lunes, 27 de abril de 2015

Cosas que odio

El otro día leí esta entrada de Ro sobre cosas que odio y me he animado a escribir las mías.

1- No soporto la expresión "se puede decir más alto pero no más claro". Todo el mundo la dice continuamente, seguro que los que me estáis leyendo también. Un día toqué fondo de tanto oírla y ya no la soporto. Con lo bien que queda un "bien dicho", o simplemente "estoy de acuerdo", o nada oye, que el silencio está infravalorado. Pero no, había que buscar una forma más repipi, hasta en un anuncio de la tele la usan.

2- Odio la mala educación en la mesa. Llevarse el cuchillo a la boca, comer con la boca abierta, sorber... Cuando era pequeña mis hermanos y yo comíamos en casa cada día y mi madre nos dejó bien educaditos. Mis hijos por el contrario son de comedor escolar, en las cenas lo intento con poco éxito, a veces parece que comparto mesa con bárbaros salvajes.

3- No soporto los cambios de temperatura durante el día, eso de amanecer a 7 grados, abrigarte bien y empezar a sudar hacia las doce del medio día porque de pronto estás a 20 grados. Y te sobra la ropa, y vas cargada de cosa, sudando y con los pies doloridos encerrados en zapatos de invierno. Arggg.

4- No me gusta la gente que se tiene por graciosa y todo el rato tiene que hacer un chiste o una broma de algo. Me encanta el humor, y reír es lo que más me gusta del mundo, pero no de forma burda ni abusando.

5- No soporto los niños gritones. Como soy madre de tres se supone que tengo que ser más tolerante con los niños. Pero no. Un niño asalvajado y mal educado es lo peor. Todos tienen sus momentos, pero lo malo es que algunos no tienen momento bueno.

Otro día escribo cosas que me encantan para no quedar como una gruñona empedernida.

lunes, 20 de abril de 2015

Mujer agotada al habla

Hemos tenido al pater de viaje en el Salvador - pa qué ir a Albacete pudiendo ir al Salvador - y aquí he estado solita ante el peligro y mis tres vástagos. Y por supuesto, sin ayuda, los dos pares de abuelos a 600 km de distancia unos al norte y otros al sur.
Ha sido muy cansado, así que nunca más volveré a poner pegas a mi señor marido. Bendita su ayuda, cómo la he echado de menos. De hecho, aclaro aquí por si en su momento no lo hice, que para cosas de la casa él hace incluso más que yo. Es en el cuidado del bebé, en realidad de los tres hijos, en la tarea que yo tengo mucho más peso.

El primer día de ausencia maridil empezamos por la puerta grande, justo ese día empezaban un curso de cocina para niños que organizaban en la biblioteca a la que vamos siempre. A las cinco de la tarde les recogí del cole y les llevé a su curso, volví corriendo a casa para sacarme la leche y dar de comer a la enana y volvimos corriendo a por los hermanos.

Luego baños, cenas, recoger, volver a ordeñarme, fregar sacaleches y bibes, preguntar el examen al Niño - eso desgasta más que un triatlon ironman -, cambiar pañales, dar de comer a la enana, etc. A las diez de la noche estaba agotada nivel mil sobre diez. Pero mi pequeña es trasnochadora, antes de las doce no se duerme ningún día. Esas dos horitas fueron la muerrrteeee.

Ella con muchas ganas de juerga, porque en ese rato siempre tiene muchas risas con el pater. Me veía bostezar y se moría de risa a carcajadas. Le cantaba una nana y ya le daba hasta hipo de la risa. Querer morir.

Como siempre ella durmió del tirón de 12 a 6 de la mañana, hora en la que se despierta para comer y vuelve a dormir hasta las 9. Si yo hubiera aprovechado habría sido fantástico. Pero no. Soy una histérica, así que cuando no está el padre siempre duermo peor, en una medio vigilia pensando que igual se despierta y no la oigo. Histérica y mu tonta.
También os digo que al cuarto día no había histeria que me mantuviera alerta y dormí como un lirón y aún así a las 6 la oí perfectamente y me desperté para darle la leche.

Han sido unos días muy agotadores amigos, mucho.

Termino la entrada con una anecdotilla que no viene al caso, pero me hizo gracia. El otro día estaban los dos mayores con la tablet y les oigo:
- Me voy a hacer un cámara inversa
- Se llama selfie

Me encantó. El niño pasando de anglicismos absurdos y la Niña - siempre muy en la honda - entendiendo lo que dice el hermano y traduciendo.

miércoles, 15 de abril de 2015

Cuatro meses

Cuatro meses y ocho días, tiene ya la nena. El tiempo se me escurre de las manos. Una de las mejores cosas de hacerme mayor, más concretamente de los dos últimos años, es que he dejado de ser impaciente. Ya no quiero que el tiempo pase, ni espero ansiosa el siguiente hito. Por el contrario me gustaría poder dar al botón de pausa con mucha frecuencia.

El caso es que ni el tiempo iba más deprisa antes ni más despacio ahora, el tiempo marcha a su ritmo independientemente de nuestra percepción y deseos, y así tontamente hemos llegado a los cuatro meses de la linda bebé.

Se han ido confirmando rasgos de su carácter que ya se intuían desde que nació. Es una niña tranquila, suave, casi diría yo que sutil. No coge berrinches de llantos, ella reclama y expresa lo que quiere de una forma mucho más delicada.
Se mueve mucho, como bien expresó mi querida M "esta niña se menea hartísimo". Si la pones boca abajo tarda poco en ponerse boca arriba y viceversa. Lanza pies y manos al aire en un movimiento singular y cuando de pronto en su mirada se cruza un minipie lo trinca y a la boca. Tiene pasión por sus pinreles.
Ya le han están saliendo dos minidientes, los dos de abajo, dentición precoz como su hermana mayor. Solo le asoman las montañitas blancas monísimas.
Sigue con leche materna gracias a la paciencia de su madre, que soy yo, y a los sacaleches, aparatejos con más protagonismo en este blog del que habría deseado. Llevo cuatro meses y ocho días sintiéndome más mamífera que nunca y muy solidaria con las vacas lecheras.

Los hermanos mayores siguen como locos con ella. Para muestra el Niño el otro día sin venir al caso nos dijo muy serio: "No os olvidéis de incluir a A. en la heredación". Quien dice heredación dice herencia. Qué más muestra de amor que ésa, ya podrían aprender los Alba y todas esas familias enfrentadas por herencias. Mis hijos descubrieron el concepto de heredar, hace unos años, para tranquilidad de la Niña que comentó: "Mucho mejor así, yo pensaba que cuando morías el primero que pasara por allí se llevaba tus cosas". Muy truculento. El caso es que el Niño ha pensado ya en la pequeña para repartir, aunque ya os adelanto que al ritmo de gasto que llevamos, será poco...

El otro día al cambiar el pañal de la enana me alarmé (soy muy de alarmarme) cuando ví que tenía bastantes granitos en la tripita. ¡Ay madre, una alergia!, exclamé y rápidamente vino la Niña mayor, doctora House experta en alergias desde que desarrolló la suya al marisco. La examinó por delante, por detrás, tocó, chascó la lengua y...: "Nah, esto alergia no es. En la mesa de los alérgicos del comedor nos contamos nuestras alergias y ninguno ha tenido una reacción con estos granitos. Esto será del sudor, o si me apuras, una deshidratación". La pucha. Deshidratación. Eso me deja casi peor.

No sabemos lo que sería, pero por la noche la barriguita estaba igual que siempre.