Tampoco es que sea tímida, simplemente no tengo necesidad de rellenar espacios de silencio hablando de cualquier cosa. Puedo estar en el ascensor, en el portal, en una sala de espera o en un taxi, sin decir palabra y sin sentirme incómoda. Hay muchas personas que necesitan rellenar esos silencios con peroratas sobre el tiempo o cualquier asunto, sin ir más lejos el máster-class en eso es mi marido. No es mi caso.
Por eso me encanta que con mi hija mayor pueda estar riendo, hablando, comentando y cuando ya no hay nada más que decir, nos quedemos cómodamente en silencio.
Soy afortunada, porque hay un montón de cosas que me unen a mi hija mayor y esa es una de ellas. A sus doce años descubro que cada vez tenemos más cosas en común. Nos gusta la ciencia ficción juvenil, este verano hemos leído y comentado sagas de este género, ella lleva meses muy enganchada con Laura Gallego. En ese terreno ella se va haciendo mayor y yo mantengo parte de mi personalidad juvenil intacta a pesar de estar ya talludita. Nos encanta ir juntas al cine, este fin de semana hemos ido solas a ver Marte, que por cierto, nos ha gustado mucho. También nos gusta salir a dar un paseo por el barrio las dos solas. Vamos charlando a ratos y en silencio cuando nos cansamos de hablar. A veces caminamos un pelín separadas, a veces vamos agarradas del brazo. Hasta hace un par de años íbamos de la mano pero últimamente ella siempre se suelta y me dice: “mamá quita, que vamos ridículas”. En fin.
Ella es muy cariñosa de fondo, pero las formas las tiene un pelín ariscas. No bordes, cuidao. Pero casi. El otro día estaba hablando con el Niño y le pregunté si ve a L. en el cole ahora que está uno en primaria y otro en secundaria. Y me dice, “sí la veo pero poco, también ten en cuenta que yo cuando la veo la pregunto ‘qué tal Luchi’, y ella me dice, ‘bien, pírate’, tampoco da para mucho más”. Me hizo reír porque ella es así. Sin acritud pero que te pires.
Si ve que su hermano tiene algún problema se va a desvivir por ayudarle, pero ya pasan bastante tiempo juntos como para que hasta en el patio él se una a su pandilla. El Niño por su parte habría estado encantado de ir a la sombra de la hermana cómodamente, con uno o dos amigos que mantiene desde infantil y punto. Ella no. Ella quiere tener su espacio, sus amigos, al margen de lo que ya tiene en casa. En realidad la entiendo perfectamente.
Es muy estudiosa y responsable, exactamente como he sido yo como estudiante. Se exige mucho, es competitiva con ella misma, intenta batirse a sí misma.
También hay muchas cosas en las que somos muy diferentes. Ella cose, teje, es buena con las manualidades y pinta muy bien. Yo soy nula en todas esas capacidades. Pero aparte de esos detalles, hay muchas más cosas en las que somos muy afines y nos entendemos muy bien, que en las que no tenemos nada que ver.
Y eso me encanta.