martes, 21 de octubre de 2014

De baja

De 33 semanas y 3 días, de baja y con sentimientos encontrados.

No contaba con estar de baja tan pronto, ya que mis antecedentes en los dos embarazos anteriores son de trabajar hasta el final. De hecho en el segundo embarazo, rompí aguas en la oficina.

Mi médico sin embargo, me ha insistido en que tenía que coger la baja ya, porque el lumbago solo va a ir a más, y la niña está muy encajada, así que presiona con la cabeza y produce más dolor.

Por una parte estoy contenta de tener la posibilidad de estar descansando en mi casa, claro que sí. Bendito trabajo por cuenta ajena, que te permite esta posibilidad cuando el médico lo determina.
Por otra parte, siento cierto cargo de conciencia, de estar aquí sin tener todavía bebé al que cuidar y habiendo dejado bastante enmarronados a mis compañeros.

También os digo que desde la jungla laboral, una servidora veía como más idílico el momento quedarse en casa. El día se me hace eterno, todo el mundo está ocupado, mis hijos en el cole, y tampoco tengo fuerza física para mucho. Sigo durmiendo mal y sigo estresándome, en lugar de por motivos laborales, por otros (deberes de los niños, dolores varios, miedillos sobre embarazo y parto...). Es como si vienes con una cantidad de marrones a comerte, y si no es en un escenario es en otro, pero te los vas a comer igual.

A ésta situación se suma que Marido está viajando mucho y tengo la sensación de estar bastante sola.
No echo de menos el madrugón para estar a las 8 de la mañana trabajando. Pero sí echo de menos el ruido, la gente, el café de media mañana y el tener otras preocupaciones abordables en la cabeza.

Intento seguir el consejo de: "aprovecha y descansa que ya verás luego". Descanso, leo, sigo las noticias con la minuciosidad de Sherlock Holmes... Y también me impaciento y me aburro. Para qué deciros lo que no es.

Para entretenerme un poco, hoy por la mañana he ido a un curso de preparación al parto, que madre de Dios... que cosa tan absurda. He buscado un sitio un poco alternativo-modernillo, para ver si aprendía algo nuevo. El módulo de hoy se supone que iba de musicoterapia. Solo os cuento que nos han tenido cantando armónicos y hemos terminado la clase todas cogidas de la mano cantando nanas. Yo tenía una risita histérica tipo "tengo 12 años y estoy en el cole en una clase en la que no me puedo reír", mientras el resto se metía totalmente en su papel con un afanamiento impropio de una situación tan ridícula.

Qué difícil es el equilibrio entre tener la mente abierta y no hacer el panoli...

Lo bueno es lo que me he reído después recordando ese momento, eso sí ha sido terapéutico.

jueves, 9 de octubre de 2014

Sobre mis hijos - la nueva hermana

Mis hijos están emocionadísimos con la inminente llegada de la hermanita. Sin embargo, evolucionan de formas distintas. Ya conté por aquí que la niña tuvo un inicio un poco frío con el tema, pero su ilusión ha ido a más. Mientras que el niño empezó flipadísimo con la perspectiva de tener una gamberrilla en casa y sin embargo ahora está empezando a ver algún inconveniente a la nueva inquilina.
Os cuento un par de momentos que ilustran esta transición.

En la última eco el ginecólogo comentó lo largo que tiene ya el pelo la enana. La verdad es que las imágenes sorprenden, es como Rocío Jurado cantando como una ola, pero en bebé. Igual he exagerado un poco, quiero decir, que lo tiene larguito y ahuecado, una cosa bastante extraña. Cuando le comuniqué a la Niña que la hermana ya luce una melena prenatal, me contestó muy redicha ella: Perfecto, porque ya lo tengo todo pensado. Hasta infantil la lleveramos peinada con una melenita corta y pelo ondulado. Luego ya se lo vamos dejando crecer y se lo alisamos.

Ole ahí. Ya se debe imaginar poniendo rulos o algo, porque no se cómo es de compatible su plan con que la niña, por decir algo, tenga el pelo liso como las chinas. O viceversa.

Por su parte, el niño, que cumple años el día siguiente a que yo salga de cuentas, y había estado emocionado con la idea de que la hermanita naciera el mismo día que él, el otro día de pronto me dice:
- Estoy pensando que mejor no nazca el mismo día que yo, que sois capaces de hacerla más regalos a ella...
- Pero cómo piensas eso, no se nos ocurriría
- sí bueno, ya veremos. También estoy pensando que cuando nazca me va a quitar todos los méritos.
- ¿qué méritos?
- pues el mérito de ser el pequeño

(el concepto "mérito" no lo tiene muy pillado, porque me diréis el mérito de una circunstancia 100% casual como nacer el último de la familia).

- anda anda, no pienses esas cosas.
- es que mamá, cuando un bebé nace se produce un impacto muy grande en la madre, todas las feromonas se le activan y ya solo hace caso al bebé...

En fin, sin comentarios sobre las feromonas, porque a pesar de su argumentación con lagunas desde el punto de vista científico, algo de razón de fondo lleva el pobre, ...


miércoles, 8 de octubre de 2014

El yoga no es para mi

Ayer fui a una clase de yoga para embarazadas. Madre de Dios, qué dolor.
Como estoy con lumbago desde hace varios meses, la niña está ya cabeza abajo presionando y la cosa va a más, el gine me recomendó que hiciera yoga.

Yo pensaba que me dirigía a pasar una horita agusto, haciendo estiramientos, relajándome... Nada que ver, aquello era entrenamiento para marines.

Mi ingenua felicidad tipo Heidi en la pradera, vislumbró un pequeño nubarrón al ver la pinta de todas las asistentes a la clase. Muy profesionales del yoga ellas, bien equipadas, con cuerpos delgados y pinta de no tener lumbalgia, no se si me explico...
A los dos minutos de empezar la clase estaba confirmado: aquello era un infierno yogui.

Ni antes de estar embarazada habría podido seguir el ritmo de esa clase del demonio, no os quiero contar con esta panza que me acompaña ahora.
Qué estiramientos señores, qué posturas imposibles, con las piernas en alto y unos tacos de madera bajo las caderas para subir más la posición ... ¿¿subir más la posición??, ¿estamos locos o qué?, creí que se me salía la niña por las amígdalas.

Me tenía que haber ido de la clase al ver el percal, pero mi orgullo me lo impidió, así que me pasé la clase resoplando y sudando como un pollo, pero aguantando estoicamente.

Hoy casi no me puedo ni mover.

El yoga ha quedado descartado para mi. Seguiré con mis paseitos tranquilos y masaje de espalda cuando duela mucho. Suficiente. Cuando nazca la enana ya intentaré ponerme en forma, pero ahora mismo bastante tengo con lo que tengo...

viernes, 3 de octubre de 2014

Dormir embarazada

Antes de nada, comentar que no recuerdo que nada de ésto que voy a relatar me pasara en mis dos embarazos anteriores, así que hay dos opciones:
a)- la mente olvida en aras de la supervivencia de la raza humana, para que no dejemos de procrear
b)- los años son muy malos. Lo que con 29 años no te pasaba, ahora te pasa en ración doble, por osada.

Os cuento que mis noches son de lo más moviditas desde que estoy gestando. Concretamente ahora con mis 7 meses recién cumplidos, esto ya es una juerga nocturna diaria.

La cosa suele empezar bien, porque yo que siempre soy de dar vueltas y vueltas en la cama hasta quedarme dormida, ahora caigo como en coma en cuanto mi cabeza roza la almohada.
Tengo un sueño profundísimo, hasta que de pronto, las ganas de hacer pis me despiertan. Salir de la cama es como un show porque aunque me hago muchísimo pis, estoy muuuuy dormida y mi cuerpo no responde. Eso sí, tan pronto vuelvo a acostarme estoy despierta como si fueran las 12 del mediodía. Entonces empieza mi periplo por encontrar postura. Me pongo del lado izquierdo, y aquí hago un inciso: maldita la hora en la que leí que es mejor dormir del lado izquierdo, porque resulta que yo soy de dormir del lado derecho o boca-arriba. A la enana tampoco parece gustarle el lado izquierdo, así que me patea a base de bien, hasta que mis cojines, mi cuerpo de ballena varada y yo, nos damos la vuelta hacia el lado derecho. En ese proceso de giro, que es de todo menos ágil y gracioso, suele darme un calambre en uno de los gemelos. Coloco bien los cojines: dos en el lado para apoyar la pierna que queda encima, y uno sobre la almohada para no tener reflujo. Y entonces empiezo a pensar en cosas que tengo que hacer, a contar, a hacer respiraciones... Y cuando parece que me estoy quedando dormida, una vocecilla en mi conciencia me dice: mejor sobre el lado izquierdo, gírate antes de dormirte, que así presionas la vena cava ( inciso: me cago en la sobreinformación de hoy en día ). Total, que me vuelvo a girar, yo, mi enormidad, y mis cojines. De nuevo calambre y de nuevo me levanto a hacer un pis, no vaya a ser que cuando esté profundamente dormida me tenga que despertar por una necesidad tan poco elegante. Y así toda la noche. En un bucle de: sueño intenso pero breve, necesidades fisiológicas, desvelos, y giros circenses.

Marido se ha autoexiliado a dormir a otro cuarto. Le alabo el gusto. Yo también me dejaría tirada en estos trances nocturnos...