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miércoles, 6 de diciembre de 2017

7 de diciembre - doble cumpleaños

Mañana es siete de diciembre y cumplen 13 y 3 años respectivamente, el mediano y la pequeña de la casa.

Ya he contado sus nacimientos otros años, así que aunque es algo que me encanta recordar cuando llega el cumple, hoy me voy a abstener de plasmarlo de nuevo aquí. He ido ha curiosear la entrada del año pasado y me he quedado pasmada porque la titulé igual que acabo de titular ésta, qué poco original soy madre, no tengo remedio.

Volviendo al tema: disfruto muchísimo de los cumpleaños de mis hijos, así que hoy estoy emocionada por el gran día que nos espera mañana.

El plan es: comida familiar con tíos y abuelos en un restaurante italiano. Por la tarde el mediano se irá al cine con sus amigos y el resto a casita a abrir regalos, soplar velas y demás. Me he cogido el día de vacaciones, así que con no tener que ir a trabajar y poder pasar el día en familia, ya soy feliz. Desde que en el 7 de diciembre de 2004 rompí aguas en la oficina y desde allí al hospital, decidí que ese día me lo iba a coger siempre de vacaciones. Hasta la fecha he cumplido, y mientras esté en mi mano, así seguiré.

El niño vino ayer emocionado porque toda la clase le había firmado una postal de cumple con dedicatorias muy bonitas y felicitaciones. Una de ellas era: "¡eres el mediador del año!". Y me he acordado que no os he contado que este año le nombraron mediador de la clase. Es un "cargo" que desconocía porque en mis tiempos escolares no existía. Parece ser que lo eligen los alumnos y el papel es el de tener un igual que media cuando hay un conflicto entre ellos. La verdad es que le pega mucho, porque él es muy de haz la paz y no la guerra.
A pesar de lo peculiar que es, y lo a su bola que va, es un niño muy querido en el cole. Siempre me lo dicen los profes. Incluso el año pasado, en el que pinchó en la primera evaluación, cuando fui a hablar con el tutor, una vez que se quejó de la parte académica, volvió a decir lo de que era un niño nada problemático, con buen comportamiento y muy querido por los compañeros. Eso dicho por un profe de un alumno cateador de la pradera, tiene mucho mérito.

Este año está mucho más centrado con los estudios, le están yendo bien las notas por ahora. Y en el cole sigue contento como siempre, que es un contento sin pasarse.

La pequeña está fenomenal, muy para comérsela, muy graciosa y muy de todo. Los virus escolares la han zurrado bastante, pero lo sobrellevamos de la mejor manera. Tuve entrevista con su profe y me dijo que va muy bien. Las primeras semanas le chocaban bastante las rutinas escolares de hacer fila, estar sentados, compartir los juguetes, etc. Al no haber ido a guardería, ha sido todo un cambio para ella. Pero enseguida se ha adaptado fenomenal y va contenta.
En esas semanas primeras de adaptación al status quo, parece ser que ella determinó que algunos de los juguetes de la clase eran solo de ella, si alguien se los cogía decía que la robaban, y a alguno le pegó en defensa de su supuesta propiedad. Cuando me lo contó la profe, estuve intentado sonsacarle en plan:
- ¿y en tu clase hay peleas? ¿algún niño ha pegado a otro?
- no, no, en mi clase eso no pasa, somos muy buenos. Peleas solo los de la clase de la flor (esto es, la clase de al lado... telita...).

En fin, que mis cumpleañeros están muy bien, sanos y felices. Y les digo que les quiero infinito y les deseo un MUY FELIZ CUMPLEAÑOS.


jueves, 4 de agosto de 2016

Vacaciones con dos pre adolescentes y una bebé

la pequeña de paseo  por la playa

Ya han terminado mis vacaciones de verano. Tres semanas que han pasado volando pero que he disfrutado muchísimo.

La primera mitad estuvimos en el sur, en un pueblecito pegado a la frontera portuguesa y concretamente en una urbanización a la que llevamos yendo muchos años. Es muy cómodo porque está en primera línea de playa y además, mis dos hijos mayores tienen allí amigos que van cada verano. Somos los únicos madrileños en un radio de varios kilómetros ya que desde Madrid hay mucho destino costero mejor comunicado y más cercano. Todo esto para contaros que cuando llegamos nos rodearon amigos de mis hijos gritando: “¡¡los madrileños, han llegado los madrileños!!”. Nuestra llegada es algo así como cuando llegó el oso panda al zoo de Madrid.
El caso es que a los dos mayores no les vimos prácticamente el pelo, porque se pasaban el día con su pandilla. A ver, exagero, sí les veía pero de lejos. La urbanización es cerrada y con muchas zonas comunes, así que no tiene peligro y se lo pasan genial. A la playa iban con nosotros, pero tardaban cero segundos en localizar algún amigo alrededor con el que irse a jugar o a saltar olas.
Después de cenar volvían a salir al jardín con los amigos, momento en el que se han dado situaciones surrealistas, como uno de los días en el que les dije que a las 11 en casa y me contestó el Niño apesadumbrado: “me estás hundiendo la vida”.
En fin. Las madres somos así. Muy de hundir la vida porque queremos que nuestros retoños se duerman a una hora razonable. La verdad es que están los dos bastante tontitos. Tienen momentos geniales en los que vuelven a ser los de siempre, pero ya no es como antes, que siempre daba gusto estar con ellos y te partías de risa. Supongo que esto es la pre-adolescencia o adolescencia en estado puro, pero me aburre soberanamente.
Por otra parte la que sí está disfrutable a tope es la pequeña, se ha portado genial porque es más buena que un pan. Le ha encantado la playa, se ha bañado, ha comido arena, ha jugado con las olas… Una delicia verla. Ha estado feliz y graciosa a rabiar.

De Andalucía nos fuimos directos al sur de Galicia, a Rías Bajas, atravesando Portugal.
En Galicia ya sabemos lo que nos espera, pero también lo disfrutamos mucho. Familia, comida buenísima, agua de mar helada, paisajes preciosos y mucho descanso.
Lo hemos pasado muy bien, como siempre que vamos a Galicia. Aunque de los cinco, yo soy la que menos disfruto. La pequeña ha alucinado con los gatos y los perros en casa de los abuelos paternos. Los dos mayores se lo pasan genial con los primos, hacen vela, y reciben muchos mimos abueliles. Para mi marido es volver a su tierra, así que el disfrute lo lleva a nivel de necesidad de ir. Os hacéis a la idea de que lo mío no está al nivel del resto. De hecho me encanta Galicia, pero tampoco me importaría saltármelo algún verano para poder ir a otro destino, que anda que no hay sitios maravillosos en España… Pero nada, con conseguir tener la mitad de las vacaciones en un destino en el que poder meter un pie en el agua de mar sin riesgo de congelación, me doy con un canto en los dientes.


Os cuento además que estamos en semana de cumpleaños. El domingo fue el mío y mañana el de mi hija mayor, que cumple trece años. Lo digo y no me lo creo. ¿Cómo es posible que cumpla ya trece años?. Se me pone la piel de gallina. Hace nada era mi bebé, hace menos que nada era mi niña pequeña que se acurrucaba conmigo en el sofá en el que cabíamos las dos estupendamente.  Ahora mide lo mismo que yo y soy una mujer alta. Es una señorita con ideas propias y mucho carácter. A veces me quedo mirándola y me sorprendo, como si no fuera mi hija, como si de un día para otro, se ha convertido en una mujer desconocida.
No voy a rememorar su nacimiento porque creo que ya lo he hecho otros años, es lo que tiene llevar ya más de cuatro años de blog, que como no tenga cuidado me repito, porque al final la vida es cíclica y vuelves a los cumpleaños, a los mismos sentimientos removidos y a los mismos eventos anuales.
Para mi cumpleaños, mi hijo tuvo su momento de gloria cuando me dijo que mi regalo era que me daba 10 euros de sus ahorros y que me bajara a comprar algo. Mira que le conozco y aún así sigue sorprendiéndome. Lo peor es que el tío orgulloso de su idea, no entendía lo de “se trata de tener un detalle y que tú hayas pensado en mí y te hayas molestado en comprar o hacer con tus manos un regalo”. “¡Pero qué mejor detalle que éste, si tú te conoces mejor y vas a acertar más que yo con lo que compres!!!”.

viernes, 4 de diciembre de 2015

La benjamina cumple un año


Este Lunes mi pequeña cumplirá un año, el mismo día que su hermano cumple once. Tempus fugit.
 
Todo lo mal que lo pasé en el embarazo, entre miedos y dolores varios, lo he pasado de bien en este añito que está por cumplirse.
 
Nació llorando a grito pelao pero en cuanto me la pusieron encima dejó de llorar y se me quedó mirando con esos ojos grandes y almendrados tan preciosos. Ver a tu hijo por primera vez es el momento más emocionante del mundo. Podría revivir mil veces los nacimientos de mis tres hijos y no me cansaría.
 
Los primeros meses ganó el óscar a la bebé más buena del mundo. Su vida consistió en dormir, comer, sonrr y observarlo todo con mirada plácida.
 
A partir de los seis meses empezó a dormir menos durante el día, a moverse más, comenzó el gateo y la vida loca.
 
El verano con ella fue divertidísimo. Disfruté de mis meses de excedencia alargando el tiempo de playa y pasando el verano tranquila con mis tres hijos. Mucha piscina, muchas risas, inicio del destete e introducción de los purés. Le compré un bikini de dos piezas solo para poder reírnos cada vez que se lo ponía. Ahora veo sus fotos con su bikini gateando por el césped o intentando comer arena de la playa, con esos muslitos con roscas y me da morriña.
 
En los últimos meses ha cambiado mucho, es más niñita que bebé. Camina desde los once meses, tiene interés por todo, hace entonaciones de voz y mueve las manos como si fuera una siciliana intentando expresarse. Esos andares bamboleantes que tiene son de morir de amor.
 
A raíz de incorporarme yo a trabajar se ha despegado un poco de mí. Hasta ese momento, aunque sus hermanos o su padre le parecieran muy graciosos, ella siempre prefería mis brazos y mis mimos. Ahora ya se divide entre todos casi por igual. Está más abierta al mundo y a las personas, ha dejado de observarlo todo desde mis brazos para entrar directa a la zona cero.
 
Da besos, bueno, más bien su versión de un beso, que es acercar su cara y resoplarte en el moflete. Simplemente con pedirle un beso o señalar en la cara diciendo: ‘besito’, ya lo hace, para delicia nuestra. No besa a cualquiera, claro. Solo a los más cercanos a ella.
En este año de vida solo ha estado mala unos días, un costipadillo leve, y se curó sola sin tomar medicinas. Otra de las ventajas de que esté en casa y no vaya a guardería.
 
Baila en cuanto oye música. Se sujeta a algo y mueve el culete para un lado y para otro.
 
Come fenomenal. De hecho come tan bien que a veces he llegado a pensar que no le funcionan las papilas gustativas, porque todo le parece bien. Todo tipo de verduras, purés, frutas, pescado… TODO lo que la he dado le ha parecido correcto. Sus hermanos comían bien pero tenían sus líneas rojas. Al niño no le gustaba el pescado, a la niña no le gustaba la papilla de frutas. Sin embargo a la pequeña todo le va. Le doy purés, para asegurarme de que se alimenta bien. Pero además, le dejo que coja de nuestros platos lo que le apetezca. De comida de mayores sus favoritos son los espárragos trigueros, el pavo, las lentejas y el pan.
 
La encantan los balones, los juegos de piezas y de todos los peluches tiene, uno blanco enorme que es su favorito.
 
Sus dos hermanos están loquitos con ella, siempre cariñosos y protectores. En realidad estamos todos locos con ella. Se ha ganado un hueco enorme en nuestros corazones y en nuestra vida. ¡Te queremos, pequeña!.
 

lunes, 14 de julio de 2014

Aniversarios varios

Me acabo de fijar en que este blog cumplió dos años en Junio, y ¡no me di cuenta!. Qué desastre de bloguera, una cosa es que no me meta en saraos de sorteos, que eso va a ser que no, y otra que ni siquiera lo recuerde.

Aprovecho ahora para contároslo y daros las gracias a todos los que pasáis por aquí, especialmente a los que dejáis comentarios, ¡qué me gusta a mí un comentario!. A pesar de lo desatendido que lo tengo últimamente, sigue siendo motivo de alegría, un espacio de libertad total, en el que un día cuento anécdotas y otro hablo de un libro, sin guión, sin obligaciones… un gustazo. Creo que tener un blog profesional y vivir de él no debe molar ni la mitad, tendrá otras ventajas claro, pero los compromisos y obligaciones acaban pervirtiendo la esencia original de las cosas.

Además ayer estuve de aniversario de boda, doce años casados, a los que si sumamos el noviazgo previo de ocho años que iniciamos en la universidad, resulta que llevo casi media vida con mi marido. Soy muy afortunada. En estas cosas del corazón, hay poco en mano de uno. Además, si ese día no hubiera ido a esa fiesta en la que nos conocimos hoy no tendría la vida que tengo. Todo es tan casual que da vértigo. Algún día tengo que escribir sobre mis teorías de lo poco que está en nuestra mano casi todo lo importante la vida.

Para completar la ronda de aniversarios, el 31 de julio es mi cumpleaños y el 5 de agosto es el de mi hija, somos un par de leos de pura cepa.
Me encantan los cumpleaños. Sigue sin pesarme el hacerme mayor, debe estar al caer una crisis de esas tan comunes, pero por ahora, sigo alegrándome de cumplir años ya que tengo bien presente que la alternativa sería estar muerta. Claro que me noto muy distinta en muchas cosas, y muy igual a la de siempre en otras, pero en general no me siento mayor.
Los cumples de mis hijos me ponen tontorrona de nostalgia, por lo rápido que pasa todo, pero es más alegría que tontería, así que el balance sigue siendo positivo. Yo querría tener un mando como el de la tele para rebobinar a esos momentos tan bonicos y que pasan tan rápido, a veces no te das ni cuenta de lo re-bonicos que son cuando los estás viviendo. Y con ese mismo mando pasas rápido esos otros momentos horribles de angustia y de incertidumbre que conlleva la maternidad. No me digáis que no molaría mi mando.
Poco más, está quedando una entrada muy breve, escribo poco últimamente, creo que hay varios motivos, pero el principal es que no tengo mucho que contar, al llevar dos años dando guerra, las actividades típicas de estos meses ya las he contado varias veces (algunos ejemplos aquí y aquí). Aún así siempre se puede contar algo, o teorías propias, pero estoy perezosilla, y como decía más arriba, me encanta no sentirme obligada a publicar nada. Solo escribo exactamente cuándo y lo que quiero, eso no tiene precio.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Mi príncipe cumple años

Igual que hice aquí en agosto cuando mi linda cumplió años, hoy le quiero dedicar la entrada a mi hijo, que cumple 8 años. Yo le sigo llamando mi chiquitín, pero de chiquitín no le queda nada. Está hecho un grandazo, el más alto de su clase, por eso no nos extrañó que en la representación de fin de curso, le tocara el papel de “el padre”. Le sacaba más de una cabeza al compañero que hacía de hijo.
Quien lo iba a decir cuando en la semana 38 rompí aguas en la oficina, y a las pocas horas nacía en el hospital mi hijo, tan pequeñito y con unas piernas largas y delgadas; y mi madre todo el rato dando la matraca: “este niño va a ser siempre muy delgado y va a tener las piernas del abuelo”.
Este verano cuando le veíamos en bañador con ese cuerpo serrano que gasta ahora el colega, que si te diera una patada te tumba, no podía resistirme a decirle a mi madre: “lo tuyo premonitorio, eh madre?, menuda visionaria que estás hecha…”.
El niño nació delgado porque su embarazo no fue como el de la hermana, en el que yo me pude dedicar a conciencia a cuidarme. En su caso, tenía a otro bebé en casa. Cuando nació mi hijo su hermana tenía solo 16 meses, así que cuando a las 3 de la tarde salía del trabajo, me esperaba doble ración en casa, con una pequeñaja que había que sacar al parque, que estaba aprendiendo a andar y que no paraba.
De todas formas, el príncipe nació delgado, pero se agarró al pecho como un desesperado. Solo dormía y comía, y al mes ya lucía un aspecto rollizo que hacía aventurar por dónde iban los tiros con él.
Confieso que cuando estaba embarazada de mi hijo, me daba cierta penilla el pobre, porque pensaba que nunca le iba a poder querer tanto como a la mayor, que al ser la primera había despertado en mí un amor infinito. ¡Ay, que tonterías de madre primeriza!, fue verle la carita y me inundó la misma sensación de amor y protección por mi bebé. El amor se multiplica con los hijos, de una forma difícil de explicar.
Mi hijo fue el bebé más bueno que he conocido. Comía, dormía y siempre tenía una sonrisa preparada. No recuerdo ninguna llantina de esas desconsoladas con las que nos deleitaba su hermana de bebé. Todo le venía bien al canijo. Todos los cambios de alimentación los incorporaba con total facilidad. Aprendió a comer con cubiertos el solito. Yo les sentaba en dos tronas al lado, y la niña comía sola con sus cubiertos, y al niño le iba dando yo, hasta que un día me quitó el tenedor de la mano, y se puso él solo dale que tienes como un señor. Cuando de merienda le daba solo fruta, siendo un cani de un año, se metía el dedo en la boca y me decía: ¡jamón pa aquí!!!!!!!!!!. Por si me quedaba alguna duda de por dónde había que introducirle ese jamón que él echaba en falta después de la fruta.
Durante su primer año de vida, me cogí una excedencia así que estuve en casa con los dos, y fue la mejor decisión de mi vida. Qué bonitos recuerdos tengo de ese periodo. Y en gran parte se deben al bebé tan delicioso que fue mi hijo.
A partir de los 15 meses despertó a la vida gamberra, y ya empezó a liarla parda en cuanto te despistabas. Pintaba las paredes y todos los juguetes los usaba de martillo, por poner un ejemplo.
Los principales rasgos que describen a mi hijo, ahora apunto de cumplir sus 8 años son:
- Es muy cariñoso
- Es madrugador
- Se ríe mucho y tiene una risa contagiosa
- Es muy comilón. Entre sus comidas favoritas: cocido, lentejas, chuletón, cabrales y churros. Todo muy de dieta como veis…
- No le gusta hacer deberes
- No quiere hacerse mayor
- Le gusta mucho ver documentales y todo lo relacionado con animales y naturaleza
- Quiere tener dos perritos, dos gatitos, y un hermanito pequeño.
- No cree en la vida eterna, pero sí en las sirenas, a pies juntillas. Siempre le sorprende que en los documentales de animales marinos no salga ninguna.
- También cree mucho en todo lo que vende la teletienda. Cuando zapeando buscando sus dibujos cae en ese canal, tengo asegurados unos cuantos gritos tipo: ¡¡mamaaaa ven correeee, mira como deja ese líquido las alfombras!!!! correee ven!!!!!!!.
- Le encanta jugar, cantar, bailar y estar de vacaciones.
- No consigo imaginarme cómo será de mayor. Ni físicamente ni de carácter. Ay del día en que desaparezca su micro nariz, sus mofletes besuqueables, su voz de niño y abandone el infantilismo disfrutón que le acompaña….

Tenemos un ritual él y yo, que es el “Strangers in the night”. Cuando se levanta antes de que yo me vaya a trabajar, esto es, casi todos los días, se sube a un sofá, y hacemos un baile agarrado tarareando la canción de Sinatra: strangers in the night, stranging faces, lovers at first sight, larailailarailaraila… Hace que me vaya a trabajar con una sonrisa.

Muchas felicidades hijo mío, te quiero con toda mi alma.

sábado, 4 de agosto de 2012

Mi linda L.

Mañana domingo mi princesa L cumple 9 añazos, qué impresión me da, glub. Yo mis cumpleaños los llevo con dignidad, pero los últimos de mis hijos los llevo con auténtica aprensión. Qué rápido se me está pasando, ojala pudiera parar el tiempo, o al menos tener un mando para rebobinar y volver a vivir algunos de esos momentos preciosos. Ayer me desvelé dándole vueltas al tema, de un pensamiento pasaba a otro como una bala, y se me iban cruzando imágenes:
- el momento en que vi su carita por primera vez, ¡con lo que se hizo esperar!… nació con dos semanas de retraso. El día de mi cumple 31/07 del año 2003, me harté a caminar porque me hacía mucha ilusión que naciera el mismo día que yo. Ese día me recorrí los cien mil metros lisos por los centros comerciales de Madrid, porque en esta época del año, es el único sitio por el que puedes pasear sin que te de una lipotimia. Pero no pudo ser, y fue el 4 de agosto por la tarde cuando rompí aguas, y me fui dudosa al hospital pensando que igual me había meado encima, porque con ese barrigón que gastaba la menda, yo ya no era dueña de mis actos. Toda la noche de lenta y dolorosa dilatación y a las 12 del día 5 de agosto nació la niña más bonita que había visto nunca. En serio. Parecía un bambi humano, con los brazos y piernas muy largos, y con sus 4,070 kilos no tenía el look de una recién nacida. Cuando subimos a la habitación y miraba la cunita transparente y a ella envuelta en una toquilla rosa, haciendo pompas – no se por qué hacía tantas pompas, ¿sería saliva? ¿liquido amniótico?, no lo se, pero sus primeras horas se las pasó con una pompa en los labios -  y yo me sentía la mujer más feliz del mundo. La depresión post parto ni la olí, ya os he comentado alguna vez que disfruté muchísimo el momento bebé de mis hijos, así que no me repito.
- Otra imagen es mi princesa con 5 meses y ya gateando la tía, que tenía una precocidad de la leche, pero claro el coco no le daba, y se metía cada golpetazo la pobre… Que iba siempre con un chichón porque no controlaba las esquinas cuando gateaba.
- La siguiente es con un año y medio, subida en su adorado columpio del parque, y sonriendo con los dos dientecitos de ratoncillo asomando… Fue tan chupetera, que tenía los dientes salidillos super graciosos. A esa edad ya tenía al hermanito y cuando pasaba por su lado en la cuna, le soltaba: ETOOOO BEBE!! Y le lanzaba un peluche en la cuna, de regalo, pa´verle matao, porque lo lanzaba con un ímpetu, y el niño ni se inmutaba, ahí seguía durmiendo como el santo bebé que era.

- La siguiente imagen es a la semana de empezar el colegio de mayores, que iba ella con una ilusión enorme, pensando que allí por fin iba a aprender cosas importantes, y me vino con un libro, sus dos coletitas y me dijo: “mamá, enséñame tu a leer, que en el cole no aprendemos nada, solo juguemos y nos peleemos” (utilizaba mucho el estilo payes en esa época, era muy de “qué bien lo pasemos ayer”, por ejemplo).

- También me viene a la mente la imagen de mi L. viniendo a cenar disfrazada de princesa, con tacones, claramente maquillada y diciendo: “mamá, ¿me notas guapa y no sabes por qué? … ¡pues es porque me he maquillado!”

Y así, mil imágenes más que se me agolpan en la mente, y por una parte me hacen reír y por otra parte me dan ganas de llorar.

En fin, mi niña linda se hace mayor. Felicidades princesa, que tengas una vida muy feliz y sigamos siempre unidas.