Tengo esto muy abandonado así que aprovecho que tengo unos minutos para pasar a decir que sigo viva.
Últimamente se me está juntando la falta de tiempo con falta de ganas de escribir. Tengo poco tiempo libre, pero también es cierto que si tuviera la motivación del principio, lo sacaría de debajo de las piedras para poder escribir unas líneas.
Acabo de fijarme en que hoy hace justamente cinco años que abrí el blog. Al venirme a la mente las ganas que le ponía al principio, he ido a mi blog a ver de cuándo era la primera entrada, y qué casualidad, fue el 7 de junio de 2012.
Como iba diciendo, al principio cogí esto de escribir y relacionarme a partir de mi blog con muchas ganas. Ahora han ido desapareciendo muchas de las personas con las que me encantaba comunicarme a partir de una entrada, y eso desmotiva. Estoy feliz con los que siguen y con las nuevas incorporaciones, pero una cosa no quita a la otra.
También supongo que después de años escribiendo, una se da cuenta de que ya ha comentado casi todo lo que le apetecía. Se van acabando los temas. O bien acaban siendo revisiones de las mismas cosas.
Realmente no sé por qué tengo menos ganas de escribir, estoy intentando analizarlo de forma racional, pero no tengo claro si con éxito, porque a veces las cosas son más simples. Simplemente no apetece y ya está.
Por poneros un poco al día, os cuento que en el último mes me ha caído un gran marrón en el trabajo que me tiene agotada. En mi departamento somos unas veinte personas, de ellas unas cuatro o cinco, trabajan muy poco, luego está la mayoría que trabaja lo normal, y por último estamos cuatro pringadillos a los que nos caen siempre los marrones.
Me he dado cuenta que los pringadillos tenemos la culpa de lo que nos pasa. Yo me quejo mucho de trabajar, y sabe Dios que sería feliz con una primitiva que me librara de la obligación laboral, pero luego llego a la oficina y me entrego como si me fuera la vida en ello. No lo puedo evitar. No soy capaz de decir que no a nada que me pidan y además me dedico a muerte hasta que lo termino lo mejor posible, dentro de mi capacidad. Y eso para un jefe es muy cómodo. Cuando surgen temas difíciles, obviamente no se los piden a los cuatro artistas que siempre ponen pegas a todo, tardan y lo entregan mal. Cuando surgen temas nuevos, complicados, cambios normativos que nos obligan a hacer las cosas de forma diferente, siempre nos caen a los cuatro de siempre.
En definitiva, que para compensarme me han dado un carguillo de esos que a mi no me hacen nada de ilusión, y mucho más trabajo y más responsabilidad.
Yo en el trabajo no valoro mi categoría ni mi posición en el organigrama, sinceramente, eso lo valoraba hace muchos años. Hoy en día lo que valoro es trabajar menos y más tranquila.
Aparco el tema laboral, que es bastante aburrido y os cuento de mis hijos. La Niña mayor está genial, sacando notazas, a tope con el basket y muy contenta en general.
Con el Niño estamos en tensión máxima para ver cómo acaba el curso. El está siempre en límite, en la cuerda floja, pero al final hasta ahora siempre ha salido airoso. A ver si en este su primer curso en la ESO también ocurre eso. Por ahora parece que lo lleva todo aprobado, con notas bastante mediocres excepto en biología y arte, que son sus favoritas, pero mira, yo ya con que apruebe me conformo. Quién me ha visto y quién me ve. He cambiado muchísimo en mi visión del tema académico. Solo quiero que apruebe todo y pasar un verano tranquilos, sin deberes, sin regañinas, sin obligarle a memorizar temas que no le interesan nada. ¡Deseadnos suerte para que así sea!.
La pequeña está para comérsela con patatillas. Qué bonita es, qué simpática, y qué poco subjetiva soy... Según mis padres, ejem, no exagero nada, ejem. Tiene miles de momentos y ocurrencias de morir de risa y/o de amor. Pero por contar una, la última de anoche es que estaba viendo una foto en la que salimos la mayor cuando tenía tres añitos y yo, y dice: "Es Lu, mamá y yo en su tripa". Ha debido de pensar que es imposible que ella no estuviera en nuestra vida antes, qué menos que estuviera en la tripa esperando su momento. Imaginaros qué planazo un embarazo de ocho años de duración...
Y nada más por hoy, que la pequeña me reclama.
Besos