Habrá más de una que haya pensado ¡hay que ver esta tía sosa que no se apunta a ninguno de los tropotocientos retos que circulan por la red!.
Os cuento, aparte del hecho de que los retos de cocina, más que para mí serían un reto para el que después se tenga que comer lo que yo cocino, ejem, resulta que yo ya vivo inmersa en un reto continuo. Salgo de una y me meto en otra. Parecía que el mes de febrero era el duro, ay qué risa por dios. Empezaremos los primeros días de marzo con marido en sus viajes, y al final de la primera semana, ZAS!, operación de rodilla al canto. Como ya le operaron hace tiempo en el modo sencillo, con laparoscopia, esta operación de ahora ya es cosa seria, con anestesia general, y lo más parecido sin llegar a serlo, a ponerle una prótesis de rodilla.
Cuarenta años tiene mi marido, para las que os acabáis de imaginar que estoy casada con un octogenario. Pero tiene un pasado de jugador de rugby, deportista y saltador en conciertos de heavy, que le ha dejado como secuela visible, una rodilla totalmente cascada.
La intervención le va a tener postrado sin posar el pie un mes. …. ¡Un mes!.... ¡UN MES!!!... Y luego rehabilitación no sé cuantos meses, ya no he querido saber detalles. Os imagináis a un marido, que no es ya que no aporte ayuda doméstica, ¡es que la necesita!. Ay oma qué dolor.
Más cositas interesantes: en mi trabajo las cosas andan convulsas, como les gusta decir a los directivos en plan eufemismo. Convulsas estarán para ti, para mí están jodidas y punto – me entran ganas de contestarles siempre -. Después de un año en el que se ha reducido la plantilla en un 40% siguen queriendo “adelgazar a la Entidad”. Mi departamento es uno de esos fácilmente externalizables, porque lo que hacemos nosotros, se consigue hoy en día en el mercado por menos precio. Así que, puesto que por el contrario hay dos departamentos que han ampliado negocio, he intentado un traslado amigable hacia esas ubicaciones.
Traslado y amigable en la misma frase. Habéis leído bien. Misión imposible pero había que intentarlo.
Mis jefes, esas personas que supuestamente me adoran, están siempre contentísimos con mi trabajo y así me lo hacen saber. Esto no es coña, va en serio, yo soy una currita muy cómoda para mis jefes, porque curro intensamente, soy muy responsable, pero tengo una ambición limitada. Con lo cual les saco el trabajo adelante, y no les hago peligrar su puesto. Yo con que me paguen bien y tener un horario digno, dejo los cargos y los títulos para el que los quiera. El caso es que esos mismos jefes tan majetes, son prejubilables en un par de años máximo. Y yo de buen rollo, les he comentado resumiendo: que tal y como yo lo veo, en un año ellos prejubilados en su casa y yo en la cola del inem, que por favor, me dejaran irme a uno de los departamentos que va a seguir con trabajo a largo plazo.
Toda la amistad y el buen rollo a hacer puñetas.
Hasta que lleguen a su prejubilación necesitan a servidora picando piedra en la sombra. No les vale que deje a alguien formado en mi lugar, que hagamos las cosas a las buenas, que no me voy de un día para otro… Nada vale. Así que ahora entramos en la guerra entre departamentos, a ver quién puede más, y yo en medio, como daño colateral. Pasadme toda vuestra energía positiva para que este conflicto acabe bien. Por lo pronto ando preocupada y angustiada, con el insomnio por las nubes. Ese es mi lado oscuro. Me preocupo mucho por las cosas, no puedo evitarlo.
Por otra parte, en abril hacen la comunión mis dos torpedos. En algún momento tengo que tener tiempo y paz mental para organizarlo todo, comprar ropa, ¡ay madre! y ponerme a régimen. Eso ya os adelanto que seguro que no lo hago. Lo de la superwoman es un rollo que nunca me he creído. Todos sacrificamos algo en el camino. En mi caso particular creo que me cunde bastante en mis dos aéreas prioritarias: familia y trabajo. Teniendo en cuenta que a ninguna de las dos les dedico el 100% de mi tiempo, creo que tengo unos hijos bien educados y felices, y un trabajo bastante mejor que el de la media. Eso ya es mucho. A cambio, casi nunca tengo energía ni ganas, para cuidar de mí misma. Compro ropa a la carrera y por necesidad. Voy a la pelu idem. No soy constante con las cremitas. No me pongo a dieta. Eso sí, pago clases de pilates, asisto a la mitad de ellas, pero pagarlas las pago todas.
Esa soy yo. Me gustaría deciros otra cosa. Porque años atrás yo me cambiaba de pendientes cada mañana, no digo más. Pero ahora, priorizo, elijo mis batallas como decía alguien sabio.
En lo que no me abandono tanto es en mi interior, por eso sigo leyendo muchísimo, escuchando música, escribiendo en este blog, llamando a mis amigas solo para charlar, tomándome una copa de vino con mi marido, yendo a ver las pelis de los Oscar…
Algún día señores, algún día, encontraré el tiempo y las ganas para cuidar también la fachada.