martes, 28 de mayo de 2013

Milongas y otros

Drew me ha pasado un premio que se llama “Milongas de mamá” y que consiste en contar milongas que te dijera tu madre cuando eras pequeña.
La verdad es que mi madre no era de contar muchas milongas. Otra posibilidad es que lo hiciera tan rematadamente bien que no soy consciente de ellas. Pero no, creo que en general era muy clara, ya he contado aquí cuando me zampó lo de los reyes magos, así que os hacéis una idea. Solo recuerdo una milonga clara, y era el tema de su edad. Siempre ha sido, y sigue siendo, una mujer muy coqueta, preocupada por su aspecto, y de cuidarse mucho. Lo de cumplir años no lo debía de llevar bien, así que se quitaba un porrón. Llegó un momento en siendo ella la mayor de 6 hermanos, era la que menos años supuestamente tenía. No fui consciente del tema, seguramente porque le daba cero importancia, hasta que ya cuando tenía yo 15 o 16 años, la oí un día decir que ella tenía 30. Qué campeona la tía… Me indignó bastante, la verdad. Ella lo hacía como una broma, pero a mí me pareció fatal. No volvió a restarse años, hasta que mi hija un día le preguntó inocentemente: “abuela, tu cuantos años tienes”, y contestó tan ufana: “diecisiete”. Con un par. Ante mi indignado: pero mamáaaaa!!!, otra vez vas a empezar con eso???. Me contestó: “ay chica por dios, no seas pesada. Para una niña pequeña, 17 años ya suena a muchísimo, tampoco la vamos a asustar más”.
Otra milonguilla que nos decía cuando nos portábamos mal, era que nos iba a enviar a un internado, pero no tenía ningún impacto: primero porque no se lo creía ni ella misma, mi madre era una madre entregada que no habría aguantado sin sus tres polluelos alrededor, y segundo porque yo era muy fan de los libros de Torres de Malory, así que incluso en el remoto caso de que aquella amenaza se produjera, no lo veía yo tan problemático.
Como ha habido muy poca chicha milonguera, he tenido la suerte de que me cayera un premio de Inmagina, que consiste en contestar a unas preguntas que Inma ha pasado de hacer (bien!) y contar once cosas. No se si llegaré a once cosas sin repetirme con alguna que ya haya contado, pero ahí va mi intento:
  1. En el trabajo he conseguido el traslado por el que llevo meses luchando. En septiembre me incorporo a otro departamento que tiene mejores perspectivas que el actual. Estoy muy contenta por haberlo conseguido, porque ha sido duro. Mis jefes se han resistido y me lo han puesto muy complicado.
  2. A veces pienso que me habría gustado tener más hijos.
  3. Llevé muy mal trabajar cuando ellos eran más pequeños, seguramente es uno de los principales motivos por los que no hemos tenido más hijos. Hasta los tres años me habría gustado estar con ellos en casa.
  4. En casa tenemos el piano que tenía de pequeña en casa de mis padres. Ya no toco casi nunca, pero me gusta tenerlo, y mis hijos están aprendiendo.
  5. Este año he ido a clases de pilates. Me ha gustado, a pesar de que siempre me da muchísima pereza ir, porque voy tan justa de tiempo, que implica ir corriendo a todas partes.
  6. También continúo con clases de inglés. Me encantaría tener tiempo para recuperar mi maltrecho alemán, pero no he encontrado hueco.
  7. Solo he tenido un buen jefe en los 16 años que hace que trabajo. No me he llevado mal con ninguno, pero digamos que no se han ganado mi respeto profesional. Hay mucho manta, y para ascender las cualidades que se requieren no son específicamente relativas a la valía profesional.
  8. Mantengo a mis dos mejores amigas de la infancia, aunque no vivimos en la misma ciudad, seguimos en contacto, y cuando nos vemos es como si no ha pasado el tiempo.
  9. No aguanto viajar en coche con canciones infantiles, así que retiramos esa temática bastante pronto. Mis hijos con dos años ya viajaban oyendo a Bruce Springsteen.
  10. No le veo la gracia a los GT que ahora están tan de moda. Prefiero un buen vino, o una cervecita en una terraza al sol.
  11. Este verano nos vamos a dar un pedazo de homenaje con un viaje los cuatro juntos, por la costa oeste de los estados unidos. Estamos organizando todo nosotros, y el vivirlo anticipadamente, buscando hoteles, rutas, información en internet, es un disfrute.
 También me dio un premio Patricia N., pero como este ya lo tenía, y además, no se me ocurren más cosas para contar, simplemente se lo voy a agradecer desde aquí.
Le paso estos premios al que los quiera, esta vez, no son nominales.
Mucho me premiáis, demasiado diría yo. La verdad es que estoy contentísima con los lectores de este blog, que sois pocos (para mí muchos, pero por lo que oigo de estadísticas de lectura de otros blogs lo mío es misérrimo), pero muy resultones: comentáis, premiáis y os pasáis por aquí de forma muy constante.
Así que aprovecho la ocasión para daros las gracias!.

jueves, 23 de mayo de 2013

Sobre mis hijos XV ~ negocios y croquetas

Esta es mi entrada número 100. Número redondo que me encanta y que tengo que dedicar a contar cosas de mis hijos, que es lo que más me gusta.
La niña
El domingo fuimos a ver un show de dinosaurios al National Geographic Café, tras el cual pasamos a ver la tienda. Justamente estaba yo reflexionando sobre los precios y cómo se pasa de una revista molona a un NG Store, cuando dice mi hija, como hablando consigo misma: "me parece a mí que esta tienda solo tiene futuro para niños que vengan con sus abuelitos, porque tiene unos precios....".

Ella que es muy re-lista y realista, pensaría que esa relación producto-precio que allí observaba solo cuela con abuelos. Pero a nosotros, sus padres, ni nos preguntó ni nos pidió nada, ella misma llegó a la conclusión de que a esa tienda habría que volver con un abuelo de cada mano.

El niño
Anoche en la cena mi hijo preguntó si la pasta era verdura, y esa pregunta me ha traído a la memoria una anecdotilla suya de principios de curso:
                Mi hijo es el único niño del colegio que engorda cuando empieza el comedor escolar, así que tras un verano saludable repleto de actividad física, tuvimos una charleta con él, encaminada a mentalizarle de que en el comedor no se coma su plato, más el de su mejor amigo, más el extra que consigue que le de la cocinera a la que tiene en el bote. Yo de hecho, cuando veo a una señora desconocida que se abraza a mi hijo por la calle y le llena de besos, ya se que es una cocinera del colegio. Una, casi con lágrimas en los ojos, me hablaba un día del gusto y satisfacción que da verle comer… Está genial hacer feliz a la gente, pero tampoco es plan de que el niño necesite endocrino antes de cumplir 9 años. Así que hay que llegar a un justo equilibrio interplanetario gastronómico. Para poner en situación os cuento que la criatura descubrió su gusto por el queso de cabrales con un año y que con cuatro años le preguntamos donde quería celebrar el cumple y contesto sin ninguna duda: en el Asador de Aranda. Sobrecogedor. Entenderéis que hay que vigilar de cerca.
Al grano, que me disperso: tras la mentalización sobre las buenas prácticas en el comedor que implican solo repetir de verdura, llega el primer día de cole. Cuando voy a recogerles, le veo salir con la satisfacción del trabajo bien hecho dibujada en el rostro. Le pregunto qué tal en el comedor, y me contesta:
-          Perfecto mamá, solo tengo una duda, ¿las croquetas son verdura?.
-          No
-          Mierda, entonces no tan perfecto.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Entregada a Twitter

Vengo hoy con una entradita breve a desdecir parte de lo que comenté en otra entrada en la que contaba mi no-entender del éxito de redes sociales.
Por si no os habíais dado cuenta, soy bastante más carca y conservadora de lo que parezco bajo mi disfraz de moderna. Suelo ser escéptica con muchas cosas. Otro rasgo de mi personalidad es que cuanto más de moda se pone algo, más pereza me da. Lo mismo me pasa con libros, con ropa… con todo en general. Mi actitud y visión de Fb se mantiene, veremos a ver por cuánto tiempo. Pero me desdigo totalmente con Twitter.
Creé la cuenta hace meses, con la idea de dar a conocer este humilde blog, porque cada vez me hace más ilusión que me lean. No es el principal motivo de que escriba, pero sí uno importante. Quiero más comentarios y más seguidores, así de claro. No a cualquier precio, eso también está claro.
Mis primeras apariciones por Twitter me resultaron decepcionantes. Pero poco a poco me ha ido entrando el gusanillo, y este sábado se produjo mi completa rendición.
Lo que me pude reír leyendo los tuits sobre eurovisión no está escrito. Conseguir que yo me trague la gala eurosinging tiene mucho mérito.

Ayer que tuve viaje de trabajo, también me amenizó los tiempos de espera y de traslado. Quise contarlo aquí en tiempo real, pero me hice un lio publicando desde el iphone.
Cuando digo que estoy “entregada”, me refiero a que entro un par de veces al día a ver qué se cuece, tampoco os penséis que es más. Pero tiempo al tiempo, que así empecé con la lectura de blogs y hoy soy fan incondicional de este medio. A la derecha he puesto el pajarito por si queréis seguirme y prometo reciprocidad.
Una nunca deja de sorprenderse a una misma. En este mes he descubierto dos cosas nuevas sobre mí: me gusta twitter y no me gusta la primavera. Toda la vida pensando que la primavera era estupenda y ahora vista con la objetividad que te da la edad, descubro que los cambios térmicos de 15 grados asustan y que la alergia es una gran incomodidad vital.
¿Qué mas cosas me quedan por auto descubrir? …. Miedo me doy.

jueves, 16 de mayo de 2013

Sobre mis hijos XIV ~ tribus e IVA

Mi marido es muy dado a hablar de todo tipo de cosas con los niños, hoy por la mañana les ha contado que la Unión Europea se estaba planteando eliminar las monedas de uno y dos céntimos. Ante esta noticia la niña reacciona inmediatamente con indignación:
                Pues vaya, ¡¡ya nos han vuelto a subir el IVA!!, porque está claro que si voy al kiosko y me cuesta 1,22 me van a hacer pagar 1,30  (concepto redondeo al alza la niña lo tiene pillado), así que ya estamos, ¡otra vez con las subidas de IVA! (concepto IVA no…).
Seguramente me ha oído a mí quejarme de que esto antes costaba X, y que con la subida del IVA ahora cuesta X+10. Ella es muy redicha, pero no deja de tener 9 años, así que ha entendido que las subidas injustificadas de precios por un mismo artículo se llaman “subidas de IVA”. Es muy grande mi niña.
Y ahora va una anécdota del niño que os va a hacer verle con otros ojos. Releyendo mis entradas sobre él, veo que transmito una imagen de turulazo y torpedo (que lo es) pero también dentro de ese cuerpo convive un budita sabio, de una gran inteligencia y sabiduría, que sin previo aviso te deja así O_O. El otro día tuvo lugar uno de esos momentos. Estaban mis hijos viendo un documental en el que en un momento dado, aparece una tribu cantando y bailando para atraer la lluvia. La niña se ríe y comenta que vaya ocurrencia pensar que así van a hacer que llueva, a lo que el niño contesta con total tranquilidad: Hermana, no deberías reírte de ellos por eso, son sus costumbres. Ellos también podrían reírse de nosotros si nos vieran celebrando la navidad.
Y no solo es sabio amigos, también es muy cariñoso, atentos a esta: ya he comentado que el niño tiene lo que él llama, “el don de madrugar”, y del que su madre que soy yo, carece totalmente. Para mí cada mañana es un sufrimiento en modo dolor agudo por madrugar. El otro día viene a las 7 de la mañana – como muchas mañanas – cuando yo estoy intentando salir de la cama con un mínimo de dignidad teniendo en cuenta que a esas horas no veo y no pienso con normalidad. El niño se acerca a mi lado, me da un beso y me dice: mamá, tienes que enseñarme a hacer el café, a mí no me cuesta nada hacértelo cada mañana y tú estás muy dormida.
A pesar de mi falta de capacidades a esas horas, casi me derrito.
El día menos pensado me los como a los dos con patatas…

miércoles, 15 de mayo de 2013

Miercoles Mudo - aventureros al tren

Hoy día lluvioso en Madrid, sesión de juegos de mesa garantizada "Aventureros al tren".


lunes, 13 de mayo de 2013

¿un poquito cansada tal vez?

Parece ser que estoy todavía más harta y saturada de lo que soy consciente, que ya es decir.
Me informa mi señor esposo, que en mitad de la noche y estando profundamente dormida, me he medio incorporado y he dicho con total nitidez: A tomar por culo bicicleta, y aquí primero paz y después gloria.
Tras esa frase tan grandilocuente como poco elegante, me he tumbado y he seguido roncando plácidamente.
Obviamente no recuerdo nada.
A mi hijo le ha hecho tanta gracia la anécdota nocturna, que ha escenificado el momento entre 1000 y 2000 veces, como si él mismo lo hubiera visto, tumbándose en el suelo y soltando la frase entre grandes carcajadas. Supongo que en el cole, y bien tumbadito haciéndose el dormido en el suelo del patio, también lo habrá escenificado… Ya debo de tener toda una reputación entre tercero de primaria. En fin.
Hay una conclusión clara, y es que estoy muy harta y necesitada de paz y de gloria, por ese orden. Pero hay una segunda conclusión nada clara, y es relativa a quién le dirijo la perorata en mis sueños. Se me ocurren muchos candidatos, a saber:
- Con el dorsal número uno, mi señor marido, con sus muletas, su convalecencia, su líquido sinovial que no se reabsorbe, su rehabilitación y sus partes de baja. Debería de ser mucho mejor persona de lo que soy y vivir esta convalecencia con amor y entrega. Debería, debería… pero no me sale por más que me concentre.
- Con el dorsal número dos, mis jefes: tras muchos meses de batalla campal por conseguir un traslado a un área con trabajo más seguro que el de mi actual departamento, me encaja totalmente soltarles la frasecita en mi mundo onírico personal, vamos, que como me descuide un poco se lo suelto también un día en la vida real.
- Con el dorsal número tres, Mariano Rajoy. No requiere aclaración.
- Con el dorsal número cuatro, una tarde de deberes con mi hijo de esas que hay que ser el santo Job para no acabar con la bicicleta, la paz y la gloria.
- Con el dorsal número cinco, el cambio climático. ¿Hay derecho a tener que consultar cada mañana la aplicación del tiempo para saber si hay que sacar el plumas o las sandalias?. No lo hay. Estamos a mitad de mayo, quiero disfrutar del buen tiempo, la luz y los días largos sin pánico a los saltos de temperatura de 15 grados.
Dejo de poner dorsales aquí, pero no por falta de candidatos, sino porque ya me he cansado.
¿Se puede ser una quejica y a la vez ser consciente de que una es afortunada y tiene, en conjunto, una buena vida?, se puede, he aquí un ejemplo.

martes, 7 de mayo de 2013

¿Qué tipo de madre soy?

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Me quedé embarazada con 29 años, soy la hermana mayor, la prima mayor y la primera de mis amigas en tener hijos. Con esta introducción tan raruna quiero decir que cuando nació mi primera hija no tenía ninguna experiencia cercana con bebés, y ni idea sobre las diferentes corrientes en cuanto a crianza y educación.
Así que me sorprendí cuando supe de palabras como “colecho” “hacer un Estivill” “criar con apego”, y cuando empecé a leer sobre las diferentes corrientes y teorías, no conseguí identificarme plenamente con ninguna.
En cuanto a crianza y educación, siempre me he regido por mi sentido común. Tan sencillo y tan complicado como eso. Y he de reconocer que me ponen un poco nerviosa los fundamentalistas de un estilo concreto de crianza.
En mi opinión depende tanto del niño, de los padres y de las circunstancias de vida que tengan, que pretender seguir un manual que te diga paso a paso lo que tienes que hacer, es ridículo. Yo he hecho cosas con mis hijos, que seguro que no habría hecho de no llevarse 16 meses, o de no ser madre trabajadora. Además algo que funcionaba con la niña, no funcionó con el niño y viceversa.
Seguir una guía de un supuesto experto, libera de mucha sensación de duda y de culpa, pero no creo que sirva para nada. El camino que yo he elegido para mi maternidad me ha llevado a convertirme en una madre que oscila entre la Rotenmeyer y el Oso amoroso, así que si hubiera que poner un nombre a mi estilo podría ser el Rotenoroso. Había que soltar una gran parida por entrada, y con este palabro he cumplido con la de hoy.
Os cuento algunas de mis experiencias como madre para que veáis a qué me refiero:
- Mis dos hijos han tenido lactancia materna, y el destete ha sido un proceso natural, que surgió de forma espontánea con la niña cuando ella tenía 3 meses y con el niño cuando tenía casi 6 meses. Poco a poco, se fueron retirando ellos mismos. Me parece que la lactancia materna es la mejor opción, pero siempre que sea factible, que no suponga un infierno ni para la madre ni para el bebé. Pasados esos meses 3 y 6 meses respectivamente, seguimos con alguna toma, pero ya fue más un mimito, que alimentación.
- Siempre he cogido mucho en brazos a mis dos bebes, y les he besado mucho. No solo para calmarles cuando lloraban, sino por gusto. Era algo que me apetecía hacer, no seguía ninguna indicación. Veía al bebé en su cunita, y me pedía el cuerpo cogerle, besuquearle y hablarle con cariño. Luego descubrí que hay un libro muy vendido que habla justo de eso, y me llama la atención que haya madres que no lo harían si no se lo dice el tal Carlos.
- Nunca han dormido en nuestra cama, excepto en ocasiones puntuales de noche con fiebre, o viajes de hotel con cama supletoria mortal. Me resulta incómodo y poco práctico por horarios que duerman con nosotros. Para mi el colecho sería un infierno.
- Hasta los 3 años, les llevé con horarios muy rígidos. Se llevan 16 meses, así que lo más cómodo para todos era saber a qué nos ateníamos. No improvisar. Esa fue mi época más Roten del Rotenorismo. Un fin de semana vino mi hermano de Barcelona y cuando me llamó, le paso al teléfono a la niña, que tenía entonces 3 años, y de pronto la oigo que dice: “pues tito, no se si tendré tiempo de verte, porque mira: desayuno, juego, salgo al parque, como, me echo una siesta, meriendo las frutas que no me gustan pero mamá me obliga, salgo al parque, baño, cena y a la cama”. La niña era muy precoz, no habéis leído mal la edad, y muy redicha. Pero yo me quedé acojonada con el repaso de día que dio, porque efectivamente, ese era su día. Sin fisuras.
- Otra de mis ideas es que antes de los dos años las guarderías son una ayuda para los padres, no para los niños. Tan pequeños lo que tienen es que estar atendidos de forma personalizada, salir a pasear a las horas de sol y dormir hasta que se despierten de forma natural. La socialización hasta los 2 años creo que es más que suficiente con la que se produce en el entorno familiar y haciendo una vida normal: salir al parque, llevarles al mercado a hacer la compra, etc. Para este tema, como en todos los que comento en esta entrada, huelga decir que estoy dando mi opinión, con todo mi respeto para quien piense de otra manera. Otra cosa es que por circunstancias no nos quede más remedio que llevarles a guardería, y yo también probé esa opción con 4 meses que tenía mi hija, pero una cosa es que no te quede más remedio, y otra que te acabes auto convenciendo de que es lo mejor. No me gusta auto engañarme con nada, y menos aún que me engañen. Tampoco necesito pintarme las cosas en bonito, para aceptarlas con resignación, si es lo que me toca vivir.
- En general, y esto aplica a todas las edades por las que han pasado mis hijos hasta ahora, no me gusta que se crean el centro del universo. Obviamente para mí lo son, soy su madre. Pero ellos tienen que saber cuál es su papel en cada momento, que son uno más entre millones de habitantes, y uno más en la historia de la humanidad. No aguanto el egocentrismo y la mala educación de los niños que son educados como si sus pedos no olieran mal.
- Actualmente con 8 y 9 años, tenemos normas rígidas en algunos temas, por ejemplo: no pueden ver la tele ni jugar con la tablet entre semana; tienen que leer, me da igual qué, les llevo a la biblioteca los viernes y pueden escoger lo que les de la gana, pero quiero que lean, la lectura les hará mucha compañía toda la vida; tienen que jugar, es muy triste ver niños que no saben jugar; tienen que hacer sus deberes solos, yo solo ayudo si hay dudas concretas después de haberlo intentado ellos, pero es su responsabilidad y su obligación hacer los deberes; entre semana se acuestan siempre a las nueve.
En este bloque habré parecido muy sargento, porque lo soy, pero a cambio hay otros temas en los que no hay esa rigidez: en el fin de semana se levanta el veto a la tele y a la tablet; pueden acostarse más tarde y comer palomitas mientras ven una película; les dejo tener al pajarito lolo, insectos palo y más fauna con las que han convivido y que yo por mí no tendría bajo mi techo ni loca; en vacaciones se produce el despiporre de horarios, alimentación y de todo.
Sigo besándoles, abrazándoles y diciéndoles que les quiero, muchas veces al día.