Me gusta la navidad. Pensaba que era un bicho raro porque a partir de una edad casi todo el mundo que me rodea está con la monserga del consumismo, la melancolía, la gente que no está, blablabla. Pero por lo que veo en los blogs que sigo, hay por aquí mucha animosa como yo que se apunta a la movida navideña con todas sus consecuencias: decoración loca y hortera, papeos descontrolados, regalos y mucho espíritu navideño fun fun fun.
A mi ya me gustaba la navidad antes de tener a mis hijos, así que lo de los niños no es el motivo, pero sí es cierto que ayuda. Las cartas de reyes de mis hijos, todas decoradas con todo lujo de detalle, son emocionantes. Ya han empezado a tener dudas de fe, así que supongo que en breves esto se nos va al garete, ¡qué pena por Dios!. La carta de mi hija es todo brillantina y dibujos cursis. Y la carta de mi hijo incluye, como siempre, un apartado de un perro vivo, y este año ha incluido otra que me ha emocionado, pone: “comida y juguetes para niños pobres, se los lleváis directamente a ellos”. Es para comérselo. Muy bien intencionado, pero tampoco era plan de que dejaran todo en nuestra casa y luego venga a repartir de casa en casa a los pobres…
Yo recuerdo como algo trágico el momento en que me enteré de los Reyes eran los padres. Con la fe ciega que yo les tenía. Estábamos mi madre y yo desayunando en la cocina, yo tenía 7 años ( ¡¡¡siete años solo mamá!!!). Mi madre dice que me hizo unas cuantas preguntas estratégicas para saber si yo ya me había enterado de lo de los Reyes y que yo contesté afirmativamente, como si ya lo supiera. Obviamente no sabía de qué hablaba mi madre, pero yo soy muy de seguir la corriente. El caso es que de pronto soltó: “pues ahora que ya lo sabes, tienes que ayudarme a que tu hermano no se entere de que los reyes somos los padres”. Se me atragantó el polvorón. Joder mamá, que solo tenía siete años, y tú sabes que yo era una redicha, y me las daba de listilla, pero en el fondo una inocente… Qué palo fue aquello señores.
En Noche Buena viene la familia que está en Madrid a cenar a nuestra casa. Empezamos cuando los niños eran bebés para no tener que salir a la calle con el frio, y ya ha quedado instaurado. Así que mis padres y hermanos vendrán a cenar con nosotros, nos pondremos las botas, haremos actuaciones, y digo haremos, porque otros años eran solo los niños los que hacían un pequeño show, pero este año han preparado un teatrillo y tenemos todos papel. Además ahora que se ha corrido la voz de que soy una artista bailando el gangnam style, fijo que me toca hacer el bailecito. Me estoy acordando que mi hermano cuando éramos adolescentes bordaba la imitación de Eugenio. Le voy a pedir que este año nos haga una, jajajaja.
Luego el día de navidad vamos a comer a casa de mi madre, siempre hace una ensaladilla rusa que es otra dimensión de ensaladilla rusa; y un pavo relleno al horno. Toda la vida lo mismo, ni un año lo ha modificado. Amen de extras tipo: langostinos, salmón ahumado, pate… Tremendo. Ese día mi padre, ese señor ingeniero y serio, después de la comida se disfraza y nos da un regalo a cada uno. Empezó cuando nacieron mis hijos, que yo recuerde se ha disfrazado: de Papa Noel, de Darth Vader, de la cebra de Madagascar, de Hello kitty, de reno, … ah! y el año pasado de la sirenita!! Ese fue tremendo, qué pena que no pueda poner aquí una foto, porque estaba megacurrado, lo que nos pudimos reír no está escrito, tuve agujetas en la tripa de la risa varios días.
El día 26 nos vamos con la familia de mi marido a Canarias. Antes íbamos a verles a Galicia, pero desde hace unos años, cambiamos la lluvia por el solecito. Lo de celebrar la noche vieja en una terraza sin cargar con abrigos y bufandas, genera adicción.
Así que los próximos días voy a estar muy atareada pasándolo bien, y no creo que publique nada, no me lo tengáis en cuenta. Lo que seguro que hago es leeros, porque soy una yonqui. Todos los días necesito un repasito bloguero. No conseguí desconectar en vacaciones de verano, así que todo apunta a que ahora tampoco.
Besos, y FELIZ NAVIDAD