mucho la ciudad y me sorprendieron muy gratamente sus procesiones. Yo he pasado casi todas mis semana santas hasta que me casé en Málaga, por lo que es ése el tipo de procesiones que conozco. Las de Zaragoza no tienen nada que ver, ya sabía que son más sobrias que las andaluzas, pero lo que me ha encantado es la tamborada que acompaña a los pasos. Muy emocionante.
Hoy vuelvo a la rutina laboral con mucha pena, porque incluso en mi caso, que tengo un horario envidiable, considero que son demasiadas horas delante de un ordenador, sin poder estar con mis hijos todo lo que me gustaría, sin ser dueña de mi tiempo…
lunes, 7 de septiembre de 2015
Cansancio del rico
Desde mi última entrada ha pasado más de un mes. Mi desaparición se debe a múltiples causas: hiperactividad estival y una bebé muy demandante encabezan la lista.
La primera quincena de agosto lo pasamos estupendamente en Rías Bajas, Galicia. Como todos los veranos vamos y lo cuento, no voy a repetirme. Si alguien tiene curiosidad buscad entradas de agosto de los años pasados. En resumen: mucho verde, mar, frescor, buena comida, familia y amigos.
Después volvimos a Madrid el tiempo justo de hacer las maletas y marcharnos a Praga a la boda de mi hermano. Se ha casado con una checa encantadora que vive y trabaja en España desde hace años. Se lo ha pensado lo suyo, que ya va para las 41 castañas, pero al final parece que ha acertado con la chica. Yo iba con un poco de pereza a la boda, sinceramente. Tanto trajín de avión, hotel, boda, turismo, con una bebé espídica (que es en lo que se ha convertido el angelito que yo tenía), daba cuando menos, cierto reparo.
Al final las cosas salieron bastante bien. Fue un palizaco, eso también, pero lo pasamos de maravilla.
La boda fue en un palacio a las afueras, la ceremonia en el jardín y la cena y baile en unos salones preciosos del palacio. Mis hijos iban reguapísimos, a mi se me caía la baba.
Los días de turismo fueron los más cansadillos, porque mi pequeña necesita que la pongamos a gatear y a explorar a cada rato.
Me he dado cuenta de que yo no podría hacer una guía de Praga con niños, ni en realidad de ninguna ciudad de las que hemos visitado con niños, y son muchas. Porque nosotros hacemos turismo normal, simplemente adaptándonos a sus horarios. Es decir, no se empieza a la jornada hasta que no han dormido lo suficiente, paramos cada vez que necesitan un descanso, comemos cuando tienen hambre, y volvemos al hotel pronto para que duerman sus horas. Pero hacemos el turismo normal típico de cada sitio, no vamos a sitios de niños. En este caso: puente Carlos, el castillo, el reloj, y mucho patear de aquí para allá. Praga es preciosa pero me se sobraban varios miles de turistas.
Para rematar el verano, esta última semana hemos estado en la Costa del Sol con mis padres. Marido de Rodriguez en casa, que con esto de mi excedencia y aprovechar al máximo de playa para mis niños, le está cogiendo el gusto a estar solito en casa...
Ha estado bien por una parte: playa, los niños encantados con los abuelos, etc. Pero por otra parte diría que me ha sobrado esta semana de maternidad sin el padre de las criaturas. A estas alturas del verano el despendole de mis hijos ya es considerable, ya hemos tenido suficiente playa y helados como para valorarlo como cuando hacemos este mismo plan en junio y todo te parece maravilloso.
La pequeña cumple hoy nueve meses y está hecha un terremoto auténtico. Atrás quedaron los meses en los que era la santidad en forma de bebé, en los que solo comía, dormía y sonreía. Desde los seis meses gatea al más puro estilo Fitipaldi y desde los siete tiene obsesión con caminar. Se agarra a todo para ponerse de pie y la muy insensata pretende dar pasos sola. De locos. Todo se lo lleva a la boca, todo lo chupa, a todo quiere llegar. Pa´pegarse un tiro.
Sigue durmiendo muy bien y come de maravilla. Además su carácter sigue siendo bueno, llora poco, sonríe mucho y es muy amorosa. Eso y lo guapa que es, es lo que la salva. Pero podía bajar un poquito el ritmo.
Los hermanos siguen loquitos con ella, aunque ya no se la rifan ni hacen turnos para cogerla. Qué jodíos. Ahora que es cuando más les necesito en cuanto me descuido están cada uno en su cuarto "super ocupados". En realidad les entiendo, porque como la enana no para y es tan inconsciente, agota a cualquiera.
Ayer en el club había un chavalillo un poco mayor que el Niño, con un hermano de tres años y les oigo que dicen:
- yo también tengo una hermana, pero más pequeña, de ocho meses
- ¡madre mía! - exclama el otro con cara de pánico - si este con tres años da lata lo tuyo tiene que ser mucho peor macho, te compadezco
- ya, es un poco pesada, pero bueno, el peso gordo lo lleva mi madre. Y es tan graciosa que compensa.
Menos mal que al menos reconocen el curre que tengo.
La Niña mayor es la que más me ayuda, la verdad. Siempre ha sido buena, pero este verano ha estado de matrícula de honor. Creo que en este blog no le doy el peso que tiene realmente en mi vida, porque de cara a las anecdotillas, da mucho más juego el Niño con sus ocurrencias. Pero que conste en acta que mi Niña mayor vale su peso en oro. Es buena, lista, guapa y con una empatía que ya la querrían muchos adultos para sí. No sin razón en el cole la llamaban la salvadora de los pringaos. Este verano habría sido mucho más duro sin ella.
Foto de mis dos hijas en la playa
En cualquier caso el cómputo general del verano ha sido muy bueno. Muy cansado esto de estar al cargo de mis tres hijos todo el tiempo. Pero muy divertido también, una gozada no tener que estar llevándoles de campamento en campamento, contando los días de vacaciones, volviendo de viaje un domingo a las 10 de la noche para al día siguiente a las 8 de la mañana estar en la oficina. Todo el ritmo de vida ha sido mejor, más natural, casi diría que más sano, que cuando trabajo y vamos con todo a matacaballo.
Pero también ha sido cansado. Aunque sea cansancio del rico, del que voy a echar mucho de menos en tres semanas, que es cuando empiezo a trabajar. Solo pensarlo me da dolor de tripa, así que mejor no lo pienso y dejo la entrada en este punto.
Un beso
La primera quincena de agosto lo pasamos estupendamente en Rías Bajas, Galicia. Como todos los veranos vamos y lo cuento, no voy a repetirme. Si alguien tiene curiosidad buscad entradas de agosto de los años pasados. En resumen: mucho verde, mar, frescor, buena comida, familia y amigos.
Después volvimos a Madrid el tiempo justo de hacer las maletas y marcharnos a Praga a la boda de mi hermano. Se ha casado con una checa encantadora que vive y trabaja en España desde hace años. Se lo ha pensado lo suyo, que ya va para las 41 castañas, pero al final parece que ha acertado con la chica. Yo iba con un poco de pereza a la boda, sinceramente. Tanto trajín de avión, hotel, boda, turismo, con una bebé espídica (que es en lo que se ha convertido el angelito que yo tenía), daba cuando menos, cierto reparo.
Al final las cosas salieron bastante bien. Fue un palizaco, eso también, pero lo pasamos de maravilla.
La boda fue en un palacio a las afueras, la ceremonia en el jardín y la cena y baile en unos salones preciosos del palacio. Mis hijos iban reguapísimos, a mi se me caía la baba.
Los días de turismo fueron los más cansadillos, porque mi pequeña necesita que la pongamos a gatear y a explorar a cada rato.
Me he dado cuenta de que yo no podría hacer una guía de Praga con niños, ni en realidad de ninguna ciudad de las que hemos visitado con niños, y son muchas. Porque nosotros hacemos turismo normal, simplemente adaptándonos a sus horarios. Es decir, no se empieza a la jornada hasta que no han dormido lo suficiente, paramos cada vez que necesitan un descanso, comemos cuando tienen hambre, y volvemos al hotel pronto para que duerman sus horas. Pero hacemos el turismo normal típico de cada sitio, no vamos a sitios de niños. En este caso: puente Carlos, el castillo, el reloj, y mucho patear de aquí para allá. Praga es preciosa pero me se sobraban varios miles de turistas.
Para rematar el verano, esta última semana hemos estado en la Costa del Sol con mis padres. Marido de Rodriguez en casa, que con esto de mi excedencia y aprovechar al máximo de playa para mis niños, le está cogiendo el gusto a estar solito en casa...
Ha estado bien por una parte: playa, los niños encantados con los abuelos, etc. Pero por otra parte diría que me ha sobrado esta semana de maternidad sin el padre de las criaturas. A estas alturas del verano el despendole de mis hijos ya es considerable, ya hemos tenido suficiente playa y helados como para valorarlo como cuando hacemos este mismo plan en junio y todo te parece maravilloso.
La pequeña cumple hoy nueve meses y está hecha un terremoto auténtico. Atrás quedaron los meses en los que era la santidad en forma de bebé, en los que solo comía, dormía y sonreía. Desde los seis meses gatea al más puro estilo Fitipaldi y desde los siete tiene obsesión con caminar. Se agarra a todo para ponerse de pie y la muy insensata pretende dar pasos sola. De locos. Todo se lo lleva a la boca, todo lo chupa, a todo quiere llegar. Pa´pegarse un tiro.
Sigue durmiendo muy bien y come de maravilla. Además su carácter sigue siendo bueno, llora poco, sonríe mucho y es muy amorosa. Eso y lo guapa que es, es lo que la salva. Pero podía bajar un poquito el ritmo.
Los hermanos siguen loquitos con ella, aunque ya no se la rifan ni hacen turnos para cogerla. Qué jodíos. Ahora que es cuando más les necesito en cuanto me descuido están cada uno en su cuarto "super ocupados". En realidad les entiendo, porque como la enana no para y es tan inconsciente, agota a cualquiera.
Ayer en el club había un chavalillo un poco mayor que el Niño, con un hermano de tres años y les oigo que dicen:
- yo también tengo una hermana, pero más pequeña, de ocho meses
- ¡madre mía! - exclama el otro con cara de pánico - si este con tres años da lata lo tuyo tiene que ser mucho peor macho, te compadezco
- ya, es un poco pesada, pero bueno, el peso gordo lo lleva mi madre. Y es tan graciosa que compensa.
Menos mal que al menos reconocen el curre que tengo.
La Niña mayor es la que más me ayuda, la verdad. Siempre ha sido buena, pero este verano ha estado de matrícula de honor. Creo que en este blog no le doy el peso que tiene realmente en mi vida, porque de cara a las anecdotillas, da mucho más juego el Niño con sus ocurrencias. Pero que conste en acta que mi Niña mayor vale su peso en oro. Es buena, lista, guapa y con una empatía que ya la querrían muchos adultos para sí. No sin razón en el cole la llamaban la salvadora de los pringaos. Este verano habría sido mucho más duro sin ella.
Foto de mis dos hijas en la playa
En cualquier caso el cómputo general del verano ha sido muy bueno. Muy cansado esto de estar al cargo de mis tres hijos todo el tiempo. Pero muy divertido también, una gozada no tener que estar llevándoles de campamento en campamento, contando los días de vacaciones, volviendo de viaje un domingo a las 10 de la noche para al día siguiente a las 8 de la mañana estar en la oficina. Todo el ritmo de vida ha sido mejor, más natural, casi diría que más sano, que cuando trabajo y vamos con todo a matacaballo.
Pero también ha sido cansado. Aunque sea cansancio del rico, del que voy a echar mucho de menos en tres semanas, que es cuando empiezo a trabajar. Solo pensarlo me da dolor de tripa, así que mejor no lo pienso y dejo la entrada en este punto.
Un beso
lunes, 13 de julio de 2015
La vuelta de las vacaciones
Pues ya estoy aquí. Parecía que iba a ser mucho lo de tres semanas en la playa, pero al final no ha sido tanto. Como dice la canción: pasa la vida, igual que pasa la corriente cuando el río busca el mar.
Imposible resumir esas tres semanas en un relato compacto y uniforme. Las tres semanas solo comparten escenario, en lo demás han sido bien distintas cada una.
Empecemos por el principio. El día 19 fue el último día de colegio, tuvieron su festival y les dieron las notas. La Niña todo sobresalientes excepto un notable en religión. Se quedó chafada un nano-segundo y en seguida resolvió el tema diciendo: No me importa, total, no tengo pensado ser monja. Más que inteligente, que también, los resultados se deben a lo mucho que se esfuerza. Recuerdo un día que la decíamos que dejara ya de estudiar y viniera a la cena nos decía: bueno, voy, pero luego vendrán los 8,5 y lloraremos. Nadie llora por un 8,5. Es más, si el Niño saca un 8,5 yo monto una jarana que ni en noche vieja. Pero ella es así, no se conforma con menos de 9. Ha terminado primaria con un expediente impresionante.
Por su parte el Niño tiene como objetivo un 6, que es un bien y como su nombre indica es una nota que está bien, argumenta el jodío chaval. A veces se queda en su objetivo, otras baja al cinco y algunas de pura chiripa consigue un notable. Como era de esperar y con esa filosofía de vida académica, sus notas fueron muy reguleras.
Volviendo al relato de las vacaciones, el 19 de junio al medio día salimos de viaje. Un total de siete horas y diez minutos, de conducción seis horas (matizaría mi marido), un peñazo lo mires como lo mires.
La primera semana estuvimos juntos los cinco, en paz y armonía. La primera semana fue muy de euforia, playa y pescadito. Uno de los días íbamos paseando por la playa el Niño y yo con la pequeña en la mochilita, y de pronto el Niño se para y se agacha. ¿Qué haces hijo? - Nada, enterrar al cangrejo Georgi. Creo que está simple anécdota resume muy bien la gestión del tiempo de mi chaval. A él no le cunde para cosas prácticas de la vida, pero en dos segundos había visto un cangrejo, le había puesto de nombre Georgi, se había percatado de que estaba muerto y lo estaba enterrando. El es así.
La segunda semana el marido volvió a currar a los madriles, y yo con mi excedencia me quedé sola en la playa con nuestros tres hijos. Esa semana podría decirse que tuve un leve miedillo palpitando sobre capas de felicidad. Estar sola con tres niños en una urbanización frente al mar, sin coche, con el pueblo más cercano a 8 km, tiene su aquel. Pero pesó más lo bueno que ese runrun de "anda, que como nos pase algo, aquí estamos más solos que la una". Bendita soledad, pensaría días más tarde. En general me organicé bastante bien con los tres, pasamos muchas horas de playa, de risas, terraza y jardín.
La tercera semana... ay la tercera semana. Diría que fue bastante horrible, pero es posible que la palabra se quede corta. Voy a dar unos retazos sin profundizar mucho, para que os hagáis una idea. Aparecieron mis suegros, en plan, para ayudar. Ahora me río. Las pocas veces que les he mencionado en este blog he dicho que me llevo bien con ellos. Y es así. Pero ay. Qué cansinos son. Divertidos, cáoticos, simpáticos, siempre a la suya, disfrutones, poco empáticos... En fin, pa qué dar más datos.
También en esa tercera semana nos llegó la ola de calor, no tuve casi cobertura en el móvil, el Niño se torció un pie, los dos mayores hicieron pandilla en la urba y prácticamente no les vi el pelo. A las once de la noche tenía que salir a buscarles a grito pelau para que volvieran a dormir...
Y la traca final de esa tercera semana ha sido la vuelta. Ocho horas y cuarenta y cinco minutos tardamos. La pequeña que ya gatea y ha espabilado muchísimo en vacaciones, no entendía qué hacíamos allí encerrados tantas horas. Atasco, calor infernal cada vez que parábamos, aire acondicionado a todo trapo, gritos de bebé de siete meses indignada con nuestro plan de mierda...
Y ahora tengo un millón de maletas y bolsas por el salón, pero yo en plan rebelión me dedico a escribir en el blog, ains....
Imposible resumir esas tres semanas en un relato compacto y uniforme. Las tres semanas solo comparten escenario, en lo demás han sido bien distintas cada una.
Empecemos por el principio. El día 19 fue el último día de colegio, tuvieron su festival y les dieron las notas. La Niña todo sobresalientes excepto un notable en religión. Se quedó chafada un nano-segundo y en seguida resolvió el tema diciendo: No me importa, total, no tengo pensado ser monja. Más que inteligente, que también, los resultados se deben a lo mucho que se esfuerza. Recuerdo un día que la decíamos que dejara ya de estudiar y viniera a la cena nos decía: bueno, voy, pero luego vendrán los 8,5 y lloraremos. Nadie llora por un 8,5. Es más, si el Niño saca un 8,5 yo monto una jarana que ni en noche vieja. Pero ella es así, no se conforma con menos de 9. Ha terminado primaria con un expediente impresionante.
Por su parte el Niño tiene como objetivo un 6, que es un bien y como su nombre indica es una nota que está bien, argumenta el jodío chaval. A veces se queda en su objetivo, otras baja al cinco y algunas de pura chiripa consigue un notable. Como era de esperar y con esa filosofía de vida académica, sus notas fueron muy reguleras.
Volviendo al relato de las vacaciones, el 19 de junio al medio día salimos de viaje. Un total de siete horas y diez minutos, de conducción seis horas (matizaría mi marido), un peñazo lo mires como lo mires.
La primera semana estuvimos juntos los cinco, en paz y armonía. La primera semana fue muy de euforia, playa y pescadito. Uno de los días íbamos paseando por la playa el Niño y yo con la pequeña en la mochilita, y de pronto el Niño se para y se agacha. ¿Qué haces hijo? - Nada, enterrar al cangrejo Georgi. Creo que está simple anécdota resume muy bien la gestión del tiempo de mi chaval. A él no le cunde para cosas prácticas de la vida, pero en dos segundos había visto un cangrejo, le había puesto de nombre Georgi, se había percatado de que estaba muerto y lo estaba enterrando. El es así.
La segunda semana el marido volvió a currar a los madriles, y yo con mi excedencia me quedé sola en la playa con nuestros tres hijos. Esa semana podría decirse que tuve un leve miedillo palpitando sobre capas de felicidad. Estar sola con tres niños en una urbanización frente al mar, sin coche, con el pueblo más cercano a 8 km, tiene su aquel. Pero pesó más lo bueno que ese runrun de "anda, que como nos pase algo, aquí estamos más solos que la una". Bendita soledad, pensaría días más tarde. En general me organicé bastante bien con los tres, pasamos muchas horas de playa, de risas, terraza y jardín.
La tercera semana... ay la tercera semana. Diría que fue bastante horrible, pero es posible que la palabra se quede corta. Voy a dar unos retazos sin profundizar mucho, para que os hagáis una idea. Aparecieron mis suegros, en plan, para ayudar. Ahora me río. Las pocas veces que les he mencionado en este blog he dicho que me llevo bien con ellos. Y es así. Pero ay. Qué cansinos son. Divertidos, cáoticos, simpáticos, siempre a la suya, disfrutones, poco empáticos... En fin, pa qué dar más datos.
También en esa tercera semana nos llegó la ola de calor, no tuve casi cobertura en el móvil, el Niño se torció un pie, los dos mayores hicieron pandilla en la urba y prácticamente no les vi el pelo. A las once de la noche tenía que salir a buscarles a grito pelau para que volvieran a dormir...
Y la traca final de esa tercera semana ha sido la vuelta. Ocho horas y cuarenta y cinco minutos tardamos. La pequeña que ya gatea y ha espabilado muchísimo en vacaciones, no entendía qué hacíamos allí encerrados tantas horas. Atasco, calor infernal cada vez que parábamos, aire acondicionado a todo trapo, gritos de bebé de siete meses indignada con nuestro plan de mierda...
Y ahora tengo un millón de maletas y bolsas por el salón, pero yo en plan rebelión me dedico a escribir en el blog, ains....
lunes, 1 de septiembre de 2014
Volver
Qué duro es volver.
Volver a madrugar, a leer la prensa, volver al trabajo, a los horarios, a forrar libros, a las obligaciones.
Para una auténtica profesional de las vacaciones - podría dar cursos sobre vacacionear a conciencia - la vuelta es dolor.
Hemos estado dos semanas en Galicia, a estas alturas del verano me encanta ir al frescor gallego. El plan más repetido en nuestras vacaciones estivales es final de junio en el sur y final de agosto en el norte.
En Madrid se pasa tanto calor que la última quincena de agosto se agradece mucho dormir tapados, salir con chaqueta por las tardes y tener algún día de lluvia. Vamos a Rías Bajas, donde el clima es muy agradable en esta época, normalmente, aunque también puedes tener muchos días malos pero no es lo habitual.
Así que ha sido una quincena de no madrugar, comer bien, disfrutar de preciosos paisajes verdes. También de estar en la playa sin bañarte por la posible congelación acuática y alguna cosilla más. Pero eso son minucias para una vacacionista vocacional como yo.
El embarazo sigue su curso, ya tengo una buena panza de 6 meses y un buen lumbago que lo acompaña. Si alguien tiene un remedio infalible que hable ahora, por piedad. Miedo me da estar con este dolor hasta el final.
He empezado a tomar magnesio, buscad en google sobre el magnesio y lo mismo flipáis cómo lo he hecho yo. Resulta que la dieta actual es muy pobre en él, debido a los nuevos tipos de abonos. El magnesio es fundamental el mil procesos del cuerpo, es barato, y a lo mejor precisamente por eso, no es conocido lo fácil que es tomar un suplemento en alguno de sus formatos, en mis caso estoy tomando carbonato de magnesio. Conste que esto lo cuento porque al comentar del embarazo me he acordado, pero a este humilde blog no lo patrocina nadie, es sólo información que me ha apetecido compartir.
En cuanto a mis hijos, en las vacaciones lo han pasado genial y han estado muy simpáticos. No he apuntado ocurrencias o momentos divertidos, y como ando bastante con cabeza a pájaros ahora mismo solo recuerdo alguna de mi hijo:
- una es cuando me preguntó muy serio: "mamá, ¿no existirá la baja hermanal?, podrías preguntar porque igual que hay baja maternal, yo me quedaría en casa encantado cuando nazca la hermana".
Este niño piensa siempre en la misma dirección.
- otra una mañana estaba muy a buenas con su hermana, y le dijo que le iba a dedicar una canción. Tras unos minutos pensando nos suelta, ya tengo el principio: " los hermaaaanoos son parientes muy cercaaanooos". Casi muero de la risa.
Y nada más por hoy, que después de tantos días sin ver un teclado, necesito ir poco a poco...
Volver a madrugar, a leer la prensa, volver al trabajo, a los horarios, a forrar libros, a las obligaciones.
Para una auténtica profesional de las vacaciones - podría dar cursos sobre vacacionear a conciencia - la vuelta es dolor.
Hemos estado dos semanas en Galicia, a estas alturas del verano me encanta ir al frescor gallego. El plan más repetido en nuestras vacaciones estivales es final de junio en el sur y final de agosto en el norte.
En Madrid se pasa tanto calor que la última quincena de agosto se agradece mucho dormir tapados, salir con chaqueta por las tardes y tener algún día de lluvia. Vamos a Rías Bajas, donde el clima es muy agradable en esta época, normalmente, aunque también puedes tener muchos días malos pero no es lo habitual.
Así que ha sido una quincena de no madrugar, comer bien, disfrutar de preciosos paisajes verdes. También de estar en la playa sin bañarte por la posible congelación acuática y alguna cosilla más. Pero eso son minucias para una vacacionista vocacional como yo.
El embarazo sigue su curso, ya tengo una buena panza de 6 meses y un buen lumbago que lo acompaña. Si alguien tiene un remedio infalible que hable ahora, por piedad. Miedo me da estar con este dolor hasta el final.
He empezado a tomar magnesio, buscad en google sobre el magnesio y lo mismo flipáis cómo lo he hecho yo. Resulta que la dieta actual es muy pobre en él, debido a los nuevos tipos de abonos. El magnesio es fundamental el mil procesos del cuerpo, es barato, y a lo mejor precisamente por eso, no es conocido lo fácil que es tomar un suplemento en alguno de sus formatos, en mis caso estoy tomando carbonato de magnesio. Conste que esto lo cuento porque al comentar del embarazo me he acordado, pero a este humilde blog no lo patrocina nadie, es sólo información que me ha apetecido compartir.
En cuanto a mis hijos, en las vacaciones lo han pasado genial y han estado muy simpáticos. No he apuntado ocurrencias o momentos divertidos, y como ando bastante con cabeza a pájaros ahora mismo solo recuerdo alguna de mi hijo:
- una es cuando me preguntó muy serio: "mamá, ¿no existirá la baja hermanal?, podrías preguntar porque igual que hay baja maternal, yo me quedaría en casa encantado cuando nazca la hermana".
Este niño piensa siempre en la misma dirección.
- otra una mañana estaba muy a buenas con su hermana, y le dijo que le iba a dedicar una canción. Tras unos minutos pensando nos suelta, ya tengo el principio: " los hermaaaanoos son parientes muy cercaaanooos". Casi muero de la risa.
Y nada más por hoy, que después de tantos días sin ver un teclado, necesito ir poco a poco...
martes, 1 de julio de 2014
Vacaciones y frasecitas de mis hijos
Acabamos de volver de diez días de sol, playa y descanso.
Han sido muy buenas vacaciones, pero no tanto como suelen serlo. Hay que tener en cuenta que yo parto de un listón muy alto, porque tengo el don de vacacionear bien. Es lo que más me gusta del mundo y siempre lo disfruto. No creáis que es lo normal, no, que se yo de mucha gente que sale de su casa y echa de menos su colchón, añora su rutina, se aburre, le sobran horas de exposición familiar… A mí nunca me pasa nada de eso. Estar de vacaciones es mi estado ideal.
En mi vida laboral soy muy afanada, ese maldito sentido de la responsabilidad que me inculcaron me mata. Hace que me tome muy en serio mi trabajo, que haga cursos, y que no pare. Esa actitud confunde a mucha gente que se piensa que es que yo soy así y que me va ese ritmo. Error. Es todo fachada. A mí lo que me gusta es estar de vacaciones sin horarios, ni obligaciones, ni cargo de conciencia por no hacer lo que tengo que hacer, que vacaciones es NADA.
A lo que iba: han sido muy buenas vacaciones, para la mayoría de los mortales habrían sido de sobresaliente, pero para mi ranking personal, no lo han sido del todo.
Principalmente porque estoy raruna, agilipoyá también se puede decir. No me quito una sombra de preocupación de fondo en mi cabeza. Será hormonal, será la edad, será que desaprendemos con los años, será que me ha faltado el tinto de verano… ¿qué será?... Además ha habido pequeños incidentes, de esos que no son nada pero dan por c. A saber:
- La niña se cae de un árbol al que trepaba en bañador, se raspa y concretamente se hace una herida en la cara interior del brazo no se cura ni pa tras. También es verdad que se ha estado bañando y haciendo vida de playa, que no debe ayudar a que eso cicatrice bien.
- La niña se coge piojos y me los pasa solidariamente.
- Al niño le pican dos mosquitos que le han dado reacción a lo bestia, la de la farmacia nos mandó a urgencias donde le mandaron un antiestamínico y una pomada. No quiero pensar si en lugar de dos le pican algunos más.
- La niña empieza con dolores de tripa y cabeza. Después de un minucioso interrogatorio confiesa estreñimiento de 4 días. La niña lleva el tema de sus cacas con más misterio que los expedientes TOP SECRET de la CIA. Borra sus propias pistas y oculta datos hasta que no queda más remedio que confesar. Muy raro.
Aquí lo dejo pero ha habido alguna cosilla más.
Leí hace poco una frase de Michel Montaigne que decía: “mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”. Esa soy yo en los últimos meses. Más que lo que pasa es lo que no pasa y yo imagino.
Sobre lo bueno, hay mucho que decir:
- No tener horarios ni obligaciones preestablecidas.
- Levantarse cuando ya has dormido suficiente
- Comer cosas ricas
- Salir a cenar los cuatro juntos arregladitos, con buen color tras un día de playa y bien encremados.
- Ver a mis hijos construyendo castillos, saltando olas, cogiendo tesoros marinos…
- Babear viendo a mis hijos hacer windsurf. Es el segundo año que reciben clases y es alucinante cómo lo hacen de bien a sus 9 y 10 añitos.
….
Además los niños han estado muy ocurrentes, me ha dado para recopilar alguna frasecita de las suyas, así que esto cuenta como un “Sobre mis hijos”:
Estábamos todos tranquilamente sin hablar ni de estudios ni de jubilación y de pronto el niño dice:
- Yo cuando me jubile voy a estudiar ciencias naturales
Pasmo en los tres que le escuchábamos, porque es sabido que su pasión es la naturaleza, pero ¿por qué dejar su estudio hasta la jubilación?, así que tras varios pestañeos y miradas perplejas me animo yo a preguntar
- ¿Y antes de la jubilación?? ¿No vas a estudiar nada?
- Seguramente física elemental
Más pasmo si cabe. Este ya os digo yo que no sabe lo que es la física, porque en cuarto de primaria con saber dividir van que chutan. Ha debido de oírlo en algún sitio y el concepto “elemental” le ha molado. En ese momento de desconcierto ninguno pedimos aclaraciones, pero lo mejor es que se lo cuento a mi madre por teléfono y me dice que claro, que lo entiende perfectamente, porque él ha visto a sus abuelos que tienen mucho tiempo libre, y habrá pensado que los estudios gordos los deja para ese momento y de joven con lo elemental va sobrado. Ahí lo llevas madre, quién te ha visto y quién te ve.
La niña en un momento de esos de dolce far niente de pronto nos dice:
- A mi si hay una pareja que me cae mal pero mal son Adan y Eva. Pensar que podríamos estar así todo el día en plan paraíso, y que no puede ser por su culpa… - el hermano la anima diciendo que sí, que a él también le caen de pena, pero ella misma se matiza – Claro que también te digo que si no hubieran sido ellos habrían aparecido una pandilla de adolescentes y para hacer la gracia se habrían comido la manzanita…
Ella a los “adolescentes”, así como grupo, les tiene mucha tirria, desde bien pequeña. Lo que me sorprende es que lo mantenga ya que le queda poco para entrar en esa categoría. Un día este invierno iban una pandilla haciendo el tonto, empujándose, pegando grititos, diciendo chorradas a gritos, me miró horrorizada y me preguntó:
- Mamá, ¿yo seré como ellos?
- ¡Qué dices, para nada!!, a esos seguro que se les vería la absurdez desde los tres añitos
- Uf, menos mal.
Pobre, la tengo que animar aunque no me lo crea ni yo.
En otro momento de estas vacaciones, la niña que es muy fan de su padre, me dijo: “Mamá, qué bien elegiste marido porque papá es majísimo. Yo me voy a buscar uno igual pero sin entradas”.
Han sido muy buenas vacaciones, pero no tanto como suelen serlo. Hay que tener en cuenta que yo parto de un listón muy alto, porque tengo el don de vacacionear bien. Es lo que más me gusta del mundo y siempre lo disfruto. No creáis que es lo normal, no, que se yo de mucha gente que sale de su casa y echa de menos su colchón, añora su rutina, se aburre, le sobran horas de exposición familiar… A mí nunca me pasa nada de eso. Estar de vacaciones es mi estado ideal.
En mi vida laboral soy muy afanada, ese maldito sentido de la responsabilidad que me inculcaron me mata. Hace que me tome muy en serio mi trabajo, que haga cursos, y que no pare. Esa actitud confunde a mucha gente que se piensa que es que yo soy así y que me va ese ritmo. Error. Es todo fachada. A mí lo que me gusta es estar de vacaciones sin horarios, ni obligaciones, ni cargo de conciencia por no hacer lo que tengo que hacer, que vacaciones es NADA.
A lo que iba: han sido muy buenas vacaciones, para la mayoría de los mortales habrían sido de sobresaliente, pero para mi ranking personal, no lo han sido del todo.
Principalmente porque estoy raruna, agilipoyá también se puede decir. No me quito una sombra de preocupación de fondo en mi cabeza. Será hormonal, será la edad, será que desaprendemos con los años, será que me ha faltado el tinto de verano… ¿qué será?... Además ha habido pequeños incidentes, de esos que no son nada pero dan por c. A saber:
- La niña se cae de un árbol al que trepaba en bañador, se raspa y concretamente se hace una herida en la cara interior del brazo no se cura ni pa tras. También es verdad que se ha estado bañando y haciendo vida de playa, que no debe ayudar a que eso cicatrice bien.
- La niña se coge piojos y me los pasa solidariamente.
- Al niño le pican dos mosquitos que le han dado reacción a lo bestia, la de la farmacia nos mandó a urgencias donde le mandaron un antiestamínico y una pomada. No quiero pensar si en lugar de dos le pican algunos más.
- La niña empieza con dolores de tripa y cabeza. Después de un minucioso interrogatorio confiesa estreñimiento de 4 días. La niña lleva el tema de sus cacas con más misterio que los expedientes TOP SECRET de la CIA. Borra sus propias pistas y oculta datos hasta que no queda más remedio que confesar. Muy raro.
Aquí lo dejo pero ha habido alguna cosilla más.
Leí hace poco una frase de Michel Montaigne que decía: “mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”. Esa soy yo en los últimos meses. Más que lo que pasa es lo que no pasa y yo imagino.
Sobre lo bueno, hay mucho que decir:
- No tener horarios ni obligaciones preestablecidas.
- Levantarse cuando ya has dormido suficiente
- Comer cosas ricas
- Salir a cenar los cuatro juntos arregladitos, con buen color tras un día de playa y bien encremados.
- Ver a mis hijos construyendo castillos, saltando olas, cogiendo tesoros marinos…
- Babear viendo a mis hijos hacer windsurf. Es el segundo año que reciben clases y es alucinante cómo lo hacen de bien a sus 9 y 10 añitos.
….
Además los niños han estado muy ocurrentes, me ha dado para recopilar alguna frasecita de las suyas, así que esto cuenta como un “Sobre mis hijos”:
Estábamos todos tranquilamente sin hablar ni de estudios ni de jubilación y de pronto el niño dice:
- Yo cuando me jubile voy a estudiar ciencias naturales
Pasmo en los tres que le escuchábamos, porque es sabido que su pasión es la naturaleza, pero ¿por qué dejar su estudio hasta la jubilación?, así que tras varios pestañeos y miradas perplejas me animo yo a preguntar
- ¿Y antes de la jubilación?? ¿No vas a estudiar nada?
- Seguramente física elemental
Más pasmo si cabe. Este ya os digo yo que no sabe lo que es la física, porque en cuarto de primaria con saber dividir van que chutan. Ha debido de oírlo en algún sitio y el concepto “elemental” le ha molado. En ese momento de desconcierto ninguno pedimos aclaraciones, pero lo mejor es que se lo cuento a mi madre por teléfono y me dice que claro, que lo entiende perfectamente, porque él ha visto a sus abuelos que tienen mucho tiempo libre, y habrá pensado que los estudios gordos los deja para ese momento y de joven con lo elemental va sobrado. Ahí lo llevas madre, quién te ha visto y quién te ve.
La niña en un momento de esos de dolce far niente de pronto nos dice:
- A mi si hay una pareja que me cae mal pero mal son Adan y Eva. Pensar que podríamos estar así todo el día en plan paraíso, y que no puede ser por su culpa… - el hermano la anima diciendo que sí, que a él también le caen de pena, pero ella misma se matiza – Claro que también te digo que si no hubieran sido ellos habrían aparecido una pandilla de adolescentes y para hacer la gracia se habrían comido la manzanita…
Ella a los “adolescentes”, así como grupo, les tiene mucha tirria, desde bien pequeña. Lo que me sorprende es que lo mantenga ya que le queda poco para entrar en esa categoría. Un día este invierno iban una pandilla haciendo el tonto, empujándose, pegando grititos, diciendo chorradas a gritos, me miró horrorizada y me preguntó:
- Mamá, ¿yo seré como ellos?
- ¡Qué dices, para nada!!, a esos seguro que se les vería la absurdez desde los tres añitos
- Uf, menos mal.
Pobre, la tengo que animar aunque no me lo crea ni yo.
En otro momento de estas vacaciones, la niña que es muy fan de su padre, me dijo: “Mamá, qué bien elegiste marido porque papá es majísimo. Yo me voy a buscar uno igual pero sin entradas”.
lunes, 21 de abril de 2014
He vuelto
Diez días como diez soles de buena vida y de pronto se terminan. Así, sin más.
Vacaciones. Dormir hasta que no tienes sueño, vivir sin horarios ni obligaciones, comer más de la cuenta, pasear, coger conchas, días de sol y playa seguidos de días de lluvia y paraguas, paisajes verdes gallegos... Una vez más confirmar que la naturaleza no tiene nada de bucólico con sus garrapatas y abejas que enjambran en el tejado de la casa de los suegros. Y sin embargo me encantan estos días de salvaje naturaleza a la que estoy poco acostumbrada. No se cuantos días tengo que estar expuesta para echar de menos la ciudad, pero se que hasta ahora nunca los he alcanzado. O tengo vacaciones demasiado cortas o convivo con una Heidi en mi interior.
Más cosas: ver jugar a los primos y los amores que se tienen; comidas con largas sobremesas, respirar aire puro, pasar de solazo a nublado en cuestión de diez minutos... Aprovechar una tarde para dejar a los niños con los abuelos y primos, y escaparnos al cine más próximo a 40 km.
Hemos disfrutado todos mucho de estos días, pero en esta ocasión creo que yo he ganado al resto de la familia. Y eso es mucho decir, que somos una familia de disfrutones de nivel, con un ranking que suele encabezar el niño.
Necesitaba muchísimo esta desconexión galega.
Y ahora, descansada y con nueva energía, ¡de vuelta a la jungla urbana!, rutina laboral-doméstica-escolar aquí me tienes...
Vacaciones. Dormir hasta que no tienes sueño, vivir sin horarios ni obligaciones, comer más de la cuenta, pasear, coger conchas, días de sol y playa seguidos de días de lluvia y paraguas, paisajes verdes gallegos... Una vez más confirmar que la naturaleza no tiene nada de bucólico con sus garrapatas y abejas que enjambran en el tejado de la casa de los suegros. Y sin embargo me encantan estos días de salvaje naturaleza a la que estoy poco acostumbrada. No se cuantos días tengo que estar expuesta para echar de menos la ciudad, pero se que hasta ahora nunca los he alcanzado. O tengo vacaciones demasiado cortas o convivo con una Heidi en mi interior.
Más cosas: ver jugar a los primos y los amores que se tienen; comidas con largas sobremesas, respirar aire puro, pasar de solazo a nublado en cuestión de diez minutos... Aprovechar una tarde para dejar a los niños con los abuelos y primos, y escaparnos al cine más próximo a 40 km.
Hemos disfrutado todos mucho de estos días, pero en esta ocasión creo que yo he ganado al resto de la familia. Y eso es mucho decir, que somos una familia de disfrutones de nivel, con un ranking que suele encabezar el niño.
Necesitaba muchísimo esta desconexión galega.
Y ahora, descansada y con nueva energía, ¡de vuelta a la jungla urbana!, rutina laboral-doméstica-escolar aquí me tienes...
viernes, 11 de abril de 2014
Vacaciones
Nos vamos toda la semana de vacaciones a Galicia. A mí siempre me viene bien un descanso y un cambio de aires, pero ahora mismo ya es casi una necesidad, más que otra cosa.
Solo quería avisaros de que voy a estar desconectada, al menos de mi blog, los vuestros seguro que en algún ratejo los visito desde el móvil.
Un beso y sed felices
Solo quería avisaros de que voy a estar desconectada, al menos de mi blog, los vuestros seguro que en algún ratejo los visito desde el móvil.
Un beso y sed felices
miércoles, 8 de enero de 2014
Siempre nos quedará canarias
Ya hace unos días que volvimos de canarias y sigo con jet lag. Sí, habéis oído bien, el concepto jet lag canario no trata solo de la hora de diferencia, es tooodooo lo demás.
Soy muy fan de canarias. El clima maravilloso, la gente tan amable, las playas... mmmmm.
Cuando volvíamos del aeropuerto a casa el niño empezó su retahíla morriñosa: “voy a echar mucho de menos estar en bañador, ir a la playa, bañarme, despertarme avisar a papá y bajar al buffet a desayunar un montón de churros… mamá mira, se me caen dos lágrimas” … “sí hijo sí, y déjalo ya o va a acabar llorando hasta el taxista”.
Hace ya muchos años que pasamos fin de año en canarias, empezamos yendo los cuatro solos y los últimos años vamos con la familia de mi marido. Siempre digo que me llevo muy bien con la familia política, en canarias es más fácil todavía conseguirlo, aunque para qué negarlo, la convivencia con los suegros, los cuñados y cinco niños, tiene sus momentos. Poca cosa, a 25 grados todo es poca cosa. Si los niños gritan buceas.
Hemos estado en el sur de Tenerife, costa Adeje. Muy bonito y recomendable.
Los mejores momentos de la semana:
- Ver a los primos cómo se quieren (no tan molón cuando están a leches minutos después de haberse hecho hermanos de sangre). A pesar de vivir a 700 km se tienen un amor increíble.
- Pasar el día 30 de diciembre en el parque acuático Siam Park. Divertidísimo. Lleno de rusos, por cierto.
- Tomar las uvas de fin de año en la terraza.
- Ver al abuelo bailando con la nieta y diciendo que se lo estaba pasando como cuando tenía 20 años.
- Acostarnos tarde y levantarnos tarde. Bueno, esto último solo la niña y yo, que somos las marmotas de la casa, para cuando nos levantábamos los chicos ya se habían comido tropecientos churros.
- Comprarme un bikini precioso al 50% de descuento. El toque materialista/consumista está ahí, no va a ser todo paz y amor.
- Ver a todos los chicos de la familia – incluido abuelo de 71 años – salir de voluntarios en un show de lucha canaria. Les tiraron a todos, pero unos dieron más trabajo que otro. Grandes risas.
Ahora toca volver a la rutina invernal-laboral-escolar, ay....
Soy muy fan de canarias. El clima maravilloso, la gente tan amable, las playas... mmmmm.
Cuando volvíamos del aeropuerto a casa el niño empezó su retahíla morriñosa: “voy a echar mucho de menos estar en bañador, ir a la playa, bañarme, despertarme avisar a papá y bajar al buffet a desayunar un montón de churros… mamá mira, se me caen dos lágrimas” … “sí hijo sí, y déjalo ya o va a acabar llorando hasta el taxista”.
Hace ya muchos años que pasamos fin de año en canarias, empezamos yendo los cuatro solos y los últimos años vamos con la familia de mi marido. Siempre digo que me llevo muy bien con la familia política, en canarias es más fácil todavía conseguirlo, aunque para qué negarlo, la convivencia con los suegros, los cuñados y cinco niños, tiene sus momentos. Poca cosa, a 25 grados todo es poca cosa. Si los niños gritan buceas.
Hemos estado en el sur de Tenerife, costa Adeje. Muy bonito y recomendable.
Los mejores momentos de la semana:
- Ver a los primos cómo se quieren (no tan molón cuando están a leches minutos después de haberse hecho hermanos de sangre). A pesar de vivir a 700 km se tienen un amor increíble.
- Pasar el día 30 de diciembre en el parque acuático Siam Park. Divertidísimo. Lleno de rusos, por cierto.
- Tomar las uvas de fin de año en la terraza.
- Ver al abuelo bailando con la nieta y diciendo que se lo estaba pasando como cuando tenía 20 años.
- Acostarnos tarde y levantarnos tarde. Bueno, esto último solo la niña y yo, que somos las marmotas de la casa, para cuando nos levantábamos los chicos ya se habían comido tropecientos churros.
- Comprarme un bikini precioso al 50% de descuento. El toque materialista/consumista está ahí, no va a ser todo paz y amor.
- Ver a todos los chicos de la familia – incluido abuelo de 71 años – salir de voluntarios en un show de lucha canaria. Les tiraron a todos, pero unos dieron más trabajo que otro. Grandes risas.
Ahora toca volver a la rutina invernal-laboral-escolar, ay....
jueves, 29 de agosto de 2013
Diferencias y curiosidades USA - España
En la última entrada, cuando comentaba sorprendida la
“supuesta diferencia” entre España y USA en la que se fijó mi hija, Inmagina me
pidió que contara esas diferencias que, a diferencia de mi hija, cualquiera
vería.
Es muy curioso lo que me ocurre cuando viajo, y es que
presto muchísima atención a los detalles. En mi vida normal soy un despiste
andante, es como si una parte de mi cerebro de forma autónoma, decidiera que
aquí ya está todo visto y no presto atención. Esto me lleva a situaciones
surrealistas como descubrir que han abierto una tienda al lado de mi casa
cuando lleva 8 meses abierta. Suelo cruzarme con padres del colegio, o con mi
propia hermana por la calle, sin darme cuenta. Vamos, que parezco gilipoyas. De
hecho a veces para no parecerlo tanto ante la sorpresa de la persona con la que
me acabo de cruzar sin verla, me invento que necesito gafas y que a veces no me
las pongo y por eso no veo a la persona en cuestión.
Sin embargo en cuanto viajo, se me activan las antenas que
es algo increíble. Lo mismo me da que sea un viaje a Cuenca, que a San
Francisco, de pronto lo veo todo.
Tras esta larga introducción, paso a hacer mi censo de
pequeñas diferencias detectadas cuando he viajado a los Estados Unidos (no solo
en esta última ocasión):
-
Los enchufes
son diferentes. Esto lo ve cualquiera ya que no te funciona ningún cargador, ni
el secador de pelo que tan previsoramente metiste en la maleta. En los 90 este
hecho no tenía tanto impacto y recuerdo no haber comprado adaptador, pero ahora
que vamos cargados con el iphone, el ipad, la cámara, el mp4 de los niños, y no
se cuantos aparatos electrónicos e innecesarios de los que somos medio
dependientes, se hace necesario un adaptador para poder cargarlos por las
noches.
-
Unidades
de medida. Tanto las distancias como la temperatura se convierten en un
gran misterio.
¿Qué tiempo hace? – 75
grados Farenheit. ->
Catalina se llama la novia. Me quedo como estaba sin saber si saco los
pantalones cortos o los vaqueros
¿Y mañana? – 85 grados
Farenheit. -> Puf, no me digas
más.
-
Banderas
del país por todas partes. Como bien apuntaba Dolega en uno de sus comentarios,
el americano da igual de que ideología u origen sea, está orgullosos de su país
y luce su bandera a la primera de cambio.
-
Pegatinas en el coche y en las ventanas de las
casas, haciendo campaña del partido
político al que votan. Esto tenía que haberlo metido en el último Sobre mis
hijos. Les estábamos contando a los niños esta diferencia con España donde el
voto es mega secreto, y el niño comentó: “pues que digan a quien han votado no
sirve para nada, porque no dicen por qué le han votado”. Me imaginé las
pegatinas de los coches seguidas de un tocho de explicaciones de por qué votan
al partido en cuestión y casi me da un ataque de risa.
-
En las habitaciones de los hoteles siempre
tienen una cubitera vacía con dos
vasos y una cafetera eléctrica. Además
en el pasillo de los hoteles casi siempre encuentras una máquina de hacer
hielo. Lo de la cubitera y el hielo no lo pillo, pero la cafetera es muy útil,
eso de levantarme y tomar un café antes de ducharme a mi me chifla.
-
En un
cajón de la mesilla del hotel siempre encuentras una Biblia. Copio la explicación que me dio Dolega a este hecho: “La
Biblia es un clásico en TODOS los hoteles. Las biblias son donadas por Gideon
Internationaldesde 1908. Desde 1908, hasta la fecha, se estima que Gideon
International ha dejado más de 1.8 mil millones de Biblias en hoteles de
Estados Unidos y más de 190 países, las cuales son pagadas gracias a
donaciones. De acuerdo con datos de la Asociación, el 25 por ciento de las
personas que se hospedan en un hotel, leen la Biblia durante su estancia, y
cada libro tiene una vida de seis años”.
-
Es fácil encontrar “coin laundry” o “laundromat”
con lavadoras y secadoras que funcionan con monedas, y venden monodosis de
detergente y suavizante.
-
No hay persianas.
Eso para mi es dolor. Y no solo pasa en EEUU, ¡pasa siempre fuera de nuestro
país!. Cómo no hemos sido capaces de exportar algo tan maravilloso como es una
persianita, que la bajas para dormir bien, para que no entre ruido ni luz. Por Dios,
no se duerme igual sin persiana, vas a comparar…
-
Encuentras fácilmente trabajadores octogenarios. Es habitual verlos
vendiendo tickets, vigilando filas, etc. en parques temáticos, acuarios, cines…
Supongo que un país con un sistema de protección social tan endeble, propicia
el que mucha gente necesite trabajar hasta muy mayor, pero el lado positivo es
que al menos existe la posibilidad de trabajar. En España a este paso nos vamos
a quedar sin lo uno (pensiones) ni lo otro (trabajo). También creo que entre
mandar a la gente a su casa prejubilada con 52 años como acaba de pasar en la
Entidad (financiera) para la que trabajo, cuando muchos están en su mejor
momento de rendimiento profesional, y tener que trabajar con 80 años cuando
deberías estar tranquilamente en tu casita, debe haber un sano punto
intermedio.
-
Cuando viajas por carretera también se ven miles de diferencias: camiones enormes y
preciosos, me encantan esos colores rojo brillante o azul cielo, con esas
cabinas delanteras redondeadas; parecen como de juguete. Los coches en general
son muy grandes, aunque esto no ocurre en San Francisco, donde vi muchos Mini y
coches tipo los europeos. También se ven muchos moteros en sus Harley. El tipo
de pueblos y viviendas que se ven no tienen nada que ver con los nuestros. En
general, las vistas desde la ventanilla del coche son muy diferentes a las que
se ven viajando por España.
-
Cuando llegas a un restaurante te suelen poner sin
preguntar vasos de agua llenos de
hielos para todos, y durante la comida te los van rellenando en cuanto se
quedan vacíos.
-
En los sitios de comida rápida, esto es: las dos
mil versiones de mc donalds, sitios de comida mejicana, de ensaladas, de sándwiches,
etc. es muy habitual que no vendan ninguna bebida con alcohol, ni siquiera una
cerveza, porque no tienen licencia para vender bebidas alcohólicas.
-
A todas horas hay gente comiendo. Esto también
pasa en sitios turísticos de cualquier lugar.
-
Los precios siempre son sin impuestos.
-
Las propinas,
ufff, eso da para una entrada. Hay que dar propinas en todas partes. Nos han
llegado a poner un sobrecito encima de la cama por si queremos dejar propina a
la limpiadora de la habitación. A mi me parece una pasada que a los precios que
has visto en la carta tengas que sumar los impuestos y las propinas, que suelen
ser entre el 10% y el 25% de la cuenta.
-
El americano es muy conversador. Lo de que en
España somos abiertos, me da la risa, je. Cualquiera se te acerca a saludarte,
a preguntarte de dónde eres, qué has pedido para comer, a qué estas jugando...
Mi hijo llegó a comentar indignado: “aquí no hay quien desayune tranquilo, todo
el día hablando, y ¡encima en inglés!”. Como un viejillo cascarrabias a los 8
años, pero lo cierto es que yo estaba pensando lo mismo…
… Y hay más diferencias, pero
ya me he cansado de escribir… así que bienvenidas son vuestras aportaciones!
domingo, 25 de agosto de 2013
Del Sequoia Park a Las Vegas
Prosigo el relato viajero: de nuestra relajante sesión de
naturaleza partimos rumbo a Las Vegas. El trayecto de viaje en coche más largo
que hicimos. Además justo cuando marido y yo habíamos terminado de elaborar una
teoría sobre lo bien que conducen en USA y lo civilizados que son al volante,
pudimos comprobar en carnes propias cómo se iba todo el desarrollo teórico a
hacer puñetas.
A 150 millas del destino, la Interestatal 15 estaba más
atascada que la M30 en sus mejores momentos. Cuando llevábamos 10 minutos
parados aquello enloqueció. Coches que intentaban adelantar por el arcén, otros
salían en pleno desierto, campo a través a buscar carreteras secundarias,
algunos de ellos quedando atascados en la arena. Un caos de dar autentico
canguelo. Hasta que en cuestión de minutos aparecieron la Highway Patroll y varios coches de San Bernardino County Sherrif y no veáis lo poquito que tardaron en
poner orden. Je, ahora me rio, pero hubo unos segundos de pánico en plan: qué
hago yo con unos niños tan pequeños en mitad del desierto camino a Las Vegas y
con este tinglao, que seguro que varios de estos llevan armas en sus coches. Ya
veía los titulares: padres desaprensivos llevan a sus hijos menores de edad a la ciudad del
pecado, también conocida como Las Vegas, y acaban envueltos en un tiroteo por
motivos aún desconocidos.
Cuando por fin, tras un viaje que se me hizo eterno,
llegamos a las Vegas, la primera impresión fue decepcionante. Pero decidí no
darle importancia, irme a la cama e intentar verlo al día siguiente con otra
actitud. Dicho y hecho. Dentro de que es, junto con Los Angeles lo que menos me
ha gustado del viaje, pues bueno, es cierto que tiene su gracia lo de los
mega-hoteles donde te cascan dentro lo mismo una reproducción de la plaza de
San Marcos que un parque de atracciones. No es un decir, nosotros estábamos en
el Circus Circus, que es uno de los especializados en familias y teníamos un
circo y un parque de atracciones en el hotel. Ellos son asín.
Celebramos el 10º cumpleaños de la niña yendo a ver el show
de David Copperfield, que nos tuvo hora y media con la boca abierta. En general
lo pasamos muy bien, pero visto queda, no creo que vuelva a Las Vegas.
Al tercer día partimos rumbo a Los Angeles. Os cuento mis
impresiones negativas: ciudad incómoda, fea, con muchos atascos y necesario el
coche para todo. Pero también es cierto que tiene cosas chulas: el Universal
Studios es un mega parque temático de cine, donde además te hacen un recorrido
por los estudios de grabación; Carrol Avenue tiene unas casas ideales donde se
han grabado películas y videoclips (por ejemplo la casa de Embrujadas está en
esa calle); y también me gustó Santa Mónica.
De allí iniciamos viaje por la costa hacia San Francisco,
desde donde volveríamos a casa. Ese viaje me requetechifló. Las tres noches y
cuatro días que pasamos en el Carmel fueron de ensueño. Podría vivir en el
Carmel, y en general creo que en cualquier sitio de la bahía de Monterey.
Pueblos con un encanto especial, calles, casas, comercios, galerías de arte…
todo es bonito. Las playas son una maravilla, el Big Sur te deja sin aliento,
Point Lobos no te lo esperas…
Estos son mis hijos jugando a las palas a última hora de la tarde en una playa, como no se les ve la cara, me animo a presentarlos:
En la bahía de Monterey tienen buen clima pero sin un calor que castigue. Todo lo
que puedo decir qye hemos vivido en esta parte de los Estados Unidos es bueno. Los niños
fliparon cuando fuimos a ver ballenas, hay varios barcos en el puerto que se
dedican a eso: llevar turistas a mar adentro a ver ballenas, que en esta época
paran muchas en esa zona a comer.
Y finalmente volvimos a San Francisco, a pasar la última
noche y día. Ahí se me cayó el alma a los pies, de pensar lo rápido que habían
pasado los 22 días. Tanto me angustié que me salió el herpes en la nariz, del
que os hablaba en la entrada anterior. Ya se que parezco tonta, no me lo
digáis, que lo se, que no tengo edad para llevar así de mal el fin de unas
vacaciones. Pero lo habíamos pasado tan bien, todo el día los cuatro juntos, sin
dar un palo al agua y disfrutando, que anticipar lo que esperaba en Madrid me embajonó
totalmente.
Y así sigo, con ganas ya de dormir de un tirón por las noches, de
que los niños estén recuperados del todo, y bueno, a ver qué tal septiembre que
tiene una pinta… porque además de lo del trabajo de marido, yo me cambio de
departamento, que es algo que llevo esperando seis meses y que en realidad es
muy positivo, puesto que voy a un grupo que tienen mucho trabajo, mientras que
el mío actual está con un riesgo altísimo de externalización. Pero justo ahora
mismo tengo tan poca energía que partir de nuevo a aprender un nuevo trabajo, a
adaptarme a nuevo jefe, etc etc. Bueno, nada, tonterías mías…
miércoles, 21 de agosto de 2013
De San Francisco a Yosemite
Salimos de San Francisco, mucho sol, carretera de mucho
camión precioso y enorme, mucha Harley y sobre todo, muchas banderas en casas,
pueblos, comercios. Si viajas a EEUU y te das un golpe en la cabeza, cuando
recuperes el sentido, antes que recordar tu nombre sabrás dónde estás. Es
seguro que tendrás cerca una orgullosa bandera americana ondeando al viento.
Tengo que hacer un censo de pequeñas diferencias con España y el uso de su
bandera encabezará la lista.
Una cosa que no comenté antes es lo práctico que resulta
todo en ese país. Por ejemplo, dejamos SF con la ropa que allí usamos lavada
porque encontramos cerca lo que llaman Coin Laundry, que son las lavadoras y
secadoras que usas con monedas. Y esta operación la repetimos en cada parada de
la ruta. Son esos pequeños detalles que te hacen la vida más fácil, como tener
cafetera en las habitaciones de los hoteles, ah! y siempre una biblia en un
cajón, que te puede dar un ataque de religiosidad a las 3 de la mañana y ahí la
tienes siempre disponible (esta
frase es coña, por si alguien nuevo me está leyendo).
Sobre la preciosidad y la naturaleza que te inunda en
Yosemite, he pensado que mejor que hablar yo que lo hagan estas fotos que hice
allí:
-
Llegando por la carretera
-
Vistas desde la ventana de nuestra habitación
-
Piscina donde refrescarnos cuando volvíamos de
caminar por las tardes
-
Muchos animales
-
Paisajes maravillosos
Además de Yosemite vimos el Sequoia Park, otra maravilla. En
total cuatro días muy disfrutados de parques. Marido sufrió por no poder estar
un mes completo solo de parques ya que nos quedó muchísimo por ver. El se
imaginaba con sus ex compañeros de Montes acampando en los parques…
A mi me sentaron de maravilla, me relajaron mucho. El plan
era desayunar fuerte y salir a disfrutar de los paisajes y caminatas desde
primera hora hasta las 3 o 4, comíamos fruta en alguna zona de picnic, y
volvíamos al hotel a darnos un baño en la piscina. A las 6 o 7 cenábamos,
varios días de barbacoa hecha por nosotros, porque otra cosa que tienen allí es
que casi todos los hoteles rurales de allí (Lodge le llaman ellos, no se cómo
traducirlo porque en realidad no son hoteles, son cabañas, o…) tienen barbacoa
disponible para que usen los clientes.
Continuará...
martes, 20 de agosto de 2013
La costa oeste de EEUU (I) – San Francisco
Durante el viaje, mentalmente pensaba unas entradas chulísimas
para contaros el viaje. Ahora que estoy aquí con el teclado delante tengo la
mente casi en blanco. De verdad que lo del jet lag no tiene nombre, el destroce
mental que genera está muy infracomentado. En fin, allá voy y que sea lo que Dios
quiera…
Todo empieza en realidad meses antes, cuando decidimos materializar la
idea del viaje de la que ya habíamos hablado muchas veces. Una cosa muy buena
que tenemos marido y yo, es que nos encanta viajar de la misma manera,
relajadamente, sin atosigarnos a ver cosas, sino en función de lo que el cuerpo
vaya pidiendo. Desde que nos hicimos novietes, con veintiún añitos, hemos
viajado mucho, primero por España, luego Europa, luna de miel en Australia... y cuando
nacieron los niños seguimos en la misma dinámica, pero acoplándonos mucho al
horario y ritmos de un niño. Voy al grano que me disperso. Hace meses, durante
la convalecencia tras la operación de marido, decidimos celebrar los 11 años de
casados, mi 40º cumpleaños, el 10º de la niña y en general que la vida nos
sonríe, regalándonos este pedazo de viaje. Buscamos mucho en internet: blogs de
viaje, webs especializadas, etc. Fijamos la ruta, el tiempo, reservamos hoteles
y coche. Lo pasamos bomba esas horas tumbados con el portátil leyendo,
imaginando, anticipando. Y finalmente llegó el día y partimos rumbo a San
Francisco, con escala en Chicago.
El viaje tan largo en avión para mi es un
infierno. No me mareo ni me da miedo, pero sí mucha impaciencia y hasta algo de
claustrofobia. Por suerte soy la única de los cuatro que lo pasa mal. Los otros
tres duermen, leen, ven películas, vuelven a dormir… da gloria verlos.
Un inciso: tengo la
idea de que viajar con niños, en general, es mucho mejor de lo que la gente
piensa. No solo ocurre con mis hijos. Muchas veces he oído a gente comentar
sorprendida lo bien que había ido el viaje a pesar de que el hijo/a era muy
pequeño. Respetando sus horarios de sueños, comidas, y haciendo planes a su
nivel también claro ( si les llevas a ver teatro ruso experimental palman), los
niños se adaptan casi mejor que los adultos y están dispuestos a incorporar con
normalidad muchas cosas nuevas.
Llegamos a San Francisco por la noche, cogimos el coche de
alquiler, y tras un breve periplo perdidos por sus calles, llegamos al hotelito (La
Luna Inn) donde pasamos las 5 noches siguientes. A las 6 de la mañana, fruto
uno de los múltiples efectos del jet lag de los huevos ya estábamos todos más
despejados que si fueran las 12 de la mañana. A las 9 de la mañana ya estábamos
emocionados y hartos de esperar a que el Big Bus Tour empezara su ruta. Un
acierto empezar cogiendo este tipo de Bus turístico, porque nos permitió ir
sentaditos viendo todo San Francisco, con unos auriculares que te explicaban
los barrios por donde pasabas. Te podías bajar y subir cuando querías.
Primera impresión de San Francisco: fantástica. Impresión
confirmada en los siguientes días.
Es una ciudad preciosa, con mucha vida y mucho estilo propio. Barrios de lo más variopintos:
- el barrio
chino para comprar regalitos y pasear,
- el Little
Italy para comer pasta buenísima,
- el puerto
- Fishermans Warf - con los muelles numerados (pier 1… pier 39…) y con
muchísima vida, incluida la marina, para deleite de mis hijos hay leones marinos. Además coincidió que era la copa América, así que estaba
especialmente concurrido, con conciertos, etc.
- Union Square
y al rededores para comprar, coger el tranvía, pasear, comer.
- El
distrito financiero con sus rascacielos.
- Cruzar el
Golden Gate y hacerte fotos con el de fondo. Pasear por el parque Golden Gate,
una versión muy mejorada del Retiro de Madrid, donde además puedes ir al precioso
Jardín japonés y al museo de Ciencias. A mis hijos les gustó especialmente el
museo de Ciencias, que tiene un acuario alucinante, un mariposario y mil cosas
que ver.
- Muy cerca
de San Francisco y que nos gustó conocer: el Muir Wood – un parque de sequoias
gigantes – y Sausalito – un pueblecito precioso donde comer muy buen pescado.
Estuvimos los cinco primeros días y el último pasando noche
antes de volver, y tengo la impresión de que me han faltado muchísimos días en
esta ciudad. Me encantó.
Siempre que he ido a EEUU, la primera vez cuando tenía 17
años, he tenido la impresión de que todo tiene un aire a conocido. Nos hemos
hartado a ver en sus películas sus casas, camiones, semáforos, policías,
calles… Sin embargo en San Francisco no me ocurrió eso. Excepto la imagen del
Golden Gate y un par de momentos de calle con cuestas y tranvía, el resto me
resultó novedoso. Me chocó ver tanta gente deportista, corriendo, en bici, vimos
mucho cuerpo atlético y poco sobrepeso. Otro
inciso: hay que tener en cuenta que es una visión muy parcial, muy sesgada, de
turista que pasa unos días en una ciudad y que por lo tanto no llega a conocer
de verdad ni a la ciudad ni a sus habitantes, simplemente expreso mis
impresiones.
Se puede comer muy bien en San Francisco, hay mucha variedad
de restaurantes y supermercados, mucha comida orgánica, biológica y de muchos
países. Descubrí un vino californiano que me ha encantado, de uva zynfandel.
Solo dos cosas no tan positivas: gastamos más de lo que pensábamos y no
teníamos que haber alquilado el coche hasta el día que nos íbamos de San
Francisco. En la ciudad te puedes mover perfectamente con transporte público,
caminando y taxis. Mientras que el día que nos movimos con el coche nos
gastamos una pasta en parkings.
Acabo de recordar una frase que leí en la calle: “Don´t call
it Frisco. Don´t call it summer”-> “No lo llames Frisco. No lo llames verano”.
En San Francisco rara vez suben de 21 grados, así que el verano no es caluroso.
Para poder caminar y conocer la ciudad es una temperatura estupenda. Íbamos
preparados con vaqueros y sudaderas, y a caminar, bajo el cielo a ratos nublado
a ratos de un azul radiante. Ya
os hablaré de Los Angeles donde es justamente lo contrario, atascos, calor, y yo
al menos no encontré el estilazo propio que tiene San Francisco.
Me encantó despertarme el día de mi cuarenta cumpleaños en
San Francisco.
Continuará…
jueves, 20 de diciembre de 2012
El plan navideño
Me gusta la navidad. Pensaba que era un bicho raro porque a partir de una edad casi todo el mundo que me rodea está con la monserga del consumismo, la melancolía, la gente que no está, blablabla. Pero por lo que veo en los blogs que sigo, hay por aquí mucha animosa como yo que se apunta a la movida navideña con todas sus consecuencias: decoración loca y hortera, papeos descontrolados, regalos y mucho espíritu navideño fun fun fun.
A mi ya me gustaba la navidad antes de tener a mis hijos, así que lo de los niños no es el motivo, pero sí es cierto que ayuda. Las cartas de reyes de mis hijos, todas decoradas con todo lujo de detalle, son emocionantes. Ya han empezado a tener dudas de fe, así que supongo que en breves esto se nos va al garete, ¡qué pena por Dios!. La carta de mi hija es todo brillantina y dibujos cursis. Y la carta de mi hijo incluye, como siempre, un apartado de un perro vivo, y este año ha incluido otra que me ha emocionado, pone: “comida y juguetes para niños pobres, se los lleváis directamente a ellos”. Es para comérselo. Muy bien intencionado, pero tampoco era plan de que dejaran todo en nuestra casa y luego venga a repartir de casa en casa a los pobres…
Yo recuerdo como algo trágico el momento en que me enteré de los Reyes eran los padres. Con la fe ciega que yo les tenía. Estábamos mi madre y yo desayunando en la cocina, yo tenía 7 años ( ¡¡¡siete años solo mamá!!!). Mi madre dice que me hizo unas cuantas preguntas estratégicas para saber si yo ya me había enterado de lo de los Reyes y que yo contesté afirmativamente, como si ya lo supiera. Obviamente no sabía de qué hablaba mi madre, pero yo soy muy de seguir la corriente. El caso es que de pronto soltó: “pues ahora que ya lo sabes, tienes que ayudarme a que tu hermano no se entere de que los reyes somos los padres”. Se me atragantó el polvorón. Joder mamá, que solo tenía siete años, y tú sabes que yo era una redicha, y me las daba de listilla, pero en el fondo una inocente… Qué palo fue aquello señores.
En Noche Buena viene la familia que está en Madrid a cenar a nuestra casa. Empezamos cuando los niños eran bebés para no tener que salir a la calle con el frio, y ya ha quedado instaurado. Así que mis padres y hermanos vendrán a cenar con nosotros, nos pondremos las botas, haremos actuaciones, y digo haremos, porque otros años eran solo los niños los que hacían un pequeño show, pero este año han preparado un teatrillo y tenemos todos papel. Además ahora que se ha corrido la voz de que soy una artista bailando el gangnam style, fijo que me toca hacer el bailecito. Me estoy acordando que mi hermano cuando éramos adolescentes bordaba la imitación de Eugenio. Le voy a pedir que este año nos haga una, jajajaja.
Luego el día de navidad vamos a comer a casa de mi madre, siempre hace una ensaladilla rusa que es otra dimensión de ensaladilla rusa; y un pavo relleno al horno. Toda la vida lo mismo, ni un año lo ha modificado. Amen de extras tipo: langostinos, salmón ahumado, pate… Tremendo. Ese día mi padre, ese señor ingeniero y serio, después de la comida se disfraza y nos da un regalo a cada uno. Empezó cuando nacieron mis hijos, que yo recuerde se ha disfrazado: de Papa Noel, de Darth Vader, de la cebra de Madagascar, de Hello kitty, de reno, … ah! y el año pasado de la sirenita!! Ese fue tremendo, qué pena que no pueda poner aquí una foto, porque estaba megacurrado, lo que nos pudimos reír no está escrito, tuve agujetas en la tripa de la risa varios días.
El día 26 nos vamos con la familia de mi marido a Canarias. Antes íbamos a verles a Galicia, pero desde hace unos años, cambiamos la lluvia por el solecito. Lo de celebrar la noche vieja en una terraza sin cargar con abrigos y bufandas, genera adicción.
Así que los próximos días voy a estar muy atareada pasándolo bien, y no creo que publique nada, no me lo tengáis en cuenta. Lo que seguro que hago es leeros, porque soy una yonqui. Todos los días necesito un repasito bloguero. No conseguí desconectar en vacaciones de verano, así que todo apunta a que ahora tampoco.
Besos, y FELIZ NAVIDAD
sábado, 1 de septiembre de 2012
Vuelta a casa
Pues eso, que ya estamos de vuelta a la vida sin vacaciones, y además en este caso ya no queda la esperanza de una próxima huida, las vacaciones veraniegas están más que finiquitadas.
En estas vacaciones hemos tenido un poco de todo, lo peor de las vacaciones ha sido:
1º- Me he roto el dedo gordo del pie izquierdo. Así, para que no me creyera que iba a ser todo alegría alegría. Haciendo el tonto con los niños por las rocas de la playa, me metí una leche de campeonato, ví literalmente estrellitas haciendo un arco encima de mi cabeza. Para colmo nos pasó en la isla de Ons, y tuve que esperar hasta las 7 de la tarde que volvía el barco, con un dedo cada vez más hinchado y morado. En el hospital ya confirmaron mis sospechas de que el dedo estaba roto, inmovilización, ibuprofeno a mansalva y una sensación de gilipoyas que se le queda a una, inenarrable.
2º- He comido como una boa constrictor.
Lo mejor de las vacaciones ha sido:
1º He comido como una boa constrictor. Esto como veis esta en lo mejor, mientras comes y qué rico está todo en Galicia poramordedios, y en lo peor, cuando veo que los pantalones no abrochan… argggg
2º Ver a los niños pasándoselo genial, gamberreando con los primos, imitando el acento gallego (mamá, ¿fardas galego? – me preguntó mi hijo el primer día, ya le dije que fardar fardo, pero falar pouquiño - ), cogiendo lorchos y cangrejos para devolverlos al mar antes de volver a casa, comiendo pescado rico, con el brillo en la mirada y el buen lustre que da la buena vida.
3º El paisaje gallego de rias baixas, todo tan verde y frondoso, con la ría que asoma refrescante en cada curva.
4º Días muy buenos de playa, y eso que íbamos mentalizados a que este verano estaba siendo muy malo, pero el clima nos acogió con cariño, y nos tuvo los primeros días playeando. Luego ya se fue nublando y tuvimos algo de lluvia, pero incluso la agradecimos a estas alturas del verano, y después del calor que ya habíamos pasado.
Vamos, que muy bien, el balance ha sido claramente positivo, a pesar de la cojera que me he traído de vuelta. Ya no solo me duele el dedo, sino todo el cuerpo, de los andares que estoy desarrollando.
Y ahora vuelta a las obligaciones: a madrugar cada día y enfrentarte a mil y un marrones laborales que en el fondo me tiran del pie (no del roto, por favor), a forrar los libros para el cole (¿para cuando una plataforma para que se vendan ya forrados?, con lo que cuestan es lo menos), a preparar el equipamiento escolar al completo, a ver que los días se van haciendo más cortos, y dentro de nada, si el cambio climático lo permite, se empezarán a caer las hojas de los árboles y estaremos en otoño! y como dice la canción… pasa la vida igual que pasa la corriente cuando el rio buscar al mar …
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