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jueves, 19 de septiembre de 2019

Herniada

Voy a aprovechar que estoy de baja para venir a pasar el polvo en este mi olvidado blog.

Os cuento que la baja se debe a que me acaban de operar de una hernia umbilical. Hace ya unos meses vi un pequeño globito que se me formaba justo encima del ombligo, no tenía el aspecto de las hernias umbilicales típicas por no estar en el centro del mismo. Decidí pasar del tema, como hago siempre en inicio con todos mis temas de salud. Pero claro, el verano, con sus mil horas en bikini en playas y piscinas, me han puesto difícil olvidarme del asunto y a finales de agosto decidí ir al de digestivo. Hernia operable, mejor pronto que tarde, y efectivamente, en 10 días estaba operada.
Ha sido todo tan rápido, y como tengo medio fobia a todos los temas médicos, no quise saber nada de la operación. Mis dedos no fueron a preguntar a señor google, ni tampoco hice muchas preguntas en consulta. Con lo cual iba ingenua e inocente a la operación, y ahora me encuentro con que esto es más de lo que quise pensar que era. Por lo pronto me han dado la baja, tengo 12 grapas en el corte que me hicieron en una media luna que rodea el ombligo, y estoy bastante incómoda. Pero también es cierto que cada día estoy mejor que el anterior, así que espero en una semana volver a ser persona con vida, que pasea, trabaja y puede agacharse a recoger lo que se le cae al suelo.

Paso a temas más agradables como contaros nuestro verano. Las vacaciones las cogimos las tres primeras semanas de julio, y como siempre, genial. Los que ya me conocéis sabréis que tengo el don de vacacionar como los ángeles. Qué diréis, pues vaya don de mierda, eso cualquiera. Pero no, dicen los telediarios que en vacaciones hay más discusiones y divorcios, por el tiempo extra de convivencia. Y dicen mis compis que echaban de menos volver a la rutina. A mi esas cosas no me pasan. Yo discuto con mi marido durante las épocas laborales, en las que estás cansada, con sueño, y hay que hacer la compra, y el uno no hace los deberes y la otra está con otitis por el frio que pela. Pero yo en vacaciones soy feliz, estoy descansada, y no me da por discutir sobre si playa o montaña, o pedimos paella o pescado frito.

La mayor ha pasado un verano buenísimo, estuvo primero con nosotros de vacaciones. Y lo de "con nosotros" es un decir, básicamente porque compartíamos techo para dormir, pero el resto del día lo pasaba con la pandilla de aquí para allá, haciendo nada y hablando con ellos más de lo que habla con sus padres en todo el año junto. Después de las "vacaciones familiares" la mandamos tres semanas a Berlín a hacer un curso de alemán. Ya estuvo el año pasado en un pueblo pequeño y en familia, y este año pidió ciudad y colegio. Como saca tremendas notazas en el cole, y aunque a priori me gusta más que vaya a familia para que la inmersión cultural sea más completa, se lo concedí. La ventaja es que hay pocos españoles y máxime de su edad, que vayan a hacer cursos de alemán a Berlín, así que igualmente aunque estuviera en colegio, aprovechó la experiencia de un ambiente muy internacional y de diferentes culturas. A su vuelta pasó unos días con nosotros y detrás se fue a Galicia con la familia paterna, seguido de viaje al sur con la familia materna. Es decir, que no ha parado y lo ha pasado fenomenal. También en verano ha cumplido 16 años. Sigue muy adolescente, pero parece que más serena cada día. Seguimos teniendo una relación bipolar con días en los que es la de siempre, cariñosa, risueña, divertida, y otros en los que deja en pañales a lord Voldemort. A mi me cuesta mucho llevarlo con paciencia y con calma en sus días de furia desatada con el mundo y sin motivo ni causa aparente. No se me da bien ser madre de adolescentes, la verdad.

El niño, como siempre, ha sido muy feliz en verano. A él le quitas las obligaciones escolares y le entra una paz y un relax por el cuerpo, que da gusto estar a su lado, con hormonas adolecentes incluidas. Aparte de que tiene una adolescencia mucho más suave que la de su hermana, es por lo tranquilo y relajado que está él en cuanto se quita de encima libros, deberes y exámenes. Su verano ha consistido en vacaciones familiares con nosotros, compatibilizando los ratos en pandilla con ratos de paseos por la playa conmigo, coger cangrejos con la pequeña, y pegarse nadadas con el padre. No necesita tanto del grupo de iguales como su hermana solo 16 meses mayor que él. Luego se quedó en Galicia una semana con los abuelos y primos, y le mandamos dos semanas a un campamento de inglés en Marbella. No quiso salir a un curso al extranjero y no le quisimos forzar. El resto del verano en casa. No quiso ir al sur con mi familia, porque él también necesita pasar tiempo en casa, metido en su cuarto con sus comics, sus juegos de ordenador, o viendo series conmigo (nos hemos zampado Siren de HBO del tirón, juntos comiendo unos días palomitas, otros edamames). Las mañanas de agosto mientras nosotros estábamos trabajando se dedicaba a tareas tales como la siguiente: se recorrió todas las tiendas de mascotas del barrio para ver si las jaulas de roedores cumplen las medidas de la normativa. Os preguntaréis ¿tiene hámster o roedor alguno?, no, ¿va a tenerlo?, tampoco. ¿Entonces?, pues ni idea, él es así, solo puedo deciros que concluyó que todas incumplen la normativa. Esa que yo no sabía ni que existía.
Yo me imagino a mi hijo, con sus camisetas de Stranger Things, su metro de ikea en una mano, y agenda y boli en la otra, que entra en las tiendas y se pone a medir jaulas, y cuando se acerca el dependiente a preguntar si necesita algo, le dice que no gracias, que está mirando, y me da la risa tonta.

La pequeña sigue siendo el juguete de la familia, es para comérsela de bonita, de linda, de buena y de simpática. Se lo ha pasado genial en la playa, ya nada sin manguitos y bucea cual animalillo acuático, y pasarse el día descalza, morena, y sin ropa, la hace feliz. Es una pena que no haya apuntado sus mil ocurrencias simpáticas de este verano, porque ahora mismo no recuerdo ninguna. He ido a twitter porque allí escribo poco y menos, pero cuando lo hago suelen ser sus ocurrencias graciosas pero solo he dejado constancia de un día de cariñoseo máximo en el que me dijo: mamá, te quiero al cien por cien y al siete por uno.
Mientras ha estado haciendo calor hemos ido cada tarde al club a bañarnos en la piscina, y la mujer lo disfruta lo mismo que si la llevas al caribe con escala en Disney world. Es muy disfrutona y alegre. Ahora ha empezado el cole, y aunque yo se que no es su pasión, va siempre sin una queja, se lo pasa bien allí, aunque si la dieras a elegir, sin duda cogería vacaciones eternas, como su madre y su hermano. La mayor por ejemplo no aguanta estar demasiado tiempo sin una exigencia, siempre tenía ganas de volver al colegio después de verano, y la sienta bien la presión de los estudios y la competitividad. El padre creo que también disfruta de su trabajo y le gusta alternar rutina laboral con periodos de vacaciones. Supongo que esto último es lo más sano. Pero mis dos pequeños y yo, podríamos vivir eternamente de vacaciones, alternando playa, piscina, montaña, durmiendo hasta que el cuerpo diga que es suficiente, y comiendo cosas ricas.... mmmmm.... soñar es gratis....

Besos

lunes, 18 de febrero de 2019

Repasito rápido a las últimas ocurrencias de la pequeña de la casa

La pequeña está graciosa hasta decir basta. Los cuatro años la han sentado re-bien y nosotros encantados con ella, más aún si cabe.

No quiero que se me olviden estas anecdotillas que con sus hermanos reflejé puntualmente en el blog (etiqueta "sobre mis hijos"), así que voy a ponerme manos a la obra, porque aunque algunas las he puesto en twitter pero no es lo mismo, ¡dónde va a parar!, allí quedan sepultadas en un maremágnum de tuits a los dos segundos de ser escrito. Hay que darle su espacio a la chiquilla en este blog de su madre, como tiene que ser.

Empiezo. Siempre que vamos al Retiro, pasamos por el hospital donde ella nació y mi marido siempre comenta: aquí naciste tú. El otro día, la niña ya cansada del dato, contestó con voz cansina: "siempre que pasamos me recordáis cual es mi hogar, lo mismo que hacía el padre de Vaiana con ella, ains....". Y un suspiro.
Esto nos deja claro que el concepto "hogar" lo tiene pillado por los pelos.
Aparte de que para los que no habéis visto Vaiana (la recomiendo, por cierto, es una peli preciosa), lo del padre de Vaiana iba más en la línea de que la niña no siguiera su instinto marinero y se echara al mar a encontrar otras islas más fértiles en las que asentarse. Llámame loca, pero no veo relación con el hospital en que naciste. Da para muchas risas, pero ya, la relación no la veo.

Otro día la di piedras de un collar de bisutería que se me había desmontado, y la dije que las cuidara bien que eran piedras preciosas, por eso de darle más bombo y tal. Sale corriendo por el pasillo a contárselo al hermano, y éste le dice:
- ¡wuala!, piedras preciosas, como tú
- bueno no tanto

La cría pensaría, son piedras preciosas sin más, con la barrila que me dan en esta casa sobre mi preciosura, lo mío debe estar en otro nivel superior.

Otra que a mi me hizo llorar de risa durante varios días recordándola, fue cuando me la veo toda indignada farfullando: "estoy harta de haber nacido de una tripa, porque se tarda muchísimo en hacerse mayor". Igual pensó que naciendo de un huevo ya iría por los quince años, vete tu a saber.

Y ya la última y más reciente, me dice:
- mamá, me encantan las fotos de tu cuarto
- pues cuando seas mayor y tengas tu propia casa te las regalo
- ¿¿¡¡cómo que mi propia casa???!!! - horrorizada, los ojos que se le salían de las órbitas y las cejas en alto - si yo voy a vivir toda mi vida aquí. Voy a tener dos hijos, un chico y una chica, yo me quedo con la chica que me gustan más, y tú con el chico. Así que de aquí no me puedo ir

La dije que perfecto, que se podía quedar siempre que quisiera y al poquito vuelve a comentarme:
- además ya lo tengo todo pensado, la abuela de mis hijos va a ser Lu - aclaro que se trata de su hermana mayor por si pasa alguien nuevo por aquí -
- tu hermana será su tía y yo seré su abuela
- que noooo mamá - gesticulando al estilo italiano, con las palmas de las manos para arriba - ¡¡¡no ves que yo prácticamente te voy a regalar a un hijo!!!, pues tú vas a ser madre, no abuelaaaa.

Pues ea, que la hermana mayor va a ser abuela y yo voy a seguir siendo madre de un nieto "prácticamente" regalado.

Como veis no nos aburrimos...

sábado, 8 de diciembre de 2018

Sobre la pequeña de la casa

No tengo perdón de Dios por tener esto tan abandonado.
Muchas veces en los últimos meses he pensado retomar la especie de saga de entradas que llamaba "Sobre mis hijos" con anecdotillas y ocurrencias de los dos mayores antes de que entraran en la adolescencia. Ahora es la tercera, la pequeña de la casa, la que está para una entrada diaria, pero nunca encuentro el momento de encender el ordenador y darle a la tecla.

Parece que en esta tarde se han alineado los astros y antes de que se desalineen me voy a poner a ello.
No quiero olvidar esta edad tan preciosa que tiene ahora la pequeña, que ayer cumplió cuatro años. CUATRO. Ni más ni menos. Y parece que fue ayer cuando supe que estaba embarazada.

Tiene ocurrencias mondantes, como cuando volvió el padre de un viaje de trabajo a china, y le dice: "sí que has tardado en volver del chino". Yo lloraba de risa de pensar que cuando a la niña le decíamos que el padre estaba en china, ella se lo imaginaba metido en un chino.

O cuando el otro día estaba ella muy afanada poniendo pegatinas en un álbum y le dijimos que lo estaba haciendo fenomenal y el padre para cargarlo más de bombo le dio las gracias por dejar el álbum tan bonito y contesta toda seria: "de nada, es un honor". Una semana hemos estado vacilando contestándonos "es un honor" a cualquier chorrada. Muchas risas.



Lo definitivo ha sido que me he tirado un mes pidiéndole que de ideas a los reyes magos, y no salía de pedir chuches o chicles, y de pronto el otro día dice toda seria: "dadme una hoja que voy a escribir mi carta a los reyes". Se pone toda formal a escribir unos garabatos mientras silabeaba lo que se supone que escribía, en plan: que-ridos re-yes. Y yo frotándome las manos boli en mano para apuntar qué diantres quería mi hija aparte de una miserables chuches y de pronto suelta: "quiero tener unas montañas cercanas a mi casa".
Acabáramos. Unas montañas cercanas. Vivimos en el centro de Madrid... ¡Eso no lo vende el corte inglés!.
La verdad es que tiene muchos juguetes, no ve tele con anuncios, por lo que tampoco se la crean necesidades de más, así que en el fondo tiene lógica que ella con unas chuches y las montañitas de Heidi en plena calle Santa Engracia, de sus peticiones a sus majestades de oriente por finiquitadas.

Aunque con la carta no hayamos triunfado mucho, en general todo el tema navideño la tiene motivadísima. Se pasa el día cantando "brillancicos", como ella los llama, pero unos que no conocemos que hablan mucho del "redendoooorrrr" y de alguien con "tez moreeeenaaaa".

Es muy cariñosa, nos forra a besos y abrazos en cuanto te acercas. El otro día la dije:
- te quiero hasta el infinito
- y yo hasta Galicia que está más lejos - me contestó ella -

Es una delicia de cría, que no da más guerra que la propia de su edad.

Los adolescentes por su parte, se van serenando. El curso pasado estuvieron ambos bastante contestones y le quitaban a una las ganas de todo. Pero este año, por una parte ellos están más tranquilos, sobre todo la mayor, que vuelve a ser un cielo la mayor parte del tiempo. Y también ocurre que yo estoy a aprendiendo a tratar mejor con ellos. Reconozco que el paso de una tierna y simpatiquísima infancia, a una etapa chillona y contestataria, lo llevé fatal y no hice mi mejor papel.

Así que entre unas cosas y otras, este curso 2018-2019 está siendo muy bueno. Esperemos que dure.
Muchos besos y abrazos a los que seguís pasando por aquí y mis mejores deseos para las fechas que se avecinan.




martes, 21 de agosto de 2018

Poniéndome al día

Anoche mientras daba vueltas en la cama intentando conciliar el sueño, tuve por primera vez el pensamiento de hacer una entrada de despedida y cerrar el blog.
Nunca había entendido a la gente que lo hacía, porque el blog no pide pan, y ahí queda para escribir cuando te apetezca aunque sea una vez al año. Sin embargo anoche lo entendí.

Yo he querido mucho a éste mi pequeño blog, he hecho amigos, he conocido incluso cenado con varias personas a las que llegué a conocer por esta página, le he dedicado tiempo y cariño. Así que anoche sentí la responsabilidad de no dejarle morir de inanición. Si hoy en día no me apetece escribir aquí, tendría que cerrarlo. Pero no, aquí estoy y esto no es una despedida, porque voy a hacer otro intento de mantenerlo vivo.

En mi insomnio de anoche también pensé por qué me he unido sin decidirlo expresamente, a la corriente que te lleva a opciones más superficiales, rápidas, visuales y que generan más interacciones, como pueden ser instagram, los foros, twitter. Las razones son simplemente penosas, pero es la realidad, seguramente la mayoría no damos para más. La interacción rápida, el chute en vena, el no tener que esperar a que lleguen un puñado de comentarios, sino recibir inmediatamente "me gusta" o "me parto". A través del blog, las relaciones tenían más calidad, éramos menos pero bien avenidos. En los foros por ejemplo, me encuentro con miles de comentarios y reacciones a los míos, pero que en dos días están olvidados.

Aparte de no dar para más, también es cierto que hay causas más objetivas a ese tráfico desviado, como son que escribir aquí requiere ordenador, y en casa ya nunca tengo el ordenador encendido, siempre uso mi móvil.

En cualquier caso, yo pasaba a contaros cómo nos van las cosas, así que procedo:

- ya estuvimos de vacaciones, tres semanas divididas casi a la mitad entre el sur de España y Galicia. Lo pasamos de maravilla y me di cuenta de cuánto las necesitaba. Los adolescentes estuvieron de lo más entretenidos con sus pandillas de ambas puntas de España, y el poco tiempo que les veníamos, era para estar de buen rollo. Así que yo, que he despotricado del rollo del "tiempo de calidad", y sigo haciéndolo cuando se trata de bebes y niños pequeños que lo que requieren es tu tiempo, sin apellidos. En el caso de los adolescentes, creo que los fines de semana de este invierno que me he empeñado en hacer planes familiares todos juntos, han sido un fracaso. Prefiero que corra el aire, que estén haciendo sus cosas (obviamente planes lógicos y controlados por mi, como es estar en la playa a 30 metros de donde estoy yo pero con sus amigos, o jugando al padel en la urbanización, o viendo una peli en casa de una amiga, etc) a que estén odiándonos por tener que estar obligados de excursión familiar.

- la mayor, a la vuelta de las vacaciones familiares, ha estado tres semanas en Alemania, y ha sido una experiencia muy enriquecedora y divertida para ella. Estuvo con una familia muy maja, en una escuela a la que iba a clases por las mañanas, y de actividades deportivas y lúdicas por las tardes. Se lo ha pasado fenomenal, ha hecho muchos amigos, y además, ha aprendido mucho alemán. Lo mejor de todo es que incluso nos echó de menos. Así que ahora estamos mi adolescente mayor y yo, en pleno romance madre-hija, que ojalá dure mucho.

- el niño está ahora mismo en un campamento de inglés, pero en España. Me pidió que no le mandara fuera, que no le apetecía nada, y que además seguro que le tocaba una familia sucia y que tosiera haciendo mucho ruido. En fin, sus cosas, ¿a quién se le ocurre pensar en el tipo de tos de una familia?, a él. Pero bueno, le entendí, y con 13 años tampoco me parece que sea necesario forzar, así que llegamos a este consenso con el que está encantado. También está siendo toda una experiencia pasar varias semanas fuera de casa, y está haciendo muchos amigos. Lo de aprender inglés no tengo claro cómo lo llevará, aunque el chaval a veces sorprende para bien.

- la pequeñita de la casa está para comérsela. No solo es preciosa, que lo es, es que además tiene cada puntazo de llorar de risa. Os cuento alguno: el otro día estábamos recordando un día hace años que fuimos al parque de atracciones y mi mayor, que tendría 8 años, me hizo subir a unas sillas voladoras del demonio que están como a mil kilómetros del suelo. El caso es que las malditas sillas voladoras tienen la misma sujeción que tendrían de ser las míticas que están a un metro de altura. Es decir, prácticamente ninguna. Así que cuando eso empezó a tirar para arriba, yo empecé a perder años de vida, pensando que se me caía la niña, me caía yo, me desmayaba, y un sin fin de desgracias que acababan en muerte.
Como nos reíamos tanto recordándolo - aunque puta gracia que tuvo en su momento - a la pequeña le pareció una cosa divertidísima, y preguntó si ella también iba en las sillas porque no lo recordaba. "No hija, tú no venías porque no habías nacido". "¡¡Pues haber esperado a que yo naciera!!, ¿por qué fuisteis sin mí??!. Pobriña, estaba súper indignada y sin entender nuestras risas.
Ayer le pregunté si querría ir al cine a ver Los increíbles 2, y me dice toda resuelta: "si me compras palominas sí, pero si solo me vas a dar un plátano, mejor nos quedamos en casa".
Y como estas, mil ocurrencias más, que ocurren cada día y que no me da la vida para escribir y recordarlas siempre.

Y nada más por hoy. Que no dejéis vuestros blogs, ni de comentar en los blogs amigos, y que seáis muy felices

miércoles, 6 de diciembre de 2017

7 de diciembre - doble cumpleaños

Mañana es siete de diciembre y cumplen 13 y 3 años respectivamente, el mediano y la pequeña de la casa.

Ya he contado sus nacimientos otros años, así que aunque es algo que me encanta recordar cuando llega el cumple, hoy me voy a abstener de plasmarlo de nuevo aquí. He ido ha curiosear la entrada del año pasado y me he quedado pasmada porque la titulé igual que acabo de titular ésta, qué poco original soy madre, no tengo remedio.

Volviendo al tema: disfruto muchísimo de los cumpleaños de mis hijos, así que hoy estoy emocionada por el gran día que nos espera mañana.

El plan es: comida familiar con tíos y abuelos en un restaurante italiano. Por la tarde el mediano se irá al cine con sus amigos y el resto a casita a abrir regalos, soplar velas y demás. Me he cogido el día de vacaciones, así que con no tener que ir a trabajar y poder pasar el día en familia, ya soy feliz. Desde que en el 7 de diciembre de 2004 rompí aguas en la oficina y desde allí al hospital, decidí que ese día me lo iba a coger siempre de vacaciones. Hasta la fecha he cumplido, y mientras esté en mi mano, así seguiré.

El niño vino ayer emocionado porque toda la clase le había firmado una postal de cumple con dedicatorias muy bonitas y felicitaciones. Una de ellas era: "¡eres el mediador del año!". Y me he acordado que no os he contado que este año le nombraron mediador de la clase. Es un "cargo" que desconocía porque en mis tiempos escolares no existía. Parece ser que lo eligen los alumnos y el papel es el de tener un igual que media cuando hay un conflicto entre ellos. La verdad es que le pega mucho, porque él es muy de haz la paz y no la guerra.
A pesar de lo peculiar que es, y lo a su bola que va, es un niño muy querido en el cole. Siempre me lo dicen los profes. Incluso el año pasado, en el que pinchó en la primera evaluación, cuando fui a hablar con el tutor, una vez que se quejó de la parte académica, volvió a decir lo de que era un niño nada problemático, con buen comportamiento y muy querido por los compañeros. Eso dicho por un profe de un alumno cateador de la pradera, tiene mucho mérito.

Este año está mucho más centrado con los estudios, le están yendo bien las notas por ahora. Y en el cole sigue contento como siempre, que es un contento sin pasarse.

La pequeña está fenomenal, muy para comérsela, muy graciosa y muy de todo. Los virus escolares la han zurrado bastante, pero lo sobrellevamos de la mejor manera. Tuve entrevista con su profe y me dijo que va muy bien. Las primeras semanas le chocaban bastante las rutinas escolares de hacer fila, estar sentados, compartir los juguetes, etc. Al no haber ido a guardería, ha sido todo un cambio para ella. Pero enseguida se ha adaptado fenomenal y va contenta.
En esas semanas primeras de adaptación al status quo, parece ser que ella determinó que algunos de los juguetes de la clase eran solo de ella, si alguien se los cogía decía que la robaban, y a alguno le pegó en defensa de su supuesta propiedad. Cuando me lo contó la profe, estuve intentado sonsacarle en plan:
- ¿y en tu clase hay peleas? ¿algún niño ha pegado a otro?
- no, no, en mi clase eso no pasa, somos muy buenos. Peleas solo los de la clase de la flor (esto es, la clase de al lado... telita...).

En fin, que mis cumpleañeros están muy bien, sanos y felices. Y les digo que les quiero infinito y les deseo un MUY FELIZ CUMPLEAÑOS.


sábado, 23 de septiembre de 2017

Primeras impresiones del inicio escolar

Ya han pasado dos semanas desde que empezaron las clases. Para los dos mayores, curtidos en estas lides, sin novedad. Lo tienen controlado, van contentos, y por ahora todo en orden.

La gran novedad este año ha sido la pequeña de la casa, que ha empezado el colegio de mayores a sus dos años y nueve meses.
El primer día me lo cogí de vacaciones para poder llevarla y recogerla. Iba contenta, relinda con su vestidito, pero cuando ya estábamos casi llegando dijo: qué bien lo vamos a pasar hoy las dos en el cole. Ups, error de concepto, ella pensaba que yo iba a estar allí con ella. Pequeña decepción al enterarse de que nones, pero bueno, se quedó bien y sin llorar.

Al salir de clase se la veía sonriente y volvía contenta a casa:
- entonces lo has pasado muy bien, cómo me alegro
- sí, pero mañana no vuelvo

Con un día la criatura daba la experiencia escolar por zanjada y superada.

Al día siguiente amaneció diciendo que prefería ir al parque que al cole, pero cuando vio que tocaba cole, lo aceptó sin lágrimas.

Así ha sido cada día. No está loca por ir, pero lo lleva bien. Su mayor preocupación son las filas, varias veces al día pregunta por qué hay que ir en fila, que ella prefiere "caminar normal". Poco más se de lo que hace allí, porque cuenta entre poco y nada. Las conversaciones son de esta guisa:

- ¿Qué tal en el cole, qué habéis hecho?
- Nada, solo vamos en fila de aquí para allí. Vamos a hacer pis todos juntos en  fila, vamos al recreo en fila... Y ya.

O cuando le pregunto por los compañeros, las opciones son:
- se llaman Johny el gorila, Mun y Ash el cerdito
o bien
- tengo un amigo que se llama Niño

Si le pregunto un poco más sobre sus compis de clase solo dice que son buenos pero que roban mucho. Parece ser que se quitan unos a otros los juguetes que tienen en clase y ella lo ve en el límite del código penal.

Así que bueno, las cosas van bien, dentro de lo que cabe. Eso sí, ya está con tos. Malditos virus infantiles, y malditos contagios. Como es una niña sana con las defensas fuertes, espero que no pase de tos y catarro. Más que espero, rezo, cruzo los dedos y me encomiendo a todo. Porque recuerdo el primer año del Niño que estuvo todo el curso malo y fue horrible. La niña mayor sin embargo no estuvo nunca mala. Con que ésta desempate en un punto intermedio, me conformo.

Besos y feliz fin de semana


martes, 5 de septiembre de 2017

La pequeña empieza el colegio

La pequeña de la casa empieza el cole. El de los mayores. GLUB.

Casi estoy terminando de asimilar este embarazo, y ZAS!, escolarizada.

De verdad que no es frase hecha que el tiempo vuela. Por lo menos el tiempo en palabras mayores, los meses, las semanas... Porque los minutos del microondas viendo el platito girar, son eternos. Pero en fin, que me disperso, este Lunes empieza en el mismo colegio al que van sus hermanos. Le hablamos mucho del tema, y ella encantada con la idea, básicamente porque no tiene ni idea de lo que implica la idea. Cuando vea de verdad que tiene que madrugar y estar en el aula compartiendo espacio con profe y niños, un día tras otro, veremos a ver cómo lo lleva.
La hermana le preguntó el otro día que qué es lo primero que va a hacer cuando llegue a clase, y ella muy digna contestó: descalzarme.

Veremos a ver este espíritu libre, que lleva meses descalza, despeinada y casi en pelotas, como se reconduce a la vida escolar. Además, al haber nacido en Diciembre, será de las más pequeñas de clase.
Voy a escribir aquí algunas de las últimas anecdotillas con ella. Ya da material para escribir entradas como en su momento dieron sus hermanos, pero me puede la pereza... Al lío:

- El sábado pasado nos fuimos a pasar la mañana a la sierra de Madrid. Ella iba viendo vacas por la ventana y de pronto dijo emocionada: "qué monas las vaquitas, están haciendo un pink". Un pink para ella es un picnic. Las vacas de picnic. Me encanta

- Ella es muy fan de descalzarse, como ya sabe cualquiera que la haya visto o leído sobre ella. El otro día estábamos en Parque Europa, y cuando terminaron de decir las normas del parque por megafonía me preguntó muy seriamente: "¿Han decido que no puedo descalzarme?". (decido = dicho, ella todos los verbos los hace regulares: ponido, decido, rompido etc.).
El caso es que perdí una oportunidad de oro, porque me hizo gracia y la dije que no. Pero tenía que haber mentido y decirle que sí, que exactamente eso es lo que habían dicho, y que solo podía descalzarse en casa.

- La niña tiene pinta de angelito, porque además a su aspecto idealoso de niñita de 2 años y 9 meses, se junta que de natural es buena y dulce. Pero su carácter lo tiene para las ocasiones. Lo que más me impresiona es lo poco que la imponen otros niños, y lo segura que se muestra de sí misma. El otro día cruzó dos palabras con otra niña en el parque, y la vi que se quedaba seria, mirándose las manos como pensativa
        * Almudena, ¿qué te pasa? ¿te ha pegado la niña?
        * No. Pero yo quiero pegarle a ella
Un testigo ocular y auditivo fiable (concretamente mi hijo el mediano), me dijo que la niña la preguntó la edad. Cuando mi peque contestó que dos años, la otra respondió displicente, que ella era mayor porque tenía cuatro y no quiso jugar con ella. La dejó allí plantada sin ser consciente de que se estaba tomando la decisión si arrearla una guantá o no.

En más ocasiones la he visto comportarse así. No es de pegar, pero si la ocasión lo merece... De hecho más de una vez cuando un niño la ha empujado, o quitado a la fuerza algún juguete, ella me ha mirado tranquila y ha preguntado con su cara de ángel: "mamá, ¿puedo pegarle?". Y tengo la certeza de que si mi respuesta hubiera sido que sí, el niño habría recibido un buen remazo. 

miércoles, 7 de junio de 2017

Dando señales de vida

Tengo esto muy abandonado así que aprovecho que tengo unos minutos para pasar a decir que sigo viva.

Últimamente se me está juntando la falta de tiempo con falta de ganas de escribir. Tengo poco tiempo libre, pero también es cierto que si tuviera la motivación del principio, lo sacaría de debajo de las piedras para poder escribir unas líneas.

Acabo de fijarme en que hoy hace justamente cinco años que abrí el blog. Al venirme a la mente las ganas que le ponía al principio, he ido a mi blog a ver de cuándo era la primera entrada, y qué casualidad, fue el 7 de junio de 2012.
Como iba diciendo, al principio cogí esto de escribir y relacionarme a partir de mi blog con muchas ganas. Ahora han ido desapareciendo muchas de las personas con las que me encantaba comunicarme a partir de una entrada, y eso desmotiva. Estoy feliz con los que siguen y con las nuevas incorporaciones, pero una cosa no quita a la otra.
También supongo que después de años escribiendo, una se da cuenta de que ya ha comentado casi todo lo que le apetecía. Se van acabando los temas. O bien acaban siendo revisiones de las mismas cosas.
Realmente no sé por qué tengo menos ganas de escribir, estoy intentando analizarlo de forma racional, pero no tengo claro si con éxito, porque a veces las cosas son más simples. Simplemente no apetece y ya está.

Por poneros un poco al día, os cuento que en el último mes me ha caído un gran marrón en el trabajo que me tiene agotada. En mi departamento somos unas veinte personas, de ellas unas cuatro o cinco, trabajan muy poco, luego está la mayoría que trabaja lo normal, y por último estamos cuatro pringadillos a los que nos caen siempre los marrones.
Me he dado cuenta que los pringadillos tenemos la culpa de lo que nos pasa. Yo me quejo mucho de trabajar, y sabe Dios que sería feliz con una primitiva que me librara de la obligación laboral, pero luego llego a la oficina y me entrego como si me fuera la vida en ello. No lo puedo evitar. No soy capaz de decir que no a nada que me pidan y además me dedico a muerte hasta que lo termino lo mejor posible, dentro de mi capacidad. Y eso para un jefe es muy cómodo. Cuando surgen temas difíciles, obviamente no se los piden a los cuatro artistas que siempre ponen pegas a todo, tardan y lo entregan mal. Cuando surgen temas nuevos, complicados, cambios normativos que nos obligan a hacer las cosas de forma diferente, siempre nos caen a los cuatro de siempre.
En definitiva, que para compensarme me han dado un carguillo de esos que a mi no me hacen nada de ilusión, y mucho más trabajo y más responsabilidad.
Yo en el trabajo no valoro mi categoría ni mi posición en el organigrama, sinceramente, eso lo valoraba hace muchos años. Hoy en día lo que valoro es trabajar menos y más tranquila.

Aparco el tema laboral, que es bastante aburrido y os cuento de mis hijos. La Niña mayor está genial, sacando notazas, a tope con el basket y muy contenta en general.
Con el Niño estamos en tensión máxima para ver cómo acaba el curso. El está siempre en límite, en la cuerda floja, pero al final hasta ahora siempre ha salido airoso. A ver si en este su primer curso en la ESO también ocurre eso. Por ahora parece que lo lleva todo aprobado, con notas bastante mediocres excepto en biología y arte, que son sus favoritas, pero mira, yo ya con que apruebe me conformo. Quién me ha visto y quién me ve. He cambiado muchísimo en mi visión del tema académico. Solo quiero que apruebe todo y pasar un verano tranquilos, sin deberes, sin regañinas, sin obligarle a memorizar temas que no le interesan nada. ¡Deseadnos suerte para que así sea!.
La pequeña está para comérsela con patatillas. Qué bonita es, qué simpática, y qué poco subjetiva soy... Según mis padres, ejem, no exagero nada, ejem. Tiene miles de momentos y ocurrencias de morir de risa y/o de amor. Pero por contar una, la última de anoche es que estaba viendo una foto en la que salimos la mayor cuando tenía tres añitos y yo, y dice: "Es Lu, mamá y yo en su tripa". Ha debido de pensar que es imposible que ella no estuviera en nuestra vida antes, qué menos que estuviera en la tripa esperando su momento. Imaginaros qué planazo un embarazo de ocho años de duración...

Y nada más por hoy, que la pequeña me reclama.

Besos


jueves, 11 de mayo de 2017

Sensación de ser mayor vs. sensación de juventud

Hace tres años y dos meses que me quedé embarazada de mi tercera hija. Como sabéis los habituales de esta casa, tenía 40 años, frente a los 29 y 30 que tenía en el embarazo de los mayores, y me sentía mayor para tener un hijo. Incluso creía que la gente al verme embarazada también pensaría que era mayor...

Aparte de la preocupación normal y lógica de que pudiera tener problemas en el embarazo por edad, es que yo me sentía mayor. Por mucho que mi ginecólogo me dijera que tenía más embarazadas de cuarenta que de treinta, y que no tenía que haber ningún problema. Por mucho que lo viera entre amigas y compañeras, yo me sentía mayor.

Ahora veo las fotos del final del embarazo, con la barrigota y me veo guapísima y para nada mayor.

Tres años después, con mi pequeña de dos años y cinco meses, os digo que me siento mucho más joven que hace tres años. Esta maternidad me ha rejuvenecido. Ojo, que digo que me siento joven mentalmente, no que lo sea, el físico y el cuerpo es el que corresponde a mi edad. Que por mucho que cambie la sociedad y tu percepción, nunca he creído esas tonterías de los cuarenta son los nuevos treinta. No mira, cuarenta son cuarenta, treinta son treinta, cincuenta son cincuenta. Desde el punto de vista biológico la edad es la que es. Ahora bien, tú puedes sentirte más joven o más mayor, y lo mismo con tu forma de vestir y con tu forma de actuar. No se si me estoy explicando.

El caso es que yo creo que me sentía mayor porque siempre pensé tener hijos antes de los 37, pero primero no acompañaron las circunstancias, y luego la cosa no funcionó cuando intentamos un muy breve periodo de tiempo. Sin embargo funcionó tres años después, de forma inesperada aunque muy deseada. Y por mucha ilusión que me hizo ser madre de nuevo, mi coco no acaba de encajarlo.

Ahora tengo a mi pequeña conmigo, con sus risas, las alegrías que da, y yo me siento joven y activa. Me compro ropa más colorida, me pinto más las uñas de rojo y me siento más juvenil, independientemente de que sea consciente de la edad que tengo acompañada de una nueva tendinitis en este caso en el hombro izquierdo. Hay unanimidad en que la tendinitis ya superada del derecho y la nueva del izquierdo, es de tanto coger a la niña en brazos, lanzarla al aire y demás tonterías que le hago. Lo se, pero no me importa. Lo voy a seguir haciendo, y la tendinitis tendrá su tratamiento para curarse. Pero mi enana no va a ser así de enana eternamente y lo quiero saborear a tope.

Ay, me tiene loca de amor. Ahora ha incorporado otra nueva palabra mal pronunciada al catálogo. En lugar de decir "no funciona" dice "no funsuña". Como además coge el mando e intenta poner su canal infantil, coge el móvil e intenta ponerse un video, pues claro, está todo el día: no funsuña. Porque la niña es espabilada, y sabe apagar y encender la tele, pero marcar canal 79, pues no. Se pasa la vida probando cosas y diciendo apenada su lindísimo "no funsuña".

El otro día fuimos de compras y ella se eligió este sombrero, que no se ha quitado los días de sol, y estos zapatos. ¿Cómo no la voy a adorar?...



martes, 4 de abril de 2017

Sobre mis hijos: últimas anécdotas


El Niño, la Mayor y la reunión de empollonas que se disuelve ante sospecha de examen


El fin de semana pasado, se fue la niña mayor feliz como una perdiz al cumpleaños de una amiga. De su ajetreada vida social mejor no hablamos, que da para una entrada entera.
El cumpleaños consistía en ir al Burger y a casa de la amiga a ver una peli. Hubo la típica mini negociación para fijar la hora de vuelta, que terminó siendo las ocho de la tarde.

A eso de las seis de la tarde, estábamos por ahí con los del siete (que es como llamamos en casa al mediano y a la pequeña, por eso de que los dos nacieron un siete de diciembre). De pronto suena el móvil:

  • Mamá, soy Lu, ¿dónde estáis?, yo ya estoy en casa.
  • Nosotros por ahí, ¿y cómo tú en casa? (pregunto sorprendida, porque yo pensaba que un adolescente no le regala dos horas a los padres ni de coña, antes se queda comiendo pipas en el portal que subir antes de la hora).
  • Pues nada, que han empezado a decir que a lo mejor mañana hay examen sorpresa de lengua, y hemos decidido irnos a estudiar.


    • ¡Ojo!: "A LO MEJOR". Y disuelven una fiesta de cumpleaños. Ya hay que ser empollonas para que ante la mera sospecha de un examen, disuelvan la reunión.
       
    El niño no daba crédito. Le tuve que explicar varias veces y vocalizando a cámara lenta, el por qué de que su hermana estuviera ya en casa. Y por si acaso me quedaban dudas de su actitud y la de sus mejores amigos hacia el estudio, me dice el tío empeñado siempre en ponerme los pies en la tierra:
  • Pues mamá, que sepas que yo eso no lo haré nunca.

  • Ya. Puedo imaginarme la escena, en el remotísimo caso de que alguno tuviera sospechas de examen, que ya es remoto el caso, porque es teniendo examen seguro y no se enteran. Pero en ese hipotético caso, supongo que todos harían como si no hubieran oído al NostraDamus de turno. En un momento dado, si el niño en cuestión se ponía pesado con lo del examen, le echarían de la casa y seguirían como si no hubiera pasado nada, borrando totalmente de sus mentes el recuerdo de lo ocurrido. Ellos son así, para premio extraordinario fin de curso, no van.

     
    La pequeña 


    Os lo voy a decir sin rodeos: la pequeña de la casa me ha salido trolera.

    "Es pronto" - me diréis – "Igual es que lo sueña". No amigos, miente, sin más. Ella tiene una vida muy tranquila y sosegada, así que se inventa historias que la hagan más divertida.

    Por ejemplo, la niña pasa la mañana en casa, se levanta hacia las nueve y media de la mañana, desayuna, a las once va al parque, donde suele haber un par de niños, no más, porque hoy en día con dos añitos la mayoría están escolarizados, come a la una y a las dos ya se está echando la siesta. 


    Con esto os quiero poner en situación, para que entendáis que la cría lleva una vida tranquila y apacible, y cuando yo llego a las tres y media de la tarde, la mujer no tiene nada interesante que contar, porque sinceramente: no ha pasado nada digno de mención. Entonces es cuando ella inventa. Y ante mi inocente: ¿qué tal?, me cuenta una sarta de batallas del pelo de que un gato enorme entró por la puerta y se la sentó encima, haciéndole una pupa invisible en la rodilla. Además comió con Mickey Mouse, al que por cierto no le gustaron nada las lentejas que les había dejado preparadas. Y para rematar, cuando tendía la ropa con M. una paloma entró volando en la casa. Todo eso en un día normalito. Y relatado con muchos aspavientos, gesticulaciones y hasta grititos en los momentos más álgidos de la historia contada con su lengua de trapo.

    Con dos años y cuatro meses ya estamos con esas batallitas. 

    La que me espera, amigos.
     

    martes, 7 de marzo de 2017

    Sobre la pequeña de la casa

    La pequeña de la casa, a sus dos años y tres meses, que cumple hoy, nos tiene embobados.

    Me encanta esta foto, muy digna ella llevando la maleta

    Su lengua de trapo genera momentos de muchas risas, porque además ella oye campanas pero no sabe dónde. La última gracia es que cuando se le pide algo que no quiere compartir contesta muy seria: "no, es solo para mayores". El otro día era la hermana, once años mayor que ella, la que la pedía una pintura y le contestaba con tan irrefutable argumento.

    También le encanta contestar rápidamente con un: ¡jesús!, en cuanto oye a alguien estornudar. Es algo que le da mucha alegría.

    Participa del drama familiar: la hermana sigue pillando un piojo que se encuentre despistado a 5 kilómetros a la redonda. Esa facilidad para atraerlos, sumada a su vocación de Rapunzel, arrojan un terrible resultado y muchas horas y dineros invertidos en la noble tarea del despiojado. La pequeña ya le recuerda amablemente que se pase la liendrera y que no le acerque mucho la cabeza: "que pegas piojos a mi".

    El sábado fue la jornada de puertas abiertas en el cole, en el que empezará primero de infantil en septiembre. El cole es el mismo de sus hermanos, y del que soy antigua alumna, así que habíamos pensado no ir, pero en el último momento decidimos pasarnos.

    Qué impresión verla en la que será su clase, jugando y explorando tan contenta. Por ahora la idea de ir al cole, le gusta, a ver cómo es la cosa cuando vea de verdad en lo que consiste el plan. Por ahora tengo las dos experiencias extremas. La hermana mayor que fue feliz desde el primer día, nunca lloró, y siempre fue contenta, si acaso le resultó una experiencia un poco decepcionante porque ella pensaba que la iban a enseñar a leer y como me dijo a la semana de empezar: "mamá, enséñame tú que en el cole solo juguemos y nos peleemos". Ese fue su resumen de primero de infantil. Y lo peor es que igual no iba desencaminada la mujer. Por el contrario el hermano nunca tuvo ganas de ir, esta misma experiencia de ir a ver el cole, fue en medio de llantos desgarrados, y su primer día de clase amaneció con un grito de: "no quiero ir an coleeeeeeeeeeee". Nunca ha sido partidario de la enseñanza reglada, la criatura. Con cinco o seis años, un niño que siempre estaba en su mundo de fantasía, y ya me vino un día preguntando por el home schooling, en perfecta pronunciación el jodío. A saber dónde habría él oído del tema, pero le pareció la idea del siglo.

    Ahora nos falta el desempate con la pequeña, yo creo que se va a parecer más a la mayor, aunque no tan afanada. Es decir, creo que le gustará, pero tampoco va a estar tan deseosa por aprender como estaba mi princesa mayor.

    sábado, 11 de febrero de 2017

    Estado de situación

    Voy a empezar por la pequeña de la casa, que es la mayor alegría en medio de estos fríos invernales.

    A sus dos años recién cumplidos esta divertida, charlatana y ocurrente. Todas las noches, en ese rato que tenemos cuando los hermanos ya están acostados y ella se resiste a dormir, hace las mayores monerías para entretenernos. Últimamente se pone gafas de sol, siempre del revés, porque dice que así se ve mejor por la noche. Adjunto foto en la que no se la reconoce pero se observa el detalle.



    Ya la hemos retirado el pañal y ha sido todo un éxito. "¡No hago pis encima yoooo!" grita corriendo por el pasillo hacia el baño, cuando ve que si no corre se lo hace.

    Es la mayor fan de Mickey Mouse, su programa favorito es la casa de Mickey Mouse, se queda ensimismada, contesta cuando preguntan, y por supuesto hace la Mickidanza al final del capítulo. Baila cruzando un pie delante del otro imitando a su ídolo para deleite babeante de los que la observamos.

    Sigue con chupete. A los mayores se lo quité a los dos años, con ella me estoy retrasando un poco porque me he hecho más blanda, y porque pienso que son dos días, que lo disfrute. No tengo ese cuadriculamiento que tenía con los dos mayores. Todo ahora lo llevo de forma más relajada, aunque en lo fundamental eduque igual.

    En septiembre empezará el colegio en infantil de 3 años, aunque no los cumpla hasta diciembre. Recuerdo con la mayor la pesadilla que fue elegir colegio y ver que el que te venía bien no iba a entrar. Ahora es otra cosa más que es mil veces más sencillo. Irá al cole de sus hermanos, donde no va a tener problemas para entrar, y ya conocemos lo que supone el cole porque ya va a ser la tercera vez que pasemos por ello. La veteranía es un grado.


    En cuanto al mediano, también conocido como el Niño, nada que añadir a lo que comenté en la última entrada del tema. No estamos en nuestro mejor momento relación madre-hijo. Sacó muy malas notas la primera evaluación, tuvimos que hacer todo un encaje para que pudiera seguir con judo y teatro, que son sus actividades favoritas, y además sacar más tiempo para el estudio. Incluso y en contra de mis principios, contraté un profesor particular para él. Sin embargo, los primeros exámenes de la segunda evaluación están resultando igual de malos que los de la primera.
    Ha pasado de ser un niño de 6 que a veces se quedaba en 5, a sacar una media de 5, pero con varias asignaturas suspensas... Y no las más difíciles, sino las que tiene que estudiar. En fin, solo de escribir sobre el tema, me entristezco, así que paso palabra.

    La niña mayor sigue genial. Ahora mismo preparándose para ir a un partido de baloncesto. Sigue con la gimnasia rítmica, con el piano, y con muy buenas notas. Tiene sus ramalazos de adolescente de 13 años, pero poca cosa. El genio lo ha tenido siempre, pero lo saca poco a relucir. Flipa mucho con la hermanita pequeña y da gusto verlas juntas, porque además cada vez se parecen más.

    Por mi parte ahora mismo estoy con un catarro potente que me pillé hace una semana, y recuperándome de un esguince en el pie derecho. Llegando a la oficina a las 8 de la mañana un día con lluvia, me resbalé de la forma más tonta y me torcí el tobillo. Me pareció que no era nada y aguanté la jornada currando, cuando salí a las 3 ya vi que algo pasaba y me fui a urgencias. Lo que pasaba era un esguince. Porca miseria. Y de fondo mi odio cada vez más visceral al invierno. El frio, los catarros, la lluvia, las doscientas prendas de abrigo que pesan e incordian... arggggg. Qué ganas de que salga el sol, los días sean más largos, podamos salir al campo o ir a pasar el día al club, sin riesgo de congelación o inundación.

    Y nada más por ahora, que seáis felices.




    miércoles, 28 de septiembre de 2016

    La pequeña de la casa

    La pequeña de la casa está cada día más comestible (y más cansina también). Se ríe con la boca abierta enseñando toda una hilera de dientecitos blancos y arrugando los ojos. La encanta estar despeinada y caminar descalza, tiene alma de zíngara.

    Su cuidadora M. todas las mañanas la pone un vestido, la repeina con una horquilla o una coletita y me manda una foto antes de sacarla al parque. En esas fotos se le nota en la cara que lleva con resignación los outfit que le planta su querida M. cada mañana, pero no está en su salsa.
    Habla mucho, aunque la mayoría de las cosas en su propio idioma. Muchas otras la entendemos solo nosotros.

    Le chifla cantar y bailar. Últimamente hemos tenido varios cumpleaños en la familia, el último el 19 de septiembre el de mi hermana, y desde ese día canta a gripo pelao: ¡¡PELAAAAAAAAÑOS FEEEELIS, PELAAAAAAAÑOS FEEEELIS!!!.
    Hay dos temas en los que estamos como en transición bebé-niña: la comida y el sueño. En ambos con evolución negativa.
    Desde que nació había comido siempre bien. En la  fase justo anterior a la actual estaba a daba gloria verla comer purés y tomar sus bibes. Pero con la introducción de los sólidos un poco antes del año, más el despiporre del verano, la criatura solo quiere alimentarse de patatas fritas, queso y uvas. En vacaciones la llevábamos con nosotros a comer o cenar por ahí, y empezó a abrirse para ella un mundo de posibilidades con el picoteo. Nos cogía de nuestros platos, consolidaba su amor a las patatas fritas de bolsa, y se alejaba cada día más del tan cómodo pack puré-bibe al que yo pretendía seguir recurriendo en alguna ocasión. Ahora mismo no se puede decir que coma mal, pero sí de una forma muy anárquica. Lo de ponerle un platito con su comida y que se lo acabe ocurre pocas veces. Más bien pica de uno, de otro, consigue que alguno de nosotros le parta queso en cuñas y que otro le dé un trozo de jamón. Para ella sería un planazo comer uvas con queso, merendar patatas fritas de bolsa y cenar unas lentejas. Por poner un ejemplo que ilustre el caso.
    En cuanto al sueño, cuando nació dormía espectacularmente bien. Me vine muy arriba haciendo proyecciones del tipo: si con quince días duerme 7 horas seguidas, con dos meses dormirá 10 ¡¡¡¡yijaaaaaaaaaaaa!!!. Y no. Pero NO rotundo. A sus 21 meses duerme peor que con 6. Cuesta la misma vida que se duerma por la noche, y tiene varios micro-despertares cada noche. Lo del “micro” es para ella, porque a mí me desvela. Además hay días puntuales en los que se pasa de 3 a 4 de la mañana desvelada y acaba pidiendo un bibe para dormirse. Una juerga oigan. Y eso que el peso gordo de estas nocturnidades con premeditación y alevosía las lleva santo marido.
    Los dos mayores tuvieron una evolución mucho más lógica. Porculeros para dormir de recién nacidos, pero luego fue a mejor y antes de los dos años ya dormían casi siempre del tirón y desde las nueve de la noche.
    Es una niña muy activa, se tira del tobogán, se columpia, vuelve a casa caminando, y todavía le queda mecha para trasnochar.
    Es muy cariñosa, da muchos besos y abrazos y la encanta que estemos juntos. Los desayunos del fin de semana no paramos de reír con ella y sus constantes: “JUNTOS, TODOS”, mientras da palmas de emoción. El otro día la hermana mayor vino del entrenamiento de baloncesto con una herida en la rodilla, ella la esperaba sonriente pero en cuanto vio la sangre se puso a llorar desconsolada y decía: “Mana Sía pipa, curas mamá” -> hermana Lucía con pupa, cúrala mamá.
    Se me rompía el alma de oírla.
    Hemos hecho un fallido intento de retirarle el pañal. El primer día fue glorioso, la encantó el tema del orinal, hizo pis en él y estaba como loca aplaudiéndose. El segundo día me dijo que el orinal para mi, y tras cinco meadas y mojón en la mitad del salón, decidí que mejor dejarlo para cuando cumpla los dos años. Hoy por hoy no solo no le molesta tener un pañal cagado, casi diría que la encanta. Porque cuando tu olfato te indica que allí hay un truño del tamaño de la catedral de Burgos, pregunto inocentemente: ¿te has hecho caca, verdad hija?. A lo que suele responder de forma poco convicente: nooooo. Y cuando me acerco a ella, me pone el dedo en alto en plan ¡detente! y me dice muy seria: ¡NO MATILE, NO!. Siempre me llama mamá o mami, menos cuando intento cambiarle el pañal en contra de su voluntad, momento en el que me llama por mi nombre de pila pronunciado a su manera.

    La anécdota no tiene sentido con mi apodo cibernético, así que ahí va, me llamo Matilde, ya veis qué gran secreto wow. Cada vez veo más absurdo no dar nuestros verdaderos nombres. Primero, tras cuatro años de blog queda confirmado que esto no va a ser algo viral que llegue a gente que no quiero que llegue. Segundo, aunque llegara a todo el mundo, no cuento absolutamente nada fuera de lo normal y cotidiano de mi vida, de lo que hablo con naturalidad en un bus repleto de gente desconocida. Tercero, no voy a dar coordenadas, ni poner fotos, ni direcciones, así que si consigues llegar a mi familia a través de los nombres de pila, macho, te lo has ganado, ¡premio para ti!. Esto seguirá siendo un blog anónimo, pero igual me voy desatando un poco.
    Volviendo a la niña y por resumir: está preciosa, cariñosa, simpática, espabilada y agotadora. Me tiene enamoradita, como a su padre y hermanos.

    miércoles, 14 de septiembre de 2016

    Conversaciones de niños vs. manadas adolescentes

    Ayer en el parque había tres niñas que habían puesto un tenderete para vender pulseritas y mucho juguete menudo de esos que las madres siempre queremos que tiren pero ellos no tiran ni locos. Estas niñas en un gesto innovador sin parangón decidieron venderlos.

    Tenían un folio escrito a mano en el que decía claramente: NO TOCAR.

    En eso que se acercan cuatro niñas de la quinta y se lían a tocarlo todo como si no hubiera un mañana. Una de las niñas vendedoras les dice que no se toca y no sé ni cómo acaban en un debate dialéctico que derivó en lo siguiente:
  • Vendedora portavoz: pero a ver niñas, ¿qué años tenéis?
  • Niña1: siete
  • Niña2: seis
  • Niña 3: seis
  • Vendedora portavoz: pues yo tengo siete y medio, así que tengo ocho. Soy la mayor y mando. NO SE TOCA
  • Niña1: pues mi hermano tiene once
  • Vendedora portavoz: ¡y mi prima treinta y uno!
  • Niña2: y mi madre cuarenta y tres
  • Vendedora portavoz ya de muy mala leche: ¡¡y mi abuelo ochenta y aquí mando yo y no se toca!!
    Mirada de admiración de las vendedoras silenciosas. Silencio por parte de las potenciales compradoras. Tensión en el ambiente y final aceptación por parte de las compradoras, que no solo dejaron de tocar sino que además se llevaron una pulsera cada una por 15 céntimos unidad. Un chollo.

    Además de declararme fan incondicional de la portavoz, me pregunto ¿cuándo dejamos de considerar la edad un grado?. A buenas horas si tienes 37 años y medio, te vas a poner ya los 38 para ganar autoridad. Y a buenas horas vas a fardar de tu edad y de la de los que te rodean para imponerte en algo. ¡Hay que ver cómo cambiamos! y casi siempre para mal.

    Me acabo de acordar de una de mis hijos, bastante reciente y relacionada con este tema. En el club al que hemos estado yendo religiosamente cada tarde a la piscina, mi hija mayor tiene una pandilla de amigas con las que se dedica básicamente a recorrerse el club de punta a punta y a bañarse todas juntas cuando una de ellas decide que hay que bañarse. Son como ocho chavalas que vistas de lejos parecen la misma. Todas con el pelo largo, todas en bikinis del mismo estilo, todas con la misma pinta y haciendo las mismas cosas. Me horroriza. Yo nunca fui mucho de grandes grupos, tenía amigas, claro está, pero eso de una pandilla enorme uniformada me da bastante grima. A mi hija la mayor por lo visto le pirra.

    El caso es que pasa bastante de nosotros porque se vuelve loca por estar con la manada de mamíferas adolescentes apatrullando el club… Uno de los días le comenté al Niño que me gustaba mucho más la pandilla que tenía en el sur. Ya os conté que en la urba a la que vamos cada verano tienen un grupo de amigos, pero de los que a mí me gustan: dispar en edades y aspectos, hay chicos y chicas, y son de jugar al pádel, a poli y ladrón, a tirarse agua, a las cartas, a lo que sea, pero juegan. No caminan sin sentido de allí para allá en un intento de ver y dejarse ver bastante cutre.

    El Niño me contestó que lo que pasa es que ella en el grupo de amigos del verano está normal, porque es una más. Pero que "en este grupo ella es como la campesina, por decirlo así, porque todas pasan a cuarto de la ESO menos ella que pasa a segundo, entonces es la que menos vale del grupo y por eso se vuelve loca por estar con ellas".
     
    Entiendo lo que el Niño quiere decir, pero …¡no tiene sentido!. No deja de ser otro caso más de valoración de los que tienen más años que tú pero al tratarse de adolescentes todo es menos gracioso que con las pequeñas vendedoras de pulseras.
     

    martes, 31 de mayo de 2016

    La última del Niño. Sobre ser el hermano mayor, el mediano o el pequeño


    Tanto mi marido como yo somos los hermanos mayores.
    Según cuentan, mi marido cuando tenía unos cinco años, ya dimitió del cargo y dijo alto y claro: ¡No vuelvo a ser el mayor nunca más!. Y curiosamente parece que su dimisión surtió efecto y su hermano pequeño le relevó en el cargo, de hecho siempre se ha comportado como si fuera el mayor.

    Yo, que soy mucho más pringada, siempre he pensado que ser la hermana mayor molaba. Ahora como madre, me doy cuenta de que los mayores pagan la novatada. Pillas a los padres inexpertos, hacen contigo el “prueba y error”, tienes que educarles, y los pequeños se encuentran puertas abiertas que a ti te costó la misma vida abrir.

    Mi hija mayor ha heredado el gen pringao de su madre, y también cree que ser la mayor es guay. Pobriña.

    El caso es que mi hijo el mediano, ha sido el pequeño durante diez años, y a mucha honra, que él siempre presumió mucho de ser el pequeño de la casa.


    El otro día en la comida estábamos hablando de eso, de lo que supone ser el mayor, el pequeño, el mediano… Y entre pinchada y pinchada, nos suelta el Niño muy serio: “Yo he tenido suerte, porque he sido el pequeño muchos años y eso es lo mejor. Todos te dan de su chocolate, te hacen un hueco en el sofá y te tienen más mimado. Esa es la suerte que yo he tenido, no como el pobre Javi, que ya nació siendo el mediano”.


    ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUE YA NACIÓ SIENDO EL MEDIANO!!!!!!!!!!!!!


    Solo mi hijo es capaz de soltar algo así y quedarse tan pancho, yo casi me atraganto.


    Después de muchas risas, el Niño meditó unos segundos, y dijo: “bueno, no es que naciera mediano pero como si lo fuera, porque su hermana pequeña nació demasiado pronto”.


    Entre el concepto “nacer demasiado pronto” y “nacer siendo el mediano”, es difícil elegir. El Niño y sus cosas, aún le quedan perlas con las que deleitarnos…

    jueves, 17 de marzo de 2016

    Así seguimos

    Os presento a la pequeña de la casa. Aprovechando que en esta foto no se la ve bien la carita me he animado a subirla al blog, aunque conociéndome seguro que en unos días la quito.
     
                  (foto eliminada tras un tiempo prudencial para que la vieran mis queridos lectores habituales)

     

     Nos tiene totalmente en el bote. Da besos, ríe con una carcajada contagiosa, come de todo, baila moviendo las caderas… en definitiva, es un primor de niña que solo da alegrías.
    Los dos mayores por el contrario, llevan una racha dando bastante guerra. Por una parte tenemos al Niño, que empezó el curso fenomenal, muy motivado en el colegio con su nueva y encantadora profesora.

    La motivación le duró un trimestre. Lleva desde antes de navidad relajado nivel Buda. Pocas horas de estudio y las que dedica con encefalograma plano. El otro día estuvo una hora haciendo la ficha de un libro de lectura en inglés. Cuando la termina, veo de casualidad – porque yo no estoy nunca pendiente de sus deberes, ni los hago con ellos – que incluía unas palabras de vocabulario que acababa de copiar. Le pregunto una y me dice que ni idea.

    -          ¡Pero si las acabas de copiar en la ficha!

    -          Ah, ¿pero además de copiarlas me las tenía que aprender?

    Noooo, claro, se trata de que copies por copiar, pensando en tus slag terra o bichejos fantásticos similares, claaarooooo.

    Ayer trajo las notas y para gran sorpresa por su parte, han bajado. Eso es otra cosa que no me explico. El siempre piensa que van a ser buenas notas. Siempre sale de los exámenes diciendo que le ha salido fenomenal. Así que ayer no daba crédito al ver sus cincos pelaos. “Pues no se cómo ha podido pasar”, me dice el muy huevón. ¡Pues yo sí! (emoticono de cara enfadada).

    Este año, aprovechando que está en casa M cuidando de la pequeña, vienen a comer a casa. Los primeros meses aprovechaba a hacer los deberes y a estudiar. Pero hace ya tiempo que ni trae la mochila a casa al mediodía. Esto me recuerda una conversación entre M y él:

    -          M. ¿Sabes qué significa abolir?

    -          Ay no, en mi colegio solo nos enseñaban palabras bonitas

    OLE.

    La Niña mayor tiene días con unos repuntes de adolescencia nivel la-meto-interna-en-Suiza. Sobre todo está insoportable con el padre, con lo bien que se han llevado siempre. No sé si es por exceso de confianza o porque el padre tiene más paciencia que el Santo Job, pero a veces le contesta de unas formas, que yo desde luego no se lo permitía.

    La mayor parte del tiempo sigue siendo muy majetona, pero tiene sus momentos.

    Las notas siguen siendo buenísimas, así que por lo menos por la parte académica no tenemos que preocuparnos, y no os parezca poco. La Niña sale del cole con cara de circunstancias y me dice: “Mamá, malas noticias … (unos segundos de silencio para dar más dramatismo) … he sacado un 8.5”. Si el Niño trae un 8.5 organizamos un viaje a Disney World. Para que os hagáis una idea.
     

    miércoles, 13 de enero de 2016

    El Niño y su vida académica 2.0

    He observado que el Niño ya no da tanto juego en el blog, como hacía un año o dos. Por una parte es posible que esté menos atenta a sus ocurrencias y que tenga menos tiempo de escribirlas. Pero en gran parte es porque está madurando, snif. Son once años ya los que ha hecho en diciembre, y eso, por muy turulo que sea la criatura, se nota.

    El caso es que anoche hizo una de las suyas, uno de sus momentos gloriosos en los que te quedas con la duda de si el chaval es demasiado listo o justamente todo lo contrario. Casualmente me entero de que tiene que hacer un trabajo de Antonio Machado y le ha pedido al padre que le traiga impreso lo que ponen en la wikipedia al respecto. Cuál es mi sorpresa cuando veo que el pavo iba a grapar lo que le traía el padre y ese era su trabajo. Con un par. Le explico que tiene que hacer él el trabajo, aunque se base en lo que haya encontrado.

    Pero el Niño, que no daba crédito con mis argumentaciones, me dice:

    "A ver mamá, ¡que NO LO PILLAS!, que exactamente el MISMO trabajo que me han pedido ya está hecho en internet, ¿para qué lo voy a hacer yo otra vez???".

    De cajón. Cejas para arriba y para abajo.

    Yo no lo pillo y él lo pilla demasiado, ese es el problema.

    Se lo comento a mi hermana, demasiado fan del Niño, y esta es su respuesta: El es un tío práctico, de eso no hay duda. Qué sentido tiene copiar lo que ya está escrito si lo va a hacer pensando en la evolución de su pokemon Ratzs y tampoco se va a enterar mucho de lo que copia… jodo! Pues lo grapo y ahorramos tiempo. Listo es M., no te preocupes, que eso a un empanao ni se le ocurre”.

    Muy tranquila no me quedo, pero en fin, es lo que hay, tendré que seguir vigilante para interceptar este tipo de ideítas del Niño.

    Esto me ha traído a la memoria cuando le hicieron su primer examen. Tenía todavía cinco años, porque cumple en diciembre, estaba en primero de primaria, y ese año le tocó una profe que les dio caña como si les estuviera preparando para registradores. Se supone que no se hacen este tipo de pruebas hasta tercero, pero ella empezó desde el principio para que se fuesen preparando, me ahorro aquí mis opiniones al respecto porque monopolizarían la entrada. En resumen: esos primeros meses para el crío fueron traumáticos, salía del cole llorando diciendo: conmigo se ha cometido un errorrrr, yo todavía tengo que seguir en infantiiiiillllll. En fin, corramos un tupido velo sobre esos dolorosos recuerdos y vamos al grano de la anecdotilla.

     El caso es que vino con un diez de nota en el examen, yo le felicité muy contenta (y sorprendida también, es justo reconocerlo, porque ya por aquel entonces yo había intuido que no tenía un empollón en casa). Y el Niño me contesta con una sonrisa de oreja a oreja:

    -          Gracias mami, es que tengo un truquito para sacar diez

    -          ¿Qué truquito? – pregunté sin querer saber, de estas veces que preguntas y que a la vez piensas, pero pa qué pregunto con lo feliz que se vive ignorante –

    -          Pues muy fácil, me dejo el libro en la cajonera, y lo saco así por debajo para ir copiando lo que pregunten en el examen.

     

    Y ese fue el principio. Ahí me di cuenta de que me esperaba una vida académica con mi hijo que sería de todo, menos aburrida. Tuve una visión, y tal cual oye, no me desvié ni un pelo.

    miércoles, 4 de noviembre de 2015

    El Niño y yo


    El otro día os contaba cómo quiero a mi hija mayor y podría deducirse por el resto de cosas que cuento, que es por lo que se parece a mí. Sin embargo hoy vengo a contaros de mi relación con mi hijo y lo mucho que le quiero por lo poco que nos parecemos.
    Siempre hay excusa para querer a un hijo.

    El Niño es hablador, huye de los espacios en silencio. No le gusta estar solo, es de estar en familia. Incluso si va a leer o a dibujar o a realizar cualquier actividad individual en la que no necesitas para nada al resto de la familia, él busca acercarse hacia donde estemos el resto.
    El lunes fue día no lectivo y yo me lo cogí de vacaciones para estar con ellos. Hubo un rato que salimos él y yo solos a dar un paseo aprovechando que la pequeña dormía y la mayor tenía que estudiar. No paró de hablar en todo el camino. Pero ni un segundo. La misma habilidad que tiene él para hablar tengo yo para desconectar, así que ni tan mal. Cuando no hay nada en concreto de lo que hablar, me cuenta el libro que está leyendo. Ahora está emocionado con la saga de Crónicas de la Torre, recurre a ella cada vez que no tenemos nada que decirnos. Y me la cuenta con todo lujo de detalle. Personajes con nombres y apellidos, tramas de segundo, tercer y cuarto nivel detalladas como si fueran la principal. Un mareo. Pero a la vez me inspira ternura cuando le veo tan afanado contándomelo y yo sin hacerle ni caso, pensando en mis cosas, o en nada, o en lo guapo que es.

    Yo era muy estudiosa a él no le gusta estudiar. Se ha hartado a buscar truquitos para intentar sacar primaria sin rascarla y por suerte, parece que sus diez años de edad, por fin ha claudicado y ha asumido que le toca estudiar y punto. No va a haber truco posible para fingir que sabe hacer raíces cuadradas si no las sabe hacer. Me cuesta entender esta forma de pensar de mi hijo. Yo hago miles de cosas que no me gustan pero que hago, casi se podría decir que con algo de gusto y mucho de resignación, simplemente porque son mi obligación.

    No le gusta ver películas que no sean muy dirigidas a público infantil. Con él habría sido imposible ir a ver Marte, por ejemplo. Le gusta la fantasía y aventuras, pero no de mayores, sino infantil o juvenil muy pueril.

    Le encanta jugar con los legos, con clics, y con muñecos enanitos con los que inventa miles de fantasías, a mi parecer un poco infantiles. Es el que mejor juega con la bebé, con mucha diferencia. El entra en sintonía total con ella, se pone a su nivel, entra en la misma longitud de onda o lo que sea, el caso es el que el resto flipamos con la enana, la achuchamos, la queremos, pero no somos capaces de jugar con ella como él.

    Le gusta mucho la música, ha estudiado piano varios años y este año está en el coro del colegio.

    Es más familiar que de amigos. Tiene unos pocos amigos que mantiene desde infantil, pero no necesita incrementar el grupo. De hecho, es invitado a más cumpleaños que niños a los que él invita. Me da la sensación de que cae mejor de lo que se merece por el poco caso que hace a la mayoría de sus compañeros. La Niña mayor y yo somos sociables (yo cada vez menos, también os digo), buscamos al grupo y lo que nos aportan los demás.

    Es muy divertido, le encanta reírse con ganas, hacer el ganso, sacar punta a situaciones surrealista, y contagia fácilmente esa alegría. Tal vez ahí radique parte de su éxito.

    No es deportista pero da gusto verle nadar. Es increíble cómo se mueve en el agua desde bien pequeño. Aprendió a nadar pronto y nada con mucho estilo. Fue un par de años de un equipo de natación de Madrid y según su entrenador era muy bueno. La pena es que le tuvimos que sacar del equipo porque los entrenamientos eran por la tarde, y no le daba tiempo a hacer los deberes. Me da rabia solo de acordarme, porque a mi hijo le viene mucho mejor pasar la tarde nadando y participar en campeonatos, que estar repitiendo lo que ha estado haciendo en el colegio hasta las cinco de la tarde. En su formación como persona es mucho más enriquecedor lo que le aporta el deporte, tanto física como mentalmente.

    Hay miles de cosas en mi hijo que no comprendo, no soy capaz de ponerme en su lugar porque mi forma de pensar y de actuar son radicalmente opuestas, y sin embargo ( ¿o precisamente por ello?) le quiero muchísimo.

    martes, 27 de octubre de 2015

    Mi hija mayor y yo

    Siempre he tenido amigos con los que podías estar cómoda estando en silencio. No soy una persona especialmente habladora y lo que desde luego que no soy es de hablar por hablar.

    Tampoco es que sea tímida, simplemente no tengo necesidad de rellenar espacios de silencio hablando de cualquier cosa. Puedo estar en el ascensor, en el portal, en una sala de espera o en un taxi, sin decir palabra y sin sentirme incómoda. Hay muchas personas que necesitan rellenar esos silencios con peroratas sobre el tiempo o cualquier asunto, sin ir más lejos el máster-class en eso es mi marido. No es mi caso.

    Por eso me encanta que con mi hija mayor pueda estar riendo, hablando, comentando y cuando ya no hay nada más que decir, nos quedemos cómodamente en silencio.
     Soy afortunada, porque hay un montón de cosas que me unen a mi hija mayor y esa es una de ellas. A sus doce años descubro que cada vez tenemos más cosas en común. Nos gusta la ciencia ficción juvenil, este verano hemos leído y comentado sagas de este género, ella lleva meses muy enganchada con Laura Gallego. En ese terreno ella se va haciendo mayor y yo mantengo parte de mi personalidad juvenil intacta a pesar de estar ya talludita. Nos encanta ir juntas al cine, este fin de semana hemos ido solas a ver Marte, que por cierto, nos ha gustado mucho. También nos gusta salir a dar un paseo por el barrio las dos solas. Vamos charlando a ratos y en silencio cuando nos cansamos de hablar. A veces caminamos un pelín separadas, a veces vamos agarradas del brazo. Hasta hace un par de años íbamos de la mano pero últimamente ella siempre se suelta y me dice: “mamá quita, que vamos ridículas”. En fin.
    Ella es muy cariñosa de fondo, pero las formas las tiene un pelín ariscas. No bordes, cuidao. Pero casi. El otro día estaba hablando con el Niño y le pregunté si ve a L. en el cole ahora que está uno en primaria y otro en secundaria. Y me dice, “sí la veo pero poco, también ten en cuenta que yo cuando la veo la pregunto ‘qué tal Luchi’, y ella me dice, ‘bien, pírate’, tampoco da para mucho más”. Me hizo reír porque ella es así. Sin acritud pero que te pires.
    Si ve que su hermano tiene algún problema se va a desvivir por ayudarle, pero ya pasan bastante tiempo juntos como para que hasta en el patio él se una a su pandilla. El Niño por su parte habría estado encantado de ir a la sombra de la hermana cómodamente, con uno o dos amigos que mantiene desde infantil y punto. Ella no. Ella quiere tener su espacio, sus amigos, al margen de lo que ya tiene en casa. En realidad la entiendo perfectamente.
    Es muy estudiosa y responsable, exactamente como he sido yo como estudiante. Se exige mucho, es competitiva con ella misma, intenta batirse a sí misma.
    También hay muchas cosas en las que somos muy diferentes. Ella cose, teje, es buena con las manualidades y pinta muy bien. Yo soy nula en todas esas capacidades. Pero aparte de esos detalles, hay muchas más cosas en las que somos muy afines y nos entendemos muy bien, que en las que no tenemos nada que ver.
    Y eso me encanta.

    jueves, 15 de octubre de 2015

    Sobre mis hijos: la pequeña viene pisando fuerte

    Menuda tarde me está dando la pequeña. La acabo de meter en la cuna de viaje que tengo en la mitad del salón, dando a la estancia el toque fashion y minimalista que a mi me gusta..., y me he puesto a escribir.
    La tía me mira y me hace pucheros, concretamente un puchero que ha aprendido a hacer a base de perfeccionar su técnica que consiste en poner morritos y sacar y meter el labio de abajo dando mucha pena al que la mira.

    A parte de por mi comodidad, la he metido ahí porque peligra su integridad física.

    No exagero. En la última hora ha estado en bucle haciendo todo lo más peligroso que está a su alcance. Véase: abrir y cerrar la puerta baja del mueble del salón hasta que se ha pillado un dedo. Retrepar a un sofá hasta llegar a una luz regulable, encender, tocar la bombilla y llorar porque estaba caliente. Repetir esta misma operación en intervalos de dos minutos. Tumbarse y meter los brazos debajo del sofá buscando pelusas que comerse. Gatear por el pasillo a una velocidad que me obliga a trotar para seguirla. Abrir la puerta corredera de la cocina, acercarse a la nevera, ponerse de pie y tirar todos los imanes a los que alcanza. Volver al mueble del salón, ver el acceso a la puertecita bajera bloqueado y tirar todos los dvds que estaban sin hacer mal a nadie.
    Yo como si fuera parva, además de quitarla de lo peligroso, la razono por qué no puede hacerlo. Y ella me mira con una sonrisa de oreja a oreja, babas colgando por la barbilla y da palmitas. Mi hija mayor al ver la escena ha dicho: "Pobrecilla, a veces me da pena que sea tan tontita y no se entere de nada". Tal cual. A ver, que para diez meses que tiene la nena anda más que sobrada de coco, pero si entramos a comparar en valor absoluto de inteligencia, ahí es donde pincha de pleno.

    Qué cosa más torpeda de criatura. Interés loco por todo y ningún conocimiento de la existencia de peligros. Se cree inmortal y como tal se comparta y vive.

    Acaba de aparecer el Niño que ya ha terminado los deberes. Hago un inciso para poneros al corriente de su vida académica, de la que en los malos tiempos llegué a abrir hasta una etiqueta. El chaval sigue contentísimo con su nueva profesora, muy motivado, ni un día pregunta dudas, hace los deberes solo y por ahora solo ha traído dos notas pero eran notazas.
    A lo que iba, el Niño ha sacado a la loquilla de la cuna, para regocijo de ésta. Es increíble como es capaz de ponerse a su nivel con diez añazos que les separan. Juegan como dos cachorrillos, revolcándose por el suelo, lanzándose contra peluches grandes... Es curioso. No pensé que el Niño fuera a poder "jugar" tan pronto con la hermana, pero sí, esto que hacen ahora mismo, puede llamarse jugar.

    En fin, os dejo, que voy a vigilarla no se vaya a despistar el cachorro mayor.