Voy a aprovechar que estoy de baja para venir a pasar el polvo en este mi olvidado blog.
Os cuento que la baja se debe a que me acaban de operar de una hernia umbilical. Hace ya unos meses vi un pequeño globito que se me formaba justo encima del ombligo, no tenía el aspecto de las hernias umbilicales típicas por no estar en el centro del mismo. Decidí pasar del tema, como hago siempre en inicio con todos mis temas de salud. Pero claro, el verano, con sus mil horas en bikini en playas y piscinas, me han puesto difícil olvidarme del asunto y a finales de agosto decidí ir al de digestivo. Hernia operable, mejor pronto que tarde, y efectivamente, en 10 días estaba operada.
Ha sido todo tan rápido, y como tengo medio fobia a todos los temas médicos, no quise saber nada de la operación. Mis dedos no fueron a preguntar a señor google, ni tampoco hice muchas preguntas en consulta. Con lo cual iba ingenua e inocente a la operación, y ahora me encuentro con que esto es más de lo que quise pensar que era. Por lo pronto me han dado la baja, tengo 12 grapas en el corte que me hicieron en una media luna que rodea el ombligo, y estoy bastante incómoda. Pero también es cierto que cada día estoy mejor que el anterior, así que espero en una semana volver a ser persona con vida, que pasea, trabaja y puede agacharse a recoger lo que se le cae al suelo.
Paso a temas más agradables como contaros nuestro verano. Las vacaciones las cogimos las tres primeras semanas de julio, y como siempre, genial. Los que ya me conocéis sabréis que tengo el don de vacacionar como los ángeles. Qué diréis, pues vaya don de mierda, eso cualquiera. Pero no, dicen los telediarios que en vacaciones hay más discusiones y divorcios, por el tiempo extra de convivencia. Y dicen mis compis que echaban de menos volver a la rutina. A mi esas cosas no me pasan. Yo discuto con mi marido durante las épocas laborales, en las que estás cansada, con sueño, y hay que hacer la compra, y el uno no hace los deberes y la otra está con otitis por el frio que pela. Pero yo en vacaciones soy feliz, estoy descansada, y no me da por discutir sobre si playa o montaña, o pedimos paella o pescado frito.
La mayor ha pasado un verano buenísimo, estuvo primero con nosotros de vacaciones. Y lo de "con nosotros" es un decir, básicamente porque compartíamos techo para dormir, pero el resto del día lo pasaba con la pandilla de aquí para allá, haciendo nada y hablando con ellos más de lo que habla con sus padres en todo el año junto. Después de las "vacaciones familiares" la mandamos tres semanas a Berlín a hacer un curso de alemán. Ya estuvo el año pasado en un pueblo pequeño y en familia, y este año pidió ciudad y colegio. Como saca tremendas notazas en el cole, y aunque a priori me gusta más que vaya a familia para que la inmersión cultural sea más completa, se lo concedí. La ventaja es que hay pocos españoles y máxime de su edad, que vayan a hacer cursos de alemán a Berlín, así que igualmente aunque estuviera en colegio, aprovechó la experiencia de un ambiente muy internacional y de diferentes culturas. A su vuelta pasó unos días con nosotros y detrás se fue a Galicia con la familia paterna, seguido de viaje al sur con la familia materna. Es decir, que no ha parado y lo ha pasado fenomenal. También en verano ha cumplido 16 años. Sigue muy adolescente, pero parece que más serena cada día. Seguimos teniendo una relación bipolar con días en los que es la de siempre, cariñosa, risueña, divertida, y otros en los que deja en pañales a lord Voldemort. A mi me cuesta mucho llevarlo con paciencia y con calma en sus días de furia desatada con el mundo y sin motivo ni causa aparente. No se me da bien ser madre de adolescentes, la verdad.
El niño, como siempre, ha sido muy feliz en verano. A él le quitas las obligaciones escolares y le entra una paz y un relax por el cuerpo, que da gusto estar a su lado, con hormonas adolecentes incluidas. Aparte de que tiene una adolescencia mucho más suave que la de su hermana, es por lo tranquilo y relajado que está él en cuanto se quita de encima libros, deberes y exámenes. Su verano ha consistido en vacaciones familiares con nosotros, compatibilizando los ratos en pandilla con ratos de paseos por la playa conmigo, coger cangrejos con la pequeña, y pegarse nadadas con el padre. No necesita tanto del grupo de iguales como su hermana solo 16 meses mayor que él. Luego se quedó en Galicia una semana con los abuelos y primos, y le mandamos dos semanas a un campamento de inglés en Marbella. No quiso salir a un curso al extranjero y no le quisimos forzar. El resto del verano en casa. No quiso ir al sur con mi familia, porque él también necesita pasar tiempo en casa, metido en su cuarto con sus comics, sus juegos de ordenador, o viendo series conmigo (nos hemos zampado Siren de HBO del tirón, juntos comiendo unos días palomitas, otros edamames). Las mañanas de agosto mientras nosotros estábamos trabajando se dedicaba a tareas tales como la siguiente: se recorrió todas las tiendas de mascotas del barrio para ver si las jaulas de roedores cumplen las medidas de la normativa. Os preguntaréis ¿tiene hámster o roedor alguno?, no, ¿va a tenerlo?, tampoco. ¿Entonces?, pues ni idea, él es así, solo puedo deciros que concluyó que todas incumplen la normativa. Esa que yo no sabía ni que existía.
Yo me imagino a mi hijo, con sus camisetas de Stranger Things, su metro de ikea en una mano, y agenda y boli en la otra, que entra en las tiendas y se pone a medir jaulas, y cuando se acerca el dependiente a preguntar si necesita algo, le dice que no gracias, que está mirando, y me da la risa tonta.
La pequeña sigue siendo el juguete de la familia, es para comérsela de bonita, de linda, de buena y de simpática. Se lo ha pasado genial en la playa, ya nada sin manguitos y bucea cual animalillo acuático, y pasarse el día descalza, morena, y sin ropa, la hace feliz. Es una pena que no haya apuntado sus mil ocurrencias simpáticas de este verano, porque ahora mismo no recuerdo ninguna. He ido a twitter porque allí escribo poco y menos, pero cuando lo hago suelen ser sus ocurrencias graciosas pero solo he dejado constancia de un día de cariñoseo máximo en el que me dijo: mamá, te quiero al cien por cien y al siete por uno.
Mientras ha estado haciendo calor hemos ido cada tarde al club a bañarnos en la piscina, y la mujer lo disfruta lo mismo que si la llevas al caribe con escala en Disney world. Es muy disfrutona y alegre. Ahora ha empezado el cole, y aunque yo se que no es su pasión, va siempre sin una queja, se lo pasa bien allí, aunque si la dieras a elegir, sin duda cogería vacaciones eternas, como su madre y su hermano. La mayor por ejemplo no aguanta estar demasiado tiempo sin una exigencia, siempre tenía ganas de volver al colegio después de verano, y la sienta bien la presión de los estudios y la competitividad. El padre creo que también disfruta de su trabajo y le gusta alternar rutina laboral con periodos de vacaciones. Supongo que esto último es lo más sano. Pero mis dos pequeños y yo, podríamos vivir eternamente de vacaciones, alternando playa, piscina, montaña, durmiendo hasta que el cuerpo diga que es suficiente, y comiendo cosas ricas.... mmmmm.... soñar es gratis....
Besos
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jueves, 19 de septiembre de 2019
martes, 21 de agosto de 2018
Poniéndome al día
Anoche mientras daba vueltas en la cama intentando conciliar el sueño, tuve por primera vez el pensamiento de hacer una entrada de despedida y cerrar el blog.
Nunca había entendido a la gente que lo hacía, porque el blog no pide pan, y ahí queda para escribir cuando te apetezca aunque sea una vez al año. Sin embargo anoche lo entendí.
Yo he querido mucho a éste mi pequeño blog, he hecho amigos, he conocido incluso cenado con varias personas a las que llegué a conocer por esta página, le he dedicado tiempo y cariño. Así que anoche sentí la responsabilidad de no dejarle morir de inanición. Si hoy en día no me apetece escribir aquí, tendría que cerrarlo. Pero no, aquí estoy y esto no es una despedida, porque voy a hacer otro intento de mantenerlo vivo.
En mi insomnio de anoche también pensé por qué me he unido sin decidirlo expresamente, a la corriente que te lleva a opciones más superficiales, rápidas, visuales y que generan más interacciones, como pueden ser instagram, los foros, twitter. Las razones son simplemente penosas, pero es la realidad, seguramente la mayoría no damos para más. La interacción rápida, el chute en vena, el no tener que esperar a que lleguen un puñado de comentarios, sino recibir inmediatamente "me gusta" o "me parto". A través del blog, las relaciones tenían más calidad, éramos menos pero bien avenidos. En los foros por ejemplo, me encuentro con miles de comentarios y reacciones a los míos, pero que en dos días están olvidados.
Aparte de no dar para más, también es cierto que hay causas más objetivas a ese tráfico desviado, como son que escribir aquí requiere ordenador, y en casa ya nunca tengo el ordenador encendido, siempre uso mi móvil.
En cualquier caso, yo pasaba a contaros cómo nos van las cosas, así que procedo:
- ya estuvimos de vacaciones, tres semanas divididas casi a la mitad entre el sur de España y Galicia. Lo pasamos de maravilla y me di cuenta de cuánto las necesitaba. Los adolescentes estuvieron de lo más entretenidos con sus pandillas de ambas puntas de España, y el poco tiempo que les veníamos, era para estar de buen rollo. Así que yo, que he despotricado del rollo del "tiempo de calidad", y sigo haciéndolo cuando se trata de bebes y niños pequeños que lo que requieren es tu tiempo, sin apellidos. En el caso de los adolescentes, creo que los fines de semana de este invierno que me he empeñado en hacer planes familiares todos juntos, han sido un fracaso. Prefiero que corra el aire, que estén haciendo sus cosas (obviamente planes lógicos y controlados por mi, como es estar en la playa a 30 metros de donde estoy yo pero con sus amigos, o jugando al padel en la urbanización, o viendo una peli en casa de una amiga, etc) a que estén odiándonos por tener que estar obligados de excursión familiar.
- la mayor, a la vuelta de las vacaciones familiares, ha estado tres semanas en Alemania, y ha sido una experiencia muy enriquecedora y divertida para ella. Estuvo con una familia muy maja, en una escuela a la que iba a clases por las mañanas, y de actividades deportivas y lúdicas por las tardes. Se lo ha pasado fenomenal, ha hecho muchos amigos, y además, ha aprendido mucho alemán. Lo mejor de todo es que incluso nos echó de menos. Así que ahora estamos mi adolescente mayor y yo, en pleno romance madre-hija, que ojalá dure mucho.
- el niño está ahora mismo en un campamento de inglés, pero en España. Me pidió que no le mandara fuera, que no le apetecía nada, y que además seguro que le tocaba una familia sucia y que tosiera haciendo mucho ruido. En fin, sus cosas, ¿a quién se le ocurre pensar en el tipo de tos de una familia?, a él. Pero bueno, le entendí, y con 13 años tampoco me parece que sea necesario forzar, así que llegamos a este consenso con el que está encantado. También está siendo toda una experiencia pasar varias semanas fuera de casa, y está haciendo muchos amigos. Lo de aprender inglés no tengo claro cómo lo llevará, aunque el chaval a veces sorprende para bien.
- la pequeñita de la casa está para comérsela. No solo es preciosa, que lo es, es que además tiene cada puntazo de llorar de risa. Os cuento alguno: el otro día estábamos recordando un día hace años que fuimos al parque de atracciones y mi mayor, que tendría 8 años, me hizo subir a unas sillas voladoras del demonio que están como a mil kilómetros del suelo. El caso es que las malditas sillas voladoras tienen la misma sujeción que tendrían de ser las míticas que están a un metro de altura. Es decir, prácticamente ninguna. Así que cuando eso empezó a tirar para arriba, yo empecé a perder años de vida, pensando que se me caía la niña, me caía yo, me desmayaba, y un sin fin de desgracias que acababan en muerte.
Como nos reíamos tanto recordándolo - aunque puta gracia que tuvo en su momento - a la pequeña le pareció una cosa divertidísima, y preguntó si ella también iba en las sillas porque no lo recordaba. "No hija, tú no venías porque no habías nacido". "¡¡Pues haber esperado a que yo naciera!!, ¿por qué fuisteis sin mí??!. Pobriña, estaba súper indignada y sin entender nuestras risas.
Ayer le pregunté si querría ir al cine a ver Los increíbles 2, y me dice toda resuelta: "si me compras palominas sí, pero si solo me vas a dar un plátano, mejor nos quedamos en casa".
Y como estas, mil ocurrencias más, que ocurren cada día y que no me da la vida para escribir y recordarlas siempre.
Y nada más por hoy. Que no dejéis vuestros blogs, ni de comentar en los blogs amigos, y que seáis muy felices
Nunca había entendido a la gente que lo hacía, porque el blog no pide pan, y ahí queda para escribir cuando te apetezca aunque sea una vez al año. Sin embargo anoche lo entendí.
Yo he querido mucho a éste mi pequeño blog, he hecho amigos, he conocido incluso cenado con varias personas a las que llegué a conocer por esta página, le he dedicado tiempo y cariño. Así que anoche sentí la responsabilidad de no dejarle morir de inanición. Si hoy en día no me apetece escribir aquí, tendría que cerrarlo. Pero no, aquí estoy y esto no es una despedida, porque voy a hacer otro intento de mantenerlo vivo.
En mi insomnio de anoche también pensé por qué me he unido sin decidirlo expresamente, a la corriente que te lleva a opciones más superficiales, rápidas, visuales y que generan más interacciones, como pueden ser instagram, los foros, twitter. Las razones son simplemente penosas, pero es la realidad, seguramente la mayoría no damos para más. La interacción rápida, el chute en vena, el no tener que esperar a que lleguen un puñado de comentarios, sino recibir inmediatamente "me gusta" o "me parto". A través del blog, las relaciones tenían más calidad, éramos menos pero bien avenidos. En los foros por ejemplo, me encuentro con miles de comentarios y reacciones a los míos, pero que en dos días están olvidados.
Aparte de no dar para más, también es cierto que hay causas más objetivas a ese tráfico desviado, como son que escribir aquí requiere ordenador, y en casa ya nunca tengo el ordenador encendido, siempre uso mi móvil.
En cualquier caso, yo pasaba a contaros cómo nos van las cosas, así que procedo:
- ya estuvimos de vacaciones, tres semanas divididas casi a la mitad entre el sur de España y Galicia. Lo pasamos de maravilla y me di cuenta de cuánto las necesitaba. Los adolescentes estuvieron de lo más entretenidos con sus pandillas de ambas puntas de España, y el poco tiempo que les veníamos, era para estar de buen rollo. Así que yo, que he despotricado del rollo del "tiempo de calidad", y sigo haciéndolo cuando se trata de bebes y niños pequeños que lo que requieren es tu tiempo, sin apellidos. En el caso de los adolescentes, creo que los fines de semana de este invierno que me he empeñado en hacer planes familiares todos juntos, han sido un fracaso. Prefiero que corra el aire, que estén haciendo sus cosas (obviamente planes lógicos y controlados por mi, como es estar en la playa a 30 metros de donde estoy yo pero con sus amigos, o jugando al padel en la urbanización, o viendo una peli en casa de una amiga, etc) a que estén odiándonos por tener que estar obligados de excursión familiar.
- la mayor, a la vuelta de las vacaciones familiares, ha estado tres semanas en Alemania, y ha sido una experiencia muy enriquecedora y divertida para ella. Estuvo con una familia muy maja, en una escuela a la que iba a clases por las mañanas, y de actividades deportivas y lúdicas por las tardes. Se lo ha pasado fenomenal, ha hecho muchos amigos, y además, ha aprendido mucho alemán. Lo mejor de todo es que incluso nos echó de menos. Así que ahora estamos mi adolescente mayor y yo, en pleno romance madre-hija, que ojalá dure mucho.
- el niño está ahora mismo en un campamento de inglés, pero en España. Me pidió que no le mandara fuera, que no le apetecía nada, y que además seguro que le tocaba una familia sucia y que tosiera haciendo mucho ruido. En fin, sus cosas, ¿a quién se le ocurre pensar en el tipo de tos de una familia?, a él. Pero bueno, le entendí, y con 13 años tampoco me parece que sea necesario forzar, así que llegamos a este consenso con el que está encantado. También está siendo toda una experiencia pasar varias semanas fuera de casa, y está haciendo muchos amigos. Lo de aprender inglés no tengo claro cómo lo llevará, aunque el chaval a veces sorprende para bien.
- la pequeñita de la casa está para comérsela. No solo es preciosa, que lo es, es que además tiene cada puntazo de llorar de risa. Os cuento alguno: el otro día estábamos recordando un día hace años que fuimos al parque de atracciones y mi mayor, que tendría 8 años, me hizo subir a unas sillas voladoras del demonio que están como a mil kilómetros del suelo. El caso es que las malditas sillas voladoras tienen la misma sujeción que tendrían de ser las míticas que están a un metro de altura. Es decir, prácticamente ninguna. Así que cuando eso empezó a tirar para arriba, yo empecé a perder años de vida, pensando que se me caía la niña, me caía yo, me desmayaba, y un sin fin de desgracias que acababan en muerte.
Como nos reíamos tanto recordándolo - aunque puta gracia que tuvo en su momento - a la pequeña le pareció una cosa divertidísima, y preguntó si ella también iba en las sillas porque no lo recordaba. "No hija, tú no venías porque no habías nacido". "¡¡Pues haber esperado a que yo naciera!!, ¿por qué fuisteis sin mí??!. Pobriña, estaba súper indignada y sin entender nuestras risas.
Ayer le pregunté si querría ir al cine a ver Los increíbles 2, y me dice toda resuelta: "si me compras palominas sí, pero si solo me vas a dar un plátano, mejor nos quedamos en casa".
Y como estas, mil ocurrencias más, que ocurren cada día y que no me da la vida para escribir y recordarlas siempre.
Y nada más por hoy. Que no dejéis vuestros blogs, ni de comentar en los blogs amigos, y que seáis muy felices
miércoles, 13 de junio de 2018
Balance curso 2017-2018
A pesar de que hace ya muchos años que acabó mi etapa escolar, sigo midiendo los años por cursos. Para mi el balance toca ahora y no en diciembre, las buenas intenciones y propósitos son en septiembre, y ¡cómo me encantaría tener parón vacacional en julio y agosto!. Me tendré que conformar con mis tres semanitas de vacaciones estivales, pero echo de menos muchísimo las vacaciones escolares que disfruté, como buena estudiante, hasta que terminé la carrera. Los profes os lo ganaréis durante el curso, no digo yo que no, que soy hija de maestra y madre de adolescentes que no quiero ni pensar lo que tiene que ser aguantar a más de 10 juntos en un aula día tras día. Lo tendréis ganado y merecido, pero a estas alturas del año os envidio profundamente.
A lo que iba, que voy a aprovechar que toca hacer balance para pasar por aquí a desempolvar este blog querido mío, al que he abandonado más de lo que merece.
En este curso han pasado muchas cosas:
- hemos cambiado de casa. La mudanza fue un infierno. Llevábamos diez años y medio viviendo en el mismo piso, con demasiado armario y almacenaje, y trasladar y acomodar toda esa acumulación fue terrible. Pero en un mes aproximadamente quedó todo organizado y estamos disfrutando mucho de la amplitud, la luz, las vistas, que los niños tengan cada uno su cuarto... Ha merecido muchísimo la pena.
- lo de los adolescentes que ya os conté en otra entrada anterior, ha ido a peor. Bueno, para ser sinceros, el niño se ha estabilizado y encima este año ha mejorado las notas. Todo el curso al filo del bien y del mal, pero en la última evaluación pegó una remontada y ha terminado con buenas notas y felicitaciones de varios profes (que debían estar tan sorprendidos como yo). La adolescente mayor es la que ha ido a peor. Las notas muy bien, como siempre. Pero el nivel de drama por cualquier cosa va increscendo.
Este año han movido la convocatoria de septiembre a junio. Los alumnos tienen el mismo número de oportunidades/éxamenes pero concentrados porque en junio termina todo el curso. Esto ha supuesto que han tenido que terminar antes el temario, y los alumnos como mis hijos que aprobaron todas las evaluaciones, están desde finales de mayo libres como palomas. Concretamente el 22 de mayo trajeron las notas de la tercera evaluación, exámenes y temario lógicamente lo terminaron antes. Esto supone que llevan demasiado tiempo yendo al cole con poco contenido. Les han organizado talleres, para los que no tienen recuperaciones, pero la acogida es muy desigual. El mérito del profesorado está claro, pero los chavales no acogen con el mismo entusiasmo un taller de defensa personal que otro de quebrados. El caso es que tenemos discusión diaria porque la adolescente mayor no quiere ir al colegio la mitad de los días. "¡Pero si no hacemos nada, es un rollazo, y ya han entregado las notas, para qué tengo que ir!, ¡eres la peor madre!". Esto lo tienen que oir mis delicados auditivos casi cada noche...
Según ella, muchos alumnos no van. Pero a mi me parece que a poco que hagan, algo más que en casa o apatrullando en manadas adolescentes la ciudad... Ya tienen bastante con estar libres desde el 22 de junio hasta mediados de septiembre. Si todavía estamos en calendario escolar con asistencia obligatoria tienen que ir y punto. Aunque he de decir que entiendo a los padres que llegan cansados y tarde de trabajar y desisten de lidiar la batalla diaria para convencer al adolescente de turno de que tiene que ir aunque no haya temario ni exámenes... Yo no desisto porque soy así, pero telita lo que es discutir diariamente por algo que para mi es de cajón.
- la pequeña está cada día más bonita y simpática. Ha sido su primer año de colegio y la experiencia en general ha sido muy buena. Ha hecho muchos amigos y una amiguita del alma. Le gusta su profe. Y ha aprendido mucho, la veo muy cambiada de cómo empezó en septiembre. Sabe un montón de canciones, monta en patinete nivel pro, se columpia sola a toda potencia, baila con ritmo, come mucho más y mejor... Está re-mona, si no fuera por mi sentido de la privacidad, ahora mismo os ponía algunas fotos para que veáis qué achuchable es, con su sonrisa siempre puesta.
- en el trabajo estoy a tope, pero mejor de lo que estuve de mayo a enero, periodo en el que me movieron dentro del propio departamento, cambiando de jefatura, y fue bastante duro. Ahora mismo tengo mucha carga de trabajo, pero salgo a mi hora y me organizo libremente. Con la jefa que tuve esos meses era imposible. Se metía en cómo hacía todo, tenía que reportar informes continuos de cosas absurdas, me puso móvil de empresa y me llamaba en mi tiempo libre... Muy agotador.
- el plan de vacaciones es el que hacemos muchos años de coger tres semanas seguidas y pasar la mitad en el sur de españa y la otra mitad en el norte. Tengo muchísimas ganas, necesidad, de playa, paseos, no tener horarios, comer gambas... Cuando volvamos de las vacaciones familiares, la Niña mayor se va a alemania tres semanas. Es la primera vez que la mandamos fuera, y he de reconocer que estoy un pelín nerviosa, pero creo que va a ser una buena experiencia para ella. Cuando ella vuelva se irá el Niño a un campamento de inglés en la costa. La idea era mandarle fuera de España, pero a él no le apetecía nada, así que como primer año vamos a ver qué tal esto y al año que viene ya le mandamos fuera.
Y eso es todo por hoy amigos. Sed buenos y sed felices. Besos
A lo que iba, que voy a aprovechar que toca hacer balance para pasar por aquí a desempolvar este blog querido mío, al que he abandonado más de lo que merece.
En este curso han pasado muchas cosas:
- hemos cambiado de casa. La mudanza fue un infierno. Llevábamos diez años y medio viviendo en el mismo piso, con demasiado armario y almacenaje, y trasladar y acomodar toda esa acumulación fue terrible. Pero en un mes aproximadamente quedó todo organizado y estamos disfrutando mucho de la amplitud, la luz, las vistas, que los niños tengan cada uno su cuarto... Ha merecido muchísimo la pena.
- lo de los adolescentes que ya os conté en otra entrada anterior, ha ido a peor. Bueno, para ser sinceros, el niño se ha estabilizado y encima este año ha mejorado las notas. Todo el curso al filo del bien y del mal, pero en la última evaluación pegó una remontada y ha terminado con buenas notas y felicitaciones de varios profes (que debían estar tan sorprendidos como yo). La adolescente mayor es la que ha ido a peor. Las notas muy bien, como siempre. Pero el nivel de drama por cualquier cosa va increscendo.
Este año han movido la convocatoria de septiembre a junio. Los alumnos tienen el mismo número de oportunidades/éxamenes pero concentrados porque en junio termina todo el curso. Esto ha supuesto que han tenido que terminar antes el temario, y los alumnos como mis hijos que aprobaron todas las evaluaciones, están desde finales de mayo libres como palomas. Concretamente el 22 de mayo trajeron las notas de la tercera evaluación, exámenes y temario lógicamente lo terminaron antes. Esto supone que llevan demasiado tiempo yendo al cole con poco contenido. Les han organizado talleres, para los que no tienen recuperaciones, pero la acogida es muy desigual. El mérito del profesorado está claro, pero los chavales no acogen con el mismo entusiasmo un taller de defensa personal que otro de quebrados. El caso es que tenemos discusión diaria porque la adolescente mayor no quiere ir al colegio la mitad de los días. "¡Pero si no hacemos nada, es un rollazo, y ya han entregado las notas, para qué tengo que ir!, ¡eres la peor madre!". Esto lo tienen que oir mis delicados auditivos casi cada noche...
Según ella, muchos alumnos no van. Pero a mi me parece que a poco que hagan, algo más que en casa o apatrullando en manadas adolescentes la ciudad... Ya tienen bastante con estar libres desde el 22 de junio hasta mediados de septiembre. Si todavía estamos en calendario escolar con asistencia obligatoria tienen que ir y punto. Aunque he de decir que entiendo a los padres que llegan cansados y tarde de trabajar y desisten de lidiar la batalla diaria para convencer al adolescente de turno de que tiene que ir aunque no haya temario ni exámenes... Yo no desisto porque soy así, pero telita lo que es discutir diariamente por algo que para mi es de cajón.
- la pequeña está cada día más bonita y simpática. Ha sido su primer año de colegio y la experiencia en general ha sido muy buena. Ha hecho muchos amigos y una amiguita del alma. Le gusta su profe. Y ha aprendido mucho, la veo muy cambiada de cómo empezó en septiembre. Sabe un montón de canciones, monta en patinete nivel pro, se columpia sola a toda potencia, baila con ritmo, come mucho más y mejor... Está re-mona, si no fuera por mi sentido de la privacidad, ahora mismo os ponía algunas fotos para que veáis qué achuchable es, con su sonrisa siempre puesta.
- en el trabajo estoy a tope, pero mejor de lo que estuve de mayo a enero, periodo en el que me movieron dentro del propio departamento, cambiando de jefatura, y fue bastante duro. Ahora mismo tengo mucha carga de trabajo, pero salgo a mi hora y me organizo libremente. Con la jefa que tuve esos meses era imposible. Se metía en cómo hacía todo, tenía que reportar informes continuos de cosas absurdas, me puso móvil de empresa y me llamaba en mi tiempo libre... Muy agotador.
- el plan de vacaciones es el que hacemos muchos años de coger tres semanas seguidas y pasar la mitad en el sur de españa y la otra mitad en el norte. Tengo muchísimas ganas, necesidad, de playa, paseos, no tener horarios, comer gambas... Cuando volvamos de las vacaciones familiares, la Niña mayor se va a alemania tres semanas. Es la primera vez que la mandamos fuera, y he de reconocer que estoy un pelín nerviosa, pero creo que va a ser una buena experiencia para ella. Cuando ella vuelva se irá el Niño a un campamento de inglés en la costa. La idea era mandarle fuera de España, pero a él no le apetecía nada, así que como primer año vamos a ver qué tal esto y al año que viene ya le mandamos fuera.
Y eso es todo por hoy amigos. Sed buenos y sed felices. Besos
sábado, 5 de agosto de 2017
Resumen del último mes: vacaciones, lecturas, hijos...
Hace mes y medio que no paso por aquí. Así que voy a intentar poner un poco esto al día.
En Junio ya os conté que pasaba mis días entre mañanas agobiantes de oficina en el nuevo puesto, y tardes-noches relajantes de piscina y familia.
Después de eso nos fuimos de vacaciones las tres primeras semanas de Julio.
Siempre he dicho que tengo el don de vacacionar, siempre fluye todo divinamente estando de vacaciones.
Este año ha habido pequeños percances de esos que por un momento te hacen pensar si has perdido el don. Pero no, ha sido más lo bueno que los pequeños incidentes.
Del 1 al 13 estuvimos en el sur, llevamos muchos años yendo al mismo sitio y a la misma urbanización, así que como ya os conté el año pasado, los dos mayores tienen allí muchos amigos y lo pasan fenomenal. Todos disfrutamos mucho de días de playa, paseos, baños, salir a cenar al pueblo... Una delicia. A los dos mayores les vi poco el pelo, se pasaban el día con los amigos.
Del sur salimos rumbo a Galicia, atravesando Portugal, en un viaje de más de siete horas, pero que al hacerlo después de días de vacaciones, se lleva mejor.
En Rías Baixas también fenomenal. Mucho de comer rico, estar con la familia. juegos de primos, baños en agua helada...
Algunos de los incidentes durante las vacaciones:
- la pequeña estuvo con diarrea y fiebre tres días seguidos. Igual que llegó, se marchó, pero en el durante fue bastante agobio.
- la mayor tuvo reacción alérgica a las picaduras de mosquitos de Huelva. Con antihistamínico se controló bien.
- el niño tuvo un impétigo en la piel que requirió antibiótico y no bañarse varios días.
- yo me caí contra un plástico de silla roto, y me hice herida y morado en todo el culete, justo el día antes del viaje Huelva-Galicia.
- se me rompió una muela comiendo arroz. Nunca dejaré de asombrarme de la mala calidad de mi dentadura. La Mayor ha empezado a decir que se va a ser dentista, porque muchas herencias se saltan una generación, así que si sus hijos heredan la boca de sus padres, le merece la pena ser dentista.
- la pequeña tuvo una caída tonta pero no podría mover el brazo. Ella misma decía: lo tengo un poco roto y un poco irritado. Así que me imaginé las vacaciones con la niña escayolada. Pero finalmente, tuvimos paciencia, esperamos unas horas poniendo hielo y distrayéndola, y volvió a moverlo con normalidad.
Ahora mismo no recuerdo más, pero no descarto que algo más pasase. Nada grave, pero sí un poco incordio, sobre todo porque no estamos acostumbrados a tanta cosa.
En cualquier caso, las tres semanitas de vacaciones estuvieron genial y disfrutamos mucho.
En esas semanas me leí Patria de Fernando Aramburu. Al principio me costó un poquito entrar en la forma de escribir del autor, incluso pensé que no era libro para leer en la playa. Pero en seguida entré en la historia y me ha gustado mucho. Trata el conflicto vasco a partir de la historia de dos familias: la que es víctima de ETA y la que tiene un hijo etarra. A partir de los personajes, que van contando su propia historia, sus sentimientos y sus vivencias, consigue ponerte en la piel de todos ellos y entenderles, aunque no compartas sus decisiones o actitudes.
Todos somos el resultado de nuestro entorno, de la educación recibida, de las experiencias que nos toca vivir. Pensamos que hay más objetividad en nuestras decisiones o en qué partido tomamos ante de un determinado hecho, de la que realmente hay. En este libro los personajes son fruto de sus circunstancias, que les llevan por un camino u otro.
Y volviendo a mi resumen del último mes: volvimos a Madrid el 23 de julio, y desde ese día, volvimos a la rutina trabajo-piscina.
Los mayores muy adolescentes, la pequeña muy comestible, y poco más que contar.
Un beso y feliz verano
En Junio ya os conté que pasaba mis días entre mañanas agobiantes de oficina en el nuevo puesto, y tardes-noches relajantes de piscina y familia.
Después de eso nos fuimos de vacaciones las tres primeras semanas de Julio.
Siempre he dicho que tengo el don de vacacionar, siempre fluye todo divinamente estando de vacaciones.
Este año ha habido pequeños percances de esos que por un momento te hacen pensar si has perdido el don. Pero no, ha sido más lo bueno que los pequeños incidentes.
Del 1 al 13 estuvimos en el sur, llevamos muchos años yendo al mismo sitio y a la misma urbanización, así que como ya os conté el año pasado, los dos mayores tienen allí muchos amigos y lo pasan fenomenal. Todos disfrutamos mucho de días de playa, paseos, baños, salir a cenar al pueblo... Una delicia. A los dos mayores les vi poco el pelo, se pasaban el día con los amigos.
Mis hijos con dos amigas de las que ven cada verano. La pequeña siempre como un pegotito acoplada al grupo |
Del sur salimos rumbo a Galicia, atravesando Portugal, en un viaje de más de siete horas, pero que al hacerlo después de días de vacaciones, se lleva mejor.
En Rías Baixas también fenomenal. Mucho de comer rico, estar con la familia. juegos de primos, baños en agua helada...
Algunos de los incidentes durante las vacaciones:
- la pequeña estuvo con diarrea y fiebre tres días seguidos. Igual que llegó, se marchó, pero en el durante fue bastante agobio.
- la mayor tuvo reacción alérgica a las picaduras de mosquitos de Huelva. Con antihistamínico se controló bien.
- el niño tuvo un impétigo en la piel que requirió antibiótico y no bañarse varios días.
- yo me caí contra un plástico de silla roto, y me hice herida y morado en todo el culete, justo el día antes del viaje Huelva-Galicia.
- se me rompió una muela comiendo arroz. Nunca dejaré de asombrarme de la mala calidad de mi dentadura. La Mayor ha empezado a decir que se va a ser dentista, porque muchas herencias se saltan una generación, así que si sus hijos heredan la boca de sus padres, le merece la pena ser dentista.
- la pequeña tuvo una caída tonta pero no podría mover el brazo. Ella misma decía: lo tengo un poco roto y un poco irritado. Así que me imaginé las vacaciones con la niña escayolada. Pero finalmente, tuvimos paciencia, esperamos unas horas poniendo hielo y distrayéndola, y volvió a moverlo con normalidad.
Ahora mismo no recuerdo más, pero no descarto que algo más pasase. Nada grave, pero sí un poco incordio, sobre todo porque no estamos acostumbrados a tanta cosa.
En cualquier caso, las tres semanitas de vacaciones estuvieron genial y disfrutamos mucho.
En esas semanas me leí Patria de Fernando Aramburu. Al principio me costó un poquito entrar en la forma de escribir del autor, incluso pensé que no era libro para leer en la playa. Pero en seguida entré en la historia y me ha gustado mucho. Trata el conflicto vasco a partir de la historia de dos familias: la que es víctima de ETA y la que tiene un hijo etarra. A partir de los personajes, que van contando su propia historia, sus sentimientos y sus vivencias, consigue ponerte en la piel de todos ellos y entenderles, aunque no compartas sus decisiones o actitudes.
Todos somos el resultado de nuestro entorno, de la educación recibida, de las experiencias que nos toca vivir. Pensamos que hay más objetividad en nuestras decisiones o en qué partido tomamos ante de un determinado hecho, de la que realmente hay. En este libro los personajes son fruto de sus circunstancias, que les llevan por un camino u otro.
Y volviendo a mi resumen del último mes: volvimos a Madrid el 23 de julio, y desde ese día, volvimos a la rutina trabajo-piscina.
Los mayores muy adolescentes, la pequeña muy comestible, y poco más que contar.
Un beso y feliz verano
sábado, 17 de junio de 2017
Temporada de calor y piscina
Está haciendo tanto calor, que es como una prueba de fuego que nos manda el cambio climático a los amantes del verano. Es un: ¿no querías caldo? pues toma taza y media, en toda regla.
Siempre digo lo mismo, me gusta el verano por todo lo que acompaña a esta época del año, pero el calor en cuanto sube de 30 grados centígrados me resulta insoportable.
En Madrid llevamos una semana de máximas de 38 y mínimas de 23, o lo que es lo mismo, no refresca en ningún momento del día. Nosotros vivimos en el centro de Madrid, lo cual tiene muchas ventajas en el día a día, porque tenemos trabajos y cole cerca, no necesitamos coger el coche para nada, y contamos con todo tipo de servicios y ocio al lado de casa. PERO, siempre tiene que haber un pero, el calor se lleva muy mal en el epicentro del asfalto.
Salgo de casa a las siete y media de la mañana y ya hace calor. No os cuento lo que hace cuando salgo de la oficina a las tres. El paseo de cinco minutos hasta la parada del bus es como una caminata por el desierto rodeada de dragones echando fuego, aka los coches y salidas de aire acondicionado de los edificios.
Pasamos la tarde en la piscina, todas las tardes hasta el inicio de la noche, no hay otra.
Me encanta ir a la piscina, y menos mal, porque realmente no hay otra opción de pasar la tarde con los tres torpedos sin perder la cordura. Los primeros diez minutos sigo como en shock térmico, con la mirada perdida en los baldosines del fondo de la piscina y debatiéndome entre la vida y la muerte. Pero cuando recupero las constantes vitales, la cosa mejora.
Ya os he hablado más veces del club al que vamos invierno y verano, ya sea a pasear, a jugar al tenis o a bañarnos en la piscina. Somos afortunados de tenerlo, porque con este calor extremo y tres hijos, la vida sería mucho peor sin nuestra ración de piscina, césped, arboles y frescor al caer la noche.
Conste que este año me cuesta más rascar mis queridos momentos de estar a la sombra, recién salida del agua, leyendo un libro. Como es el sexto verano que escribo este blog, ya os he hablado más veces de mis queridos momentos lectores-piscineros.
Cuando Almudena era más bebé, era fácil engañarla con algún juguete y dejarla sentadita en su silla, o durmiendo la siesta. Y antes de que naciera, los dos mayores ya tenían autonomía como para estar jugando en el agua y yo leyendo, aunque les echara un ojo de vez en cuando.
Pero este año, la terremoto de dos años y medio, me está poniendo difícil mis momentos de evasión. Cuando el padre viene, nos vamos turnando y sí tengo mis ratos, pero en cualquier caso, menos de los deseados y necesarios.
No se la puede perder de vista, porque es demasiado intrépida. Corre por el borde de la piscina, pega grandes tragos del agua con cloro que luego la dejan la tripa fina catalina, y la última: va en patinete de una punta a otra, a toda velocidad. Es para verla, en bañador, descalza, y con su patinete a todo trapo.
Cuando se pone el sol es cuando mejor se está allí. Esa luz del final del día me encanta, el frescor, los ruidos propios del campo (pájaros, cigarras...). Me parece una delicia. Nos solemos quedar allí a cenar un sándwich o un bocadillo, un ratito de relax y vuelta al asfalto.
En casa estamos teniendo que dormir con el aire acondicionado puesto. Por cierto, aprovecho a hacer un llamamiento desde aquí a centros comerciales, cines, corte ingleses y demás: existe la posibilidad de regular la temperatura del aire acondicionado. Atención, no es necesario que esté a quince grados. Se puede poner a veintitantos y en modo quiet. Comprobado porque es lo que hago en mi casa y da una temperatura confort total.
Pues nada más por hoy. Besos calurosos para todos
Siempre digo lo mismo, me gusta el verano por todo lo que acompaña a esta época del año, pero el calor en cuanto sube de 30 grados centígrados me resulta insoportable.
En Madrid llevamos una semana de máximas de 38 y mínimas de 23, o lo que es lo mismo, no refresca en ningún momento del día. Nosotros vivimos en el centro de Madrid, lo cual tiene muchas ventajas en el día a día, porque tenemos trabajos y cole cerca, no necesitamos coger el coche para nada, y contamos con todo tipo de servicios y ocio al lado de casa. PERO, siempre tiene que haber un pero, el calor se lleva muy mal en el epicentro del asfalto.
Salgo de casa a las siete y media de la mañana y ya hace calor. No os cuento lo que hace cuando salgo de la oficina a las tres. El paseo de cinco minutos hasta la parada del bus es como una caminata por el desierto rodeada de dragones echando fuego, aka los coches y salidas de aire acondicionado de los edificios.
Pasamos la tarde en la piscina, todas las tardes hasta el inicio de la noche, no hay otra.
Me encanta ir a la piscina, y menos mal, porque realmente no hay otra opción de pasar la tarde con los tres torpedos sin perder la cordura. Los primeros diez minutos sigo como en shock térmico, con la mirada perdida en los baldosines del fondo de la piscina y debatiéndome entre la vida y la muerte. Pero cuando recupero las constantes vitales, la cosa mejora.
Ya os he hablado más veces del club al que vamos invierno y verano, ya sea a pasear, a jugar al tenis o a bañarnos en la piscina. Somos afortunados de tenerlo, porque con este calor extremo y tres hijos, la vida sería mucho peor sin nuestra ración de piscina, césped, arboles y frescor al caer la noche.
Conste que este año me cuesta más rascar mis queridos momentos de estar a la sombra, recién salida del agua, leyendo un libro. Como es el sexto verano que escribo este blog, ya os he hablado más veces de mis queridos momentos lectores-piscineros.
Cuando Almudena era más bebé, era fácil engañarla con algún juguete y dejarla sentadita en su silla, o durmiendo la siesta. Y antes de que naciera, los dos mayores ya tenían autonomía como para estar jugando en el agua y yo leyendo, aunque les echara un ojo de vez en cuando.
Pero este año, la terremoto de dos años y medio, me está poniendo difícil mis momentos de evasión. Cuando el padre viene, nos vamos turnando y sí tengo mis ratos, pero en cualquier caso, menos de los deseados y necesarios.
No se la puede perder de vista, porque es demasiado intrépida. Corre por el borde de la piscina, pega grandes tragos del agua con cloro que luego la dejan la tripa fina catalina, y la última: va en patinete de una punta a otra, a toda velocidad. Es para verla, en bañador, descalza, y con su patinete a todo trapo.
Cuando se pone el sol es cuando mejor se está allí. Esa luz del final del día me encanta, el frescor, los ruidos propios del campo (pájaros, cigarras...). Me parece una delicia. Nos solemos quedar allí a cenar un sándwich o un bocadillo, un ratito de relax y vuelta al asfalto.
En casa estamos teniendo que dormir con el aire acondicionado puesto. Por cierto, aprovecho a hacer un llamamiento desde aquí a centros comerciales, cines, corte ingleses y demás: existe la posibilidad de regular la temperatura del aire acondicionado. Atención, no es necesario que esté a quince grados. Se puede poner a veintitantos y en modo quiet. Comprobado porque es lo que hago en mi casa y da una temperatura confort total.
Pues nada más por hoy. Besos calurosos para todos
viernes, 2 de septiembre de 2016
Querido verano, ya te echo de menos
Con veinte años os aseguro que me daba igual la estación del año, mi vida no estaba tan condicionada por las horas de luz, el clima y las vacaciones escolares.
Igualmente quedaría con amigos, iría al cine, me enamoraría, dormiría hasta tarde, saldría de juerga, estudiaría, iría a clase, haría algún viaje… sin importarme si estábamos a 5 grados o a 35.
Pero desde que me convertí en madre la historia cambió.
A buenas horas voy a estar yo un jueves del mes de noviembre, a las 8 de la tarde, con un pareo sobre el bikini medio húmedo, cenando una empanada al aire libre, con mis hijos riendo despreocupados porque no hay deberes, ni hora fija de irse a la cama, ni riesgo de congelación. Esto es lo que pensaba ayer por la tarde-noche, cuando me vino la inspiración para esta entrada. Y así es como estaré hoy a esas horas si Dios quiere, tras haber pasado la tarde piscineando en felicidad y armonía.
Un día de entre semana en invierno, a las ocho estamos ya terminando el ciclo deberes-baños-cena. Con tensión en el ambiente porque el niño acaba de descubrir que tiene examen al día siguiente, o porque le falta hacer ene mil tareas escolares. Malditos deberes. La niña preparando su material de extraescolares del día siguiente. La pequeña nerviosa porque por la tarde ha hecho frío/ha llovido/whatever y no la he podido sacar a jugar al parque.
Todavía no ha terminado el verano y ya siento nostalgia por él. Maldito invierno cuando eres madre con hijos. A veces me gusta mucho exagerar y digo cosas como “las personas con hijos menores a los que les gusta el invierno no merecen vivir”. No me matéis, exagerar es lo único que me queda, el pataleo inútil ante la adversidad.
En verano el padre de las criaturas tiene jornada intensiva, por lo que no paso la tarde yo sola con ellos.
Además es cuando tomamos el groso de las vacaciones anuales y las vacaciones son bien, lo mires como lo mires.
En verano no hay tanta prisa porque los niños se vayan a la cama, porque no madrugan para ir al colegio. Los días son más largos, cunden más. Y sí, en donde vivimos hace calor, pero tenemos aire acondicionado y un club con piscina, así que what´s the fucking problem??.
En verano hasta las croquetas saben más ricas porque te las tomas al aire libre.
En invierno las tardes son cortas porque antes de que te des cuenta es de noche y no te ha cundido para hacer casi nada aparte de trabajar, tareas domésticas y dormir.
En verano vas ligera de equipaje, con ropa que no molesta ni pesa, ni abrigos que tienes que colocar no se sabe dónde cuando llegas a un local con calefacción.
Este es el cuarto año que escribo una pequeña oda al verano, pero no lo he podido evitar. Ustedes disculpen que me repita.
¡Verano, no te vayas todavía, que te voy a echar de menos!.
Igualmente quedaría con amigos, iría al cine, me enamoraría, dormiría hasta tarde, saldría de juerga, estudiaría, iría a clase, haría algún viaje… sin importarme si estábamos a 5 grados o a 35.
Pero desde que me convertí en madre la historia cambió.
A buenas horas voy a estar yo un jueves del mes de noviembre, a las 8 de la tarde, con un pareo sobre el bikini medio húmedo, cenando una empanada al aire libre, con mis hijos riendo despreocupados porque no hay deberes, ni hora fija de irse a la cama, ni riesgo de congelación. Esto es lo que pensaba ayer por la tarde-noche, cuando me vino la inspiración para esta entrada. Y así es como estaré hoy a esas horas si Dios quiere, tras haber pasado la tarde piscineando en felicidad y armonía.
Un día de entre semana en invierno, a las ocho estamos ya terminando el ciclo deberes-baños-cena. Con tensión en el ambiente porque el niño acaba de descubrir que tiene examen al día siguiente, o porque le falta hacer ene mil tareas escolares. Malditos deberes. La niña preparando su material de extraescolares del día siguiente. La pequeña nerviosa porque por la tarde ha hecho frío/ha llovido/whatever y no la he podido sacar a jugar al parque.
Todavía no ha terminado el verano y ya siento nostalgia por él. Maldito invierno cuando eres madre con hijos. A veces me gusta mucho exagerar y digo cosas como “las personas con hijos menores a los que les gusta el invierno no merecen vivir”. No me matéis, exagerar es lo único que me queda, el pataleo inútil ante la adversidad.
En verano el padre de las criaturas tiene jornada intensiva, por lo que no paso la tarde yo sola con ellos.
Además es cuando tomamos el groso de las vacaciones anuales y las vacaciones son bien, lo mires como lo mires.
En verano no hay tanta prisa porque los niños se vayan a la cama, porque no madrugan para ir al colegio. Los días son más largos, cunden más. Y sí, en donde vivimos hace calor, pero tenemos aire acondicionado y un club con piscina, así que what´s the fucking problem??.
En verano hasta las croquetas saben más ricas porque te las tomas al aire libre.
En invierno las tardes son cortas porque antes de que te des cuenta es de noche y no te ha cundido para hacer casi nada aparte de trabajar, tareas domésticas y dormir.
En verano vas ligera de equipaje, con ropa que no molesta ni pesa, ni abrigos que tienes que colocar no se sabe dónde cuando llegas a un local con calefacción.
Este es el cuarto año que escribo una pequeña oda al verano, pero no lo he podido evitar. Ustedes disculpen que me repita.
¡Verano, no te vayas todavía, que te voy a echar de menos!.
sábado, 13 de agosto de 2016
Madrid en agosto
Madrid en agosto es una delicia. Al menos todo lo delicia que puede ser Madrid.
Para un madrileño el lujo es la ausencia de gente. El resto del año hay muchos planes frustrados por las masas, más bien hordas humanas, allá donde vayas. Restaurantes de moda abarrotados, el mercadillo navideño en el que no hay quien pise, el metro en hora punta en el que casi no cabes... Por lo hablar del tráfico y de los problemas para aparcar.
En agosto todo cambia.
Esta semana hemos salido a cenar con amigos y hemos elegido en el mismo día el restaurante de moda al que queríamos ir. Sin problema de reservas y sin pasar la noche en un local ruidoso y abarrotado. Hemos ido todos los días a la piscina y hemos podido elegir árbol al que ponernos a la sombra y nos hemos bañado prácticamente solos. Además cada tarde-noche, hemos aparcado en la puerta de casa. Tenemos previsto ir con los niños a ver el sing-along en Canal, que tiene pinta de divertido, si en lugar de agosto estuviéramos en Abril, por decir otro mes al azar, estaríamos con la cosa de ¿habrá entradas? hay que planificarlo y sacarlas con tiempo o no tendremos para el día que queramos. Ahora creo que podremos sacarlas incluso el mismo día que vayamos a bailar Dirty Dancing ooouuuuyeeeahhhh.
El problema es que no siempre es posible quedarte en Madrid en agosto y coger las vacaciones otro mes. Para empezar hay muchos trabajos en los que las vacaciones obligadas son en este mes, incluso empresas ligadas a la fabricación cierran. Además los padres con hijos pequeños tenemos el problema de que guarderías y campamentos urbanos, cierran en su mayoría en agosto.
Este año nosotros no tenemos ese problema porque tenemos a santa M. al cuidado de los tres lechones mientras nosotros trabajamos. Pero ha habido años que nos hemos tenido que coger al menos parte de las vacaciones en agosto.
El caso es que estoy disfrutando mucho este mes en mi ciudad, sería mejor todavía si no tuviera que trabajar, pero no se puede tener todo... Besos
Para un madrileño el lujo es la ausencia de gente. El resto del año hay muchos planes frustrados por las masas, más bien hordas humanas, allá donde vayas. Restaurantes de moda abarrotados, el mercadillo navideño en el que no hay quien pise, el metro en hora punta en el que casi no cabes... Por lo hablar del tráfico y de los problemas para aparcar.
En agosto todo cambia.
Esta semana hemos salido a cenar con amigos y hemos elegido en el mismo día el restaurante de moda al que queríamos ir. Sin problema de reservas y sin pasar la noche en un local ruidoso y abarrotado. Hemos ido todos los días a la piscina y hemos podido elegir árbol al que ponernos a la sombra y nos hemos bañado prácticamente solos. Además cada tarde-noche, hemos aparcado en la puerta de casa. Tenemos previsto ir con los niños a ver el sing-along en Canal, que tiene pinta de divertido, si en lugar de agosto estuviéramos en Abril, por decir otro mes al azar, estaríamos con la cosa de ¿habrá entradas? hay que planificarlo y sacarlas con tiempo o no tendremos para el día que queramos. Ahora creo que podremos sacarlas incluso el mismo día que vayamos a bailar Dirty Dancing ooouuuuyeeeahhhh.
El problema es que no siempre es posible quedarte en Madrid en agosto y coger las vacaciones otro mes. Para empezar hay muchos trabajos en los que las vacaciones obligadas son en este mes, incluso empresas ligadas a la fabricación cierran. Además los padres con hijos pequeños tenemos el problema de que guarderías y campamentos urbanos, cierran en su mayoría en agosto.
Este año nosotros no tenemos ese problema porque tenemos a santa M. al cuidado de los tres lechones mientras nosotros trabajamos. Pero ha habido años que nos hemos tenido que coger al menos parte de las vacaciones en agosto.
El caso es que estoy disfrutando mucho este mes en mi ciudad, sería mejor todavía si no tuviera que trabajar, pero no se puede tener todo... Besos
jueves, 4 de agosto de 2016
Vacaciones con dos pre adolescentes y una bebé
la pequeña de paseo por la playa |
Ya han terminado mis vacaciones de verano. Tres semanas que han pasado volando pero que he disfrutado muchísimo.
La primera mitad estuvimos en el sur, en un pueblecito pegado a la frontera portuguesa y concretamente en una urbanización a la que llevamos yendo muchos años. Es muy cómodo porque está en primera línea de playa y además, mis dos hijos mayores tienen allí amigos que van cada verano. Somos los únicos madrileños en un radio de varios kilómetros ya que desde Madrid hay mucho destino costero mejor comunicado y más cercano. Todo esto para contaros que cuando llegamos nos rodearon amigos de mis hijos gritando: “¡¡los madrileños, han llegado los madrileños!!”. Nuestra llegada es algo así como cuando llegó el oso panda al zoo de Madrid.
El caso es que a los dos mayores no les vimos prácticamente el pelo, porque se pasaban el día con su pandilla. A ver, exagero, sí les veía pero de lejos. La urbanización es cerrada y con muchas zonas comunes, así que no tiene peligro y se lo pasan genial. A la playa iban con nosotros, pero tardaban cero segundos en localizar algún amigo alrededor con el que irse a jugar o a saltar olas.
Después de cenar volvían a salir al jardín con los amigos, momento en el que se han dado situaciones surrealistas, como uno de los días en el que les dije que a las 11 en casa y me contestó el Niño apesadumbrado: “me estás hundiendo la vida”.
En fin. Las madres somos así. Muy de hundir la vida porque queremos que nuestros retoños se duerman a una hora razonable. La verdad es que están los dos bastante tontitos. Tienen momentos geniales en los que vuelven a ser los de siempre, pero ya no es como antes, que siempre daba gusto estar con ellos y te partías de risa. Supongo que esto es la pre-adolescencia o adolescencia en estado puro, pero me aburre soberanamente.
Por otra parte la que sí está disfrutable a tope es la pequeña, se ha portado genial porque es más buena que un pan. Le ha encantado la playa, se ha bañado, ha comido arena, ha jugado con las olas… Una delicia verla. Ha estado feliz y graciosa a rabiar.
De Andalucía nos fuimos directos al sur de Galicia, a Rías Bajas, atravesando Portugal.
En Galicia ya sabemos lo que nos espera, pero también lo disfrutamos mucho. Familia, comida buenísima, agua de mar helada, paisajes preciosos y mucho descanso.
Lo hemos pasado muy bien, como siempre que vamos a Galicia. Aunque de los cinco, yo soy la que menos disfruto. La pequeña ha alucinado con los gatos y los perros en casa de los abuelos paternos. Los dos mayores se lo pasan genial con los primos, hacen vela, y reciben muchos mimos abueliles. Para mi marido es volver a su tierra, así que el disfrute lo lleva a nivel de necesidad de ir. Os hacéis a la idea de que lo mío no está al nivel del resto. De hecho me encanta Galicia, pero tampoco me importaría saltármelo algún verano para poder ir a otro destino, que anda que no hay sitios maravillosos en España… Pero nada, con conseguir tener la mitad de las vacaciones en un destino en el que poder meter un pie en el agua de mar sin riesgo de congelación, me doy con un canto en los dientes.
Os cuento además que estamos en semana de cumpleaños. El domingo fue el mío y mañana el de mi hija mayor, que cumple trece años. Lo digo y no me lo creo. ¿Cómo es posible que cumpla ya trece años?. Se me pone la piel de gallina. Hace nada era mi bebé, hace menos que nada era mi niña pequeña que se acurrucaba conmigo en el sofá en el que cabíamos las dos estupendamente. Ahora mide lo mismo que yo y soy una mujer alta. Es una señorita con ideas propias y mucho carácter. A veces me quedo mirándola y me sorprendo, como si no fuera mi hija, como si de un día para otro, se ha convertido en una mujer desconocida.
No voy a rememorar su nacimiento porque creo que ya lo he hecho otros años, es lo que tiene llevar ya más de cuatro años de blog, que como no tenga cuidado me repito, porque al final la vida es cíclica y vuelves a los cumpleaños, a los mismos sentimientos removidos y a los mismos eventos anuales.
Para mi cumpleaños, mi hijo tuvo su momento de gloria cuando me dijo que mi regalo era que me daba 10 euros de sus ahorros y que me bajara a comprar algo. Mira que le conozco y aún así sigue sorprendiéndome. Lo peor es que el tío orgulloso de su idea, no entendía lo de “se trata de tener un detalle y que tú hayas pensado en mí y te hayas molestado en comprar o hacer con tus manos un regalo”. “¡Pero qué mejor detalle que éste, si tú te conoces mejor y vas a acertar más que yo con lo que compres!!!”.
jueves, 7 de julio de 2016
Me voy de vacaciones
Paso a despedirme porque este mismo viernes nos vamos de vacaciones tres semanas. Aunque dada la pobre frecuencia con la que publico últimamente, igual ni notabais la ausencia.
Vamos a hacer un combinado sur-norte que es el que venimos repitiendo los últimos años, pero con la diferencia de que no pasamos por Madrid, curramos unas semanas, y hacemos maletas de nuevo. Sino que en esta ocasión salimos rumbo al sur, y de allí subimos directos por Portugal hasta Galicia. Gambitas-lacón_con_grelos en conexión directa.
Tengo mucha ansia de vacaciones. Este curso ha sido duro. Reincorporación laboral en octubre tras pasar casi un año en casa con mi pequeña. Acoplarme a nuevos horarios y rutinas. El hombro congelado y su tratamiento diario, he mejorado mucho desde que me tratan en la seguridad social, pero aún así, todavía queda. Y el hecho del que ya os hablaba hace poco, de que mi biorritmo sigue siendo el de una chavala de catorce años con cursos escolares de septiembre a junio y parón estival. El caso es que estoy deseando verme en la playa, comiendo coquinas, paseando sin mirar el reloj y bañándome en el mar con mis churumbeles. Llevo el ebook cargadito de libros a ver si le puedo dar buen uso.
En las últimas semanas he tenido ganas de escribir, pero no he encontrado el momento. Mi rutina desde junio ha sido: salgo a las tres de trabajar, voy corriendo a casa, preparo las bolsas de piscina y como tarde a las cuatro estamos rumbo al club que es donde mejor se está, porque hay mucho árbol, césped y piscina. A las 18:40 al coche de vuelta porque mi rehabilitación es a las 19 horas, suerte que el hospital nos pilla de camino a casa, así que yo me bajo y marido e hijos siguen rumbo a casa. Cuando llego tenemos el lío de las cenas, preparar lo del día siguiente, la enana que se desvela y no se quiere dormir… para cuando tengo todo terminado no está una para ponerse a escribir unas líneas.
Uno de los temas sobre el que escribí un post mentalmente antes de dormirme es el siguiente. Lo voy a resumir mucho porque ya no tengo la inspiración que me da la almohada. No aguanto la tendencia a no querer manifestarse claramente sobre algo, queriendo quedar bien con todas las posturas o las opciones elegidas por otros. Esto lo observo en muchos ámbitos, pero el otro día el detonante fue un comentario en un foro maternal. Era algo así como que igual de bueno para tu hijo es que le des leche materna o de fórmula, lo mejor es siempre lo que la madre elija. Hay que recordar que se pueden tener ideas claras y ser educado y respetuoso con las de los demás.
Sobra decir que la madre tiene la opción de elegir. Yo misma he dado leche de fórmula cuando me ha venido bien. Pero para el bebé, no es igual de buena una opción que la otra. Puede serlo para la madre, para la familia en su conjunto, y sobre todo es respetable. Pero ya está. No queramos ser más buenos que nadie dejando a todos contentos como si tuviéramos una inmadurez incapacitante que no nos permite llamar a las cosas por su nombre y asumirlas con serenidad. Ni malamadre ni santamadrehagasloquehagas.
Yo a mis hijos les he dado el pecho porque he querido y podido, pero con ninguno he durado más de ocho meses simplemente por las circunstancias y la falta de ganas de dar más tiempo. Pero no voy a decir que es igual de bueno que si hubiera dado un año, porque lo mejor es lo que decida la madre. No. Lo mejor según la OMS, pediatras y fuentes reconocidas de salud pública, es dar el pecho durante un año, los seis primeros meses en exclusiva. Si no lo haces porque no te viene bien, porque no te da la gana, porque no puedes, estupendo. Pero no hace falta dar la vuelta a los discursos para quedarnos todos tranquilos como si somos niños de jardín de infancia.
Hay cosas que objetivamente son mejores que otras, y luego nosotros podemos elegir.
La coletilla de que lo que elija una madre siempre es lo mejor, es de traca. Por desgracia hay muchos padres que no eligen lo mejor para sus hijos, de hecho, todos en algún momento no lo hacemos.
Cada vez veo todo más polarizado, en posturas que estigmatizan al que no comparte su punto de vista y ahora el todo vale. La extrema derecha, la extrema izquierda y la anarquía. Cuando lo bueno está siempre a mitad de camino, en la lógica y el sentido común, más que en radicalismos. Y de entre todos los radicalismos, creo que el “buenismo” es de los que peor me caen.
¡Igual simplemente es que necesito vacaciones urgentemente!.
Que disfruten ustedes de estas tres semanitas que yo lo intentaré arduamente por mi parte.
Vamos a hacer un combinado sur-norte que es el que venimos repitiendo los últimos años, pero con la diferencia de que no pasamos por Madrid, curramos unas semanas, y hacemos maletas de nuevo. Sino que en esta ocasión salimos rumbo al sur, y de allí subimos directos por Portugal hasta Galicia. Gambitas-lacón_con_grelos en conexión directa.
Tengo mucha ansia de vacaciones. Este curso ha sido duro. Reincorporación laboral en octubre tras pasar casi un año en casa con mi pequeña. Acoplarme a nuevos horarios y rutinas. El hombro congelado y su tratamiento diario, he mejorado mucho desde que me tratan en la seguridad social, pero aún así, todavía queda. Y el hecho del que ya os hablaba hace poco, de que mi biorritmo sigue siendo el de una chavala de catorce años con cursos escolares de septiembre a junio y parón estival. El caso es que estoy deseando verme en la playa, comiendo coquinas, paseando sin mirar el reloj y bañándome en el mar con mis churumbeles. Llevo el ebook cargadito de libros a ver si le puedo dar buen uso.
En las últimas semanas he tenido ganas de escribir, pero no he encontrado el momento. Mi rutina desde junio ha sido: salgo a las tres de trabajar, voy corriendo a casa, preparo las bolsas de piscina y como tarde a las cuatro estamos rumbo al club que es donde mejor se está, porque hay mucho árbol, césped y piscina. A las 18:40 al coche de vuelta porque mi rehabilitación es a las 19 horas, suerte que el hospital nos pilla de camino a casa, así que yo me bajo y marido e hijos siguen rumbo a casa. Cuando llego tenemos el lío de las cenas, preparar lo del día siguiente, la enana que se desvela y no se quiere dormir… para cuando tengo todo terminado no está una para ponerse a escribir unas líneas.
Uno de los temas sobre el que escribí un post mentalmente antes de dormirme es el siguiente. Lo voy a resumir mucho porque ya no tengo la inspiración que me da la almohada. No aguanto la tendencia a no querer manifestarse claramente sobre algo, queriendo quedar bien con todas las posturas o las opciones elegidas por otros. Esto lo observo en muchos ámbitos, pero el otro día el detonante fue un comentario en un foro maternal. Era algo así como que igual de bueno para tu hijo es que le des leche materna o de fórmula, lo mejor es siempre lo que la madre elija. Hay que recordar que se pueden tener ideas claras y ser educado y respetuoso con las de los demás.
Sobra decir que la madre tiene la opción de elegir. Yo misma he dado leche de fórmula cuando me ha venido bien. Pero para el bebé, no es igual de buena una opción que la otra. Puede serlo para la madre, para la familia en su conjunto, y sobre todo es respetable. Pero ya está. No queramos ser más buenos que nadie dejando a todos contentos como si tuviéramos una inmadurez incapacitante que no nos permite llamar a las cosas por su nombre y asumirlas con serenidad. Ni malamadre ni santamadrehagasloquehagas.
Yo a mis hijos les he dado el pecho porque he querido y podido, pero con ninguno he durado más de ocho meses simplemente por las circunstancias y la falta de ganas de dar más tiempo. Pero no voy a decir que es igual de bueno que si hubiera dado un año, porque lo mejor es lo que decida la madre. No. Lo mejor según la OMS, pediatras y fuentes reconocidas de salud pública, es dar el pecho durante un año, los seis primeros meses en exclusiva. Si no lo haces porque no te viene bien, porque no te da la gana, porque no puedes, estupendo. Pero no hace falta dar la vuelta a los discursos para quedarnos todos tranquilos como si somos niños de jardín de infancia.
Hay cosas que objetivamente son mejores que otras, y luego nosotros podemos elegir.
La coletilla de que lo que elija una madre siempre es lo mejor, es de traca. Por desgracia hay muchos padres que no eligen lo mejor para sus hijos, de hecho, todos en algún momento no lo hacemos.
Cada vez veo todo más polarizado, en posturas que estigmatizan al que no comparte su punto de vista y ahora el todo vale. La extrema derecha, la extrema izquierda y la anarquía. Cuando lo bueno está siempre a mitad de camino, en la lógica y el sentido común, más que en radicalismos. Y de entre todos los radicalismos, creo que el “buenismo” es de los que peor me caen.
¡Igual simplemente es que necesito vacaciones urgentemente!.
Que disfruten ustedes de estas tres semanitas que yo lo intentaré arduamente por mi parte.
martes, 7 de junio de 2016
Muy cansada
Os cuento que estoy cansada de pelotas. Mi biorritmo se quedó atrapado en los años escolares y a estas alturas del curso necesito el parón veraniego. Entre la primavera con su correspondiente alergia al polen, los cambios de temperatura, que en Madrid pasamos del frio de Invernalia al calor del Sáhara en cero coma, el cansancio acumulado y la perspectiva de vacaciones…. estoy que no me hallo.
El caso es que mi biorritmo sigue anclado en 1990, pero yo ni soy estudiante ni soy profesora, así que en verano tendré 3 semanas de vacaciones y me doy con un canto en los dientes. Todavía no han empezado y ya me saben a poco. Me da como ansiedad que se me gasten demasiado rápido, porque mi cuerpo serrano y yo, necesitamos una unidad mínima de dos meses de vacaciones. Ay omá qué dura es la vida.
Además del cansancio propio de esta época del año, se unen unas circunstancias poco favorecedoras:
- Sigo con la rehabilitación del hombro. Voy todas las tardes de 7 a 8 a un conocido hospital público madrileño a que un fisio muy majete movilice mi hombro en direcciones imposibles para mi maltrecha articulación. Estoy muy contenta con el servicio y los profesionales, porque después de meses de tratamiento, por fin allí he dado con un traumatólogo que me ha explicado en condiciones la capsulitis adhesiva también conocida como hombro congelado. Entre las sesiones por privado y las de la seguridad social ya llevo la friolera de 46 sesiones y tres infiltraciones. He mejorado pero todavía queda mucho por delante.
- Toda esta semana tengo al marido de viaje en El Salvador. Llevamos la organización familiar-doméstica tan justa, que cuando falta uno de los dos se nota mucho. Esta semana estoy necesitando que venga por las tardes la persona que nos ayuda en casa, para poderme ir yo a fisioterapia, por ejemplo. El hombro me está saliendo carísimo en tiempo y en dinero gastado directa o indirectamente en él.
- La pequeña de la casa, a sus dieciocho meses que cumple hoy, está infatigable, creo que ahora es la época más cansada desde que nació. Yo estaba mentalmente preparada para que sus primeros meses de vida fueran duros. Entre la lactancia materna y el dormir poco, recordaba esa época con los dos mayores mucho más dura de lo que ha resultado con ésta pequeña. En realidad todo su primer año me ha resultado muy fácil. Ha sido al volver a trabajar y especialmente en los últimos meses, cuando estoy más cansada. Ahora ya no camina, corre, como vaca sin cencerro y sin rumbo fijo. No para. Duerme menos que antes y cada día trasnocha más. Un caos. Los hermanos mayores se acuestan a las nueve de la noche, y ella antes de las diez rara vez plancha oreja. Durante la noche tiene varios microdespertares y algún día directamente se desvela un rato. Por ejemplo anoche: estuvo conmigo en el salón hasta las diez y media, con una juerga como si fueran las doce del mediodía. Y luego a las tres de la mañana me la encuentro de pie en la cuna llamándome a grito pelao y con una actitud de estar ya completamente descansada. Una hora de reloj con ella en mi cama hasta que la moza consiguió dormirse de nuevo. Claro que luego ha dormido hasta las diez de la mañana mientras la menda estaba a las ocho ya currando en la oficina. En el tema del sueño nocturno parece que hayamos ido para atrás, porque de recién nacida casi dormía la noche del tirón y ahora mira qué plan tenemos. De todas formas es tan mona que se la perdona todo. Ahora está divertidísima, intenta repetir todo lo que decimos nosotros, con esa lengua de trapo que tiene. La hermana mayor le ha enseñado a decir a modo pastor payés: ¡choootoooo!. La historia viene porque una amiga de mi suegra contó que mi marido de pequeño en cuanto le llevaban al campo y veía un animal, el que fuera, gritaba: ¡choootooo!. Y ahora es la nena la que va por toda la casa como si tuviéramos una ganadería en el pasillo. Los hermanos también le han enseñado a decir pedete, y lo suelta cada vez que ve el ánimo un poco bajo, porque ya ha visto que con que grite un par de veces PEDETE, especialmente si hay público desconocido delante del tipo: haciendo la cola para pagar en el súper, se producen grandes risas.
La verdad es que es una monada de niña, simpática y cariñosa, pero agotadora también, las cosas como son.
En definitiva, que yo lo que necesito es que me toque el euromillón y no tener que madrugar. Creo que con eso se me arreglaría todo, hasta el hombro…
El caso es que mi biorritmo sigue anclado en 1990, pero yo ni soy estudiante ni soy profesora, así que en verano tendré 3 semanas de vacaciones y me doy con un canto en los dientes. Todavía no han empezado y ya me saben a poco. Me da como ansiedad que se me gasten demasiado rápido, porque mi cuerpo serrano y yo, necesitamos una unidad mínima de dos meses de vacaciones. Ay omá qué dura es la vida.
Además del cansancio propio de esta época del año, se unen unas circunstancias poco favorecedoras:
- Sigo con la rehabilitación del hombro. Voy todas las tardes de 7 a 8 a un conocido hospital público madrileño a que un fisio muy majete movilice mi hombro en direcciones imposibles para mi maltrecha articulación. Estoy muy contenta con el servicio y los profesionales, porque después de meses de tratamiento, por fin allí he dado con un traumatólogo que me ha explicado en condiciones la capsulitis adhesiva también conocida como hombro congelado. Entre las sesiones por privado y las de la seguridad social ya llevo la friolera de 46 sesiones y tres infiltraciones. He mejorado pero todavía queda mucho por delante.
- Toda esta semana tengo al marido de viaje en El Salvador. Llevamos la organización familiar-doméstica tan justa, que cuando falta uno de los dos se nota mucho. Esta semana estoy necesitando que venga por las tardes la persona que nos ayuda en casa, para poderme ir yo a fisioterapia, por ejemplo. El hombro me está saliendo carísimo en tiempo y en dinero gastado directa o indirectamente en él.
- La pequeña de la casa, a sus dieciocho meses que cumple hoy, está infatigable, creo que ahora es la época más cansada desde que nació. Yo estaba mentalmente preparada para que sus primeros meses de vida fueran duros. Entre la lactancia materna y el dormir poco, recordaba esa época con los dos mayores mucho más dura de lo que ha resultado con ésta pequeña. En realidad todo su primer año me ha resultado muy fácil. Ha sido al volver a trabajar y especialmente en los últimos meses, cuando estoy más cansada. Ahora ya no camina, corre, como vaca sin cencerro y sin rumbo fijo. No para. Duerme menos que antes y cada día trasnocha más. Un caos. Los hermanos mayores se acuestan a las nueve de la noche, y ella antes de las diez rara vez plancha oreja. Durante la noche tiene varios microdespertares y algún día directamente se desvela un rato. Por ejemplo anoche: estuvo conmigo en el salón hasta las diez y media, con una juerga como si fueran las doce del mediodía. Y luego a las tres de la mañana me la encuentro de pie en la cuna llamándome a grito pelao y con una actitud de estar ya completamente descansada. Una hora de reloj con ella en mi cama hasta que la moza consiguió dormirse de nuevo. Claro que luego ha dormido hasta las diez de la mañana mientras la menda estaba a las ocho ya currando en la oficina. En el tema del sueño nocturno parece que hayamos ido para atrás, porque de recién nacida casi dormía la noche del tirón y ahora mira qué plan tenemos. De todas formas es tan mona que se la perdona todo. Ahora está divertidísima, intenta repetir todo lo que decimos nosotros, con esa lengua de trapo que tiene. La hermana mayor le ha enseñado a decir a modo pastor payés: ¡choootoooo!. La historia viene porque una amiga de mi suegra contó que mi marido de pequeño en cuanto le llevaban al campo y veía un animal, el que fuera, gritaba: ¡choootooo!. Y ahora es la nena la que va por toda la casa como si tuviéramos una ganadería en el pasillo. Los hermanos también le han enseñado a decir pedete, y lo suelta cada vez que ve el ánimo un poco bajo, porque ya ha visto que con que grite un par de veces PEDETE, especialmente si hay público desconocido delante del tipo: haciendo la cola para pagar en el súper, se producen grandes risas.
La verdad es que es una monada de niña, simpática y cariñosa, pero agotadora también, las cosas como son.
En definitiva, que yo lo que necesito es que me toque el euromillón y no tener que madrugar. Creo que con eso se me arreglaría todo, hasta el hombro…
lunes, 7 de septiembre de 2015
Cansancio del rico
Desde mi última entrada ha pasado más de un mes. Mi desaparición se debe a múltiples causas: hiperactividad estival y una bebé muy demandante encabezan la lista.
La primera quincena de agosto lo pasamos estupendamente en Rías Bajas, Galicia. Como todos los veranos vamos y lo cuento, no voy a repetirme. Si alguien tiene curiosidad buscad entradas de agosto de los años pasados. En resumen: mucho verde, mar, frescor, buena comida, familia y amigos.
Después volvimos a Madrid el tiempo justo de hacer las maletas y marcharnos a Praga a la boda de mi hermano. Se ha casado con una checa encantadora que vive y trabaja en España desde hace años. Se lo ha pensado lo suyo, que ya va para las 41 castañas, pero al final parece que ha acertado con la chica. Yo iba con un poco de pereza a la boda, sinceramente. Tanto trajín de avión, hotel, boda, turismo, con una bebé espídica (que es en lo que se ha convertido el angelito que yo tenía), daba cuando menos, cierto reparo.
Al final las cosas salieron bastante bien. Fue un palizaco, eso también, pero lo pasamos de maravilla.
La boda fue en un palacio a las afueras, la ceremonia en el jardín y la cena y baile en unos salones preciosos del palacio. Mis hijos iban reguapísimos, a mi se me caía la baba.
Los días de turismo fueron los más cansadillos, porque mi pequeña necesita que la pongamos a gatear y a explorar a cada rato.
Me he dado cuenta de que yo no podría hacer una guía de Praga con niños, ni en realidad de ninguna ciudad de las que hemos visitado con niños, y son muchas. Porque nosotros hacemos turismo normal, simplemente adaptándonos a sus horarios. Es decir, no se empieza a la jornada hasta que no han dormido lo suficiente, paramos cada vez que necesitan un descanso, comemos cuando tienen hambre, y volvemos al hotel pronto para que duerman sus horas. Pero hacemos el turismo normal típico de cada sitio, no vamos a sitios de niños. En este caso: puente Carlos, el castillo, el reloj, y mucho patear de aquí para allá. Praga es preciosa pero me se sobraban varios miles de turistas.
Para rematar el verano, esta última semana hemos estado en la Costa del Sol con mis padres. Marido de Rodriguez en casa, que con esto de mi excedencia y aprovechar al máximo de playa para mis niños, le está cogiendo el gusto a estar solito en casa...
Ha estado bien por una parte: playa, los niños encantados con los abuelos, etc. Pero por otra parte diría que me ha sobrado esta semana de maternidad sin el padre de las criaturas. A estas alturas del verano el despendole de mis hijos ya es considerable, ya hemos tenido suficiente playa y helados como para valorarlo como cuando hacemos este mismo plan en junio y todo te parece maravilloso.
La pequeña cumple hoy nueve meses y está hecha un terremoto auténtico. Atrás quedaron los meses en los que era la santidad en forma de bebé, en los que solo comía, dormía y sonreía. Desde los seis meses gatea al más puro estilo Fitipaldi y desde los siete tiene obsesión con caminar. Se agarra a todo para ponerse de pie y la muy insensata pretende dar pasos sola. De locos. Todo se lo lleva a la boca, todo lo chupa, a todo quiere llegar. Pa´pegarse un tiro.
Sigue durmiendo muy bien y come de maravilla. Además su carácter sigue siendo bueno, llora poco, sonríe mucho y es muy amorosa. Eso y lo guapa que es, es lo que la salva. Pero podía bajar un poquito el ritmo.
Los hermanos siguen loquitos con ella, aunque ya no se la rifan ni hacen turnos para cogerla. Qué jodíos. Ahora que es cuando más les necesito en cuanto me descuido están cada uno en su cuarto "super ocupados". En realidad les entiendo, porque como la enana no para y es tan inconsciente, agota a cualquiera.
Ayer en el club había un chavalillo un poco mayor que el Niño, con un hermano de tres años y les oigo que dicen:
- yo también tengo una hermana, pero más pequeña, de ocho meses
- ¡madre mía! - exclama el otro con cara de pánico - si este con tres años da lata lo tuyo tiene que ser mucho peor macho, te compadezco
- ya, es un poco pesada, pero bueno, el peso gordo lo lleva mi madre. Y es tan graciosa que compensa.
Menos mal que al menos reconocen el curre que tengo.
La Niña mayor es la que más me ayuda, la verdad. Siempre ha sido buena, pero este verano ha estado de matrícula de honor. Creo que en este blog no le doy el peso que tiene realmente en mi vida, porque de cara a las anecdotillas, da mucho más juego el Niño con sus ocurrencias. Pero que conste en acta que mi Niña mayor vale su peso en oro. Es buena, lista, guapa y con una empatía que ya la querrían muchos adultos para sí. No sin razón en el cole la llamaban la salvadora de los pringaos. Este verano habría sido mucho más duro sin ella.
Foto de mis dos hijas en la playa
En cualquier caso el cómputo general del verano ha sido muy bueno. Muy cansado esto de estar al cargo de mis tres hijos todo el tiempo. Pero muy divertido también, una gozada no tener que estar llevándoles de campamento en campamento, contando los días de vacaciones, volviendo de viaje un domingo a las 10 de la noche para al día siguiente a las 8 de la mañana estar en la oficina. Todo el ritmo de vida ha sido mejor, más natural, casi diría que más sano, que cuando trabajo y vamos con todo a matacaballo.
Pero también ha sido cansado. Aunque sea cansancio del rico, del que voy a echar mucho de menos en tres semanas, que es cuando empiezo a trabajar. Solo pensarlo me da dolor de tripa, así que mejor no lo pienso y dejo la entrada en este punto.
Un beso
La primera quincena de agosto lo pasamos estupendamente en Rías Bajas, Galicia. Como todos los veranos vamos y lo cuento, no voy a repetirme. Si alguien tiene curiosidad buscad entradas de agosto de los años pasados. En resumen: mucho verde, mar, frescor, buena comida, familia y amigos.
Después volvimos a Madrid el tiempo justo de hacer las maletas y marcharnos a Praga a la boda de mi hermano. Se ha casado con una checa encantadora que vive y trabaja en España desde hace años. Se lo ha pensado lo suyo, que ya va para las 41 castañas, pero al final parece que ha acertado con la chica. Yo iba con un poco de pereza a la boda, sinceramente. Tanto trajín de avión, hotel, boda, turismo, con una bebé espídica (que es en lo que se ha convertido el angelito que yo tenía), daba cuando menos, cierto reparo.
Al final las cosas salieron bastante bien. Fue un palizaco, eso también, pero lo pasamos de maravilla.
La boda fue en un palacio a las afueras, la ceremonia en el jardín y la cena y baile en unos salones preciosos del palacio. Mis hijos iban reguapísimos, a mi se me caía la baba.
Los días de turismo fueron los más cansadillos, porque mi pequeña necesita que la pongamos a gatear y a explorar a cada rato.
Me he dado cuenta de que yo no podría hacer una guía de Praga con niños, ni en realidad de ninguna ciudad de las que hemos visitado con niños, y son muchas. Porque nosotros hacemos turismo normal, simplemente adaptándonos a sus horarios. Es decir, no se empieza a la jornada hasta que no han dormido lo suficiente, paramos cada vez que necesitan un descanso, comemos cuando tienen hambre, y volvemos al hotel pronto para que duerman sus horas. Pero hacemos el turismo normal típico de cada sitio, no vamos a sitios de niños. En este caso: puente Carlos, el castillo, el reloj, y mucho patear de aquí para allá. Praga es preciosa pero me se sobraban varios miles de turistas.
Para rematar el verano, esta última semana hemos estado en la Costa del Sol con mis padres. Marido de Rodriguez en casa, que con esto de mi excedencia y aprovechar al máximo de playa para mis niños, le está cogiendo el gusto a estar solito en casa...
Ha estado bien por una parte: playa, los niños encantados con los abuelos, etc. Pero por otra parte diría que me ha sobrado esta semana de maternidad sin el padre de las criaturas. A estas alturas del verano el despendole de mis hijos ya es considerable, ya hemos tenido suficiente playa y helados como para valorarlo como cuando hacemos este mismo plan en junio y todo te parece maravilloso.
La pequeña cumple hoy nueve meses y está hecha un terremoto auténtico. Atrás quedaron los meses en los que era la santidad en forma de bebé, en los que solo comía, dormía y sonreía. Desde los seis meses gatea al más puro estilo Fitipaldi y desde los siete tiene obsesión con caminar. Se agarra a todo para ponerse de pie y la muy insensata pretende dar pasos sola. De locos. Todo se lo lleva a la boca, todo lo chupa, a todo quiere llegar. Pa´pegarse un tiro.
Sigue durmiendo muy bien y come de maravilla. Además su carácter sigue siendo bueno, llora poco, sonríe mucho y es muy amorosa. Eso y lo guapa que es, es lo que la salva. Pero podía bajar un poquito el ritmo.
Los hermanos siguen loquitos con ella, aunque ya no se la rifan ni hacen turnos para cogerla. Qué jodíos. Ahora que es cuando más les necesito en cuanto me descuido están cada uno en su cuarto "super ocupados". En realidad les entiendo, porque como la enana no para y es tan inconsciente, agota a cualquiera.
Ayer en el club había un chavalillo un poco mayor que el Niño, con un hermano de tres años y les oigo que dicen:
- yo también tengo una hermana, pero más pequeña, de ocho meses
- ¡madre mía! - exclama el otro con cara de pánico - si este con tres años da lata lo tuyo tiene que ser mucho peor macho, te compadezco
- ya, es un poco pesada, pero bueno, el peso gordo lo lleva mi madre. Y es tan graciosa que compensa.
Menos mal que al menos reconocen el curre que tengo.
La Niña mayor es la que más me ayuda, la verdad. Siempre ha sido buena, pero este verano ha estado de matrícula de honor. Creo que en este blog no le doy el peso que tiene realmente en mi vida, porque de cara a las anecdotillas, da mucho más juego el Niño con sus ocurrencias. Pero que conste en acta que mi Niña mayor vale su peso en oro. Es buena, lista, guapa y con una empatía que ya la querrían muchos adultos para sí. No sin razón en el cole la llamaban la salvadora de los pringaos. Este verano habría sido mucho más duro sin ella.
Foto de mis dos hijas en la playa
En cualquier caso el cómputo general del verano ha sido muy bueno. Muy cansado esto de estar al cargo de mis tres hijos todo el tiempo. Pero muy divertido también, una gozada no tener que estar llevándoles de campamento en campamento, contando los días de vacaciones, volviendo de viaje un domingo a las 10 de la noche para al día siguiente a las 8 de la mañana estar en la oficina. Todo el ritmo de vida ha sido mejor, más natural, casi diría que más sano, que cuando trabajo y vamos con todo a matacaballo.
Pero también ha sido cansado. Aunque sea cansancio del rico, del que voy a echar mucho de menos en tres semanas, que es cuando empiezo a trabajar. Solo pensarlo me da dolor de tripa, así que mejor no lo pienso y dejo la entrada en este punto.
Un beso
lunes, 13 de julio de 2015
La vuelta de las vacaciones
Pues ya estoy aquí. Parecía que iba a ser mucho lo de tres semanas en la playa, pero al final no ha sido tanto. Como dice la canción: pasa la vida, igual que pasa la corriente cuando el río busca el mar.
Imposible resumir esas tres semanas en un relato compacto y uniforme. Las tres semanas solo comparten escenario, en lo demás han sido bien distintas cada una.
Empecemos por el principio. El día 19 fue el último día de colegio, tuvieron su festival y les dieron las notas. La Niña todo sobresalientes excepto un notable en religión. Se quedó chafada un nano-segundo y en seguida resolvió el tema diciendo: No me importa, total, no tengo pensado ser monja. Más que inteligente, que también, los resultados se deben a lo mucho que se esfuerza. Recuerdo un día que la decíamos que dejara ya de estudiar y viniera a la cena nos decía: bueno, voy, pero luego vendrán los 8,5 y lloraremos. Nadie llora por un 8,5. Es más, si el Niño saca un 8,5 yo monto una jarana que ni en noche vieja. Pero ella es así, no se conforma con menos de 9. Ha terminado primaria con un expediente impresionante.
Por su parte el Niño tiene como objetivo un 6, que es un bien y como su nombre indica es una nota que está bien, argumenta el jodío chaval. A veces se queda en su objetivo, otras baja al cinco y algunas de pura chiripa consigue un notable. Como era de esperar y con esa filosofía de vida académica, sus notas fueron muy reguleras.
Volviendo al relato de las vacaciones, el 19 de junio al medio día salimos de viaje. Un total de siete horas y diez minutos, de conducción seis horas (matizaría mi marido), un peñazo lo mires como lo mires.
La primera semana estuvimos juntos los cinco, en paz y armonía. La primera semana fue muy de euforia, playa y pescadito. Uno de los días íbamos paseando por la playa el Niño y yo con la pequeña en la mochilita, y de pronto el Niño se para y se agacha. ¿Qué haces hijo? - Nada, enterrar al cangrejo Georgi. Creo que está simple anécdota resume muy bien la gestión del tiempo de mi chaval. A él no le cunde para cosas prácticas de la vida, pero en dos segundos había visto un cangrejo, le había puesto de nombre Georgi, se había percatado de que estaba muerto y lo estaba enterrando. El es así.
La segunda semana el marido volvió a currar a los madriles, y yo con mi excedencia me quedé sola en la playa con nuestros tres hijos. Esa semana podría decirse que tuve un leve miedillo palpitando sobre capas de felicidad. Estar sola con tres niños en una urbanización frente al mar, sin coche, con el pueblo más cercano a 8 km, tiene su aquel. Pero pesó más lo bueno que ese runrun de "anda, que como nos pase algo, aquí estamos más solos que la una". Bendita soledad, pensaría días más tarde. En general me organicé bastante bien con los tres, pasamos muchas horas de playa, de risas, terraza y jardín.
La tercera semana... ay la tercera semana. Diría que fue bastante horrible, pero es posible que la palabra se quede corta. Voy a dar unos retazos sin profundizar mucho, para que os hagáis una idea. Aparecieron mis suegros, en plan, para ayudar. Ahora me río. Las pocas veces que les he mencionado en este blog he dicho que me llevo bien con ellos. Y es así. Pero ay. Qué cansinos son. Divertidos, cáoticos, simpáticos, siempre a la suya, disfrutones, poco empáticos... En fin, pa qué dar más datos.
También en esa tercera semana nos llegó la ola de calor, no tuve casi cobertura en el móvil, el Niño se torció un pie, los dos mayores hicieron pandilla en la urba y prácticamente no les vi el pelo. A las once de la noche tenía que salir a buscarles a grito pelau para que volvieran a dormir...
Y la traca final de esa tercera semana ha sido la vuelta. Ocho horas y cuarenta y cinco minutos tardamos. La pequeña que ya gatea y ha espabilado muchísimo en vacaciones, no entendía qué hacíamos allí encerrados tantas horas. Atasco, calor infernal cada vez que parábamos, aire acondicionado a todo trapo, gritos de bebé de siete meses indignada con nuestro plan de mierda...
Y ahora tengo un millón de maletas y bolsas por el salón, pero yo en plan rebelión me dedico a escribir en el blog, ains....
Imposible resumir esas tres semanas en un relato compacto y uniforme. Las tres semanas solo comparten escenario, en lo demás han sido bien distintas cada una.
Empecemos por el principio. El día 19 fue el último día de colegio, tuvieron su festival y les dieron las notas. La Niña todo sobresalientes excepto un notable en religión. Se quedó chafada un nano-segundo y en seguida resolvió el tema diciendo: No me importa, total, no tengo pensado ser monja. Más que inteligente, que también, los resultados se deben a lo mucho que se esfuerza. Recuerdo un día que la decíamos que dejara ya de estudiar y viniera a la cena nos decía: bueno, voy, pero luego vendrán los 8,5 y lloraremos. Nadie llora por un 8,5. Es más, si el Niño saca un 8,5 yo monto una jarana que ni en noche vieja. Pero ella es así, no se conforma con menos de 9. Ha terminado primaria con un expediente impresionante.
Por su parte el Niño tiene como objetivo un 6, que es un bien y como su nombre indica es una nota que está bien, argumenta el jodío chaval. A veces se queda en su objetivo, otras baja al cinco y algunas de pura chiripa consigue un notable. Como era de esperar y con esa filosofía de vida académica, sus notas fueron muy reguleras.
Volviendo al relato de las vacaciones, el 19 de junio al medio día salimos de viaje. Un total de siete horas y diez minutos, de conducción seis horas (matizaría mi marido), un peñazo lo mires como lo mires.
La primera semana estuvimos juntos los cinco, en paz y armonía. La primera semana fue muy de euforia, playa y pescadito. Uno de los días íbamos paseando por la playa el Niño y yo con la pequeña en la mochilita, y de pronto el Niño se para y se agacha. ¿Qué haces hijo? - Nada, enterrar al cangrejo Georgi. Creo que está simple anécdota resume muy bien la gestión del tiempo de mi chaval. A él no le cunde para cosas prácticas de la vida, pero en dos segundos había visto un cangrejo, le había puesto de nombre Georgi, se había percatado de que estaba muerto y lo estaba enterrando. El es así.
La segunda semana el marido volvió a currar a los madriles, y yo con mi excedencia me quedé sola en la playa con nuestros tres hijos. Esa semana podría decirse que tuve un leve miedillo palpitando sobre capas de felicidad. Estar sola con tres niños en una urbanización frente al mar, sin coche, con el pueblo más cercano a 8 km, tiene su aquel. Pero pesó más lo bueno que ese runrun de "anda, que como nos pase algo, aquí estamos más solos que la una". Bendita soledad, pensaría días más tarde. En general me organicé bastante bien con los tres, pasamos muchas horas de playa, de risas, terraza y jardín.
La tercera semana... ay la tercera semana. Diría que fue bastante horrible, pero es posible que la palabra se quede corta. Voy a dar unos retazos sin profundizar mucho, para que os hagáis una idea. Aparecieron mis suegros, en plan, para ayudar. Ahora me río. Las pocas veces que les he mencionado en este blog he dicho que me llevo bien con ellos. Y es así. Pero ay. Qué cansinos son. Divertidos, cáoticos, simpáticos, siempre a la suya, disfrutones, poco empáticos... En fin, pa qué dar más datos.
También en esa tercera semana nos llegó la ola de calor, no tuve casi cobertura en el móvil, el Niño se torció un pie, los dos mayores hicieron pandilla en la urba y prácticamente no les vi el pelo. A las once de la noche tenía que salir a buscarles a grito pelau para que volvieran a dormir...
Y la traca final de esa tercera semana ha sido la vuelta. Ocho horas y cuarenta y cinco minutos tardamos. La pequeña que ya gatea y ha espabilado muchísimo en vacaciones, no entendía qué hacíamos allí encerrados tantas horas. Atasco, calor infernal cada vez que parábamos, aire acondicionado a todo trapo, gritos de bebé de siete meses indignada con nuestro plan de mierda...
Y ahora tengo un millón de maletas y bolsas por el salón, pero yo en plan rebelión me dedico a escribir en el blog, ains....
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