sábado, 8 de diciembre de 2018

Sobre la pequeña de la casa

No tengo perdón de Dios por tener esto tan abandonado.
Muchas veces en los últimos meses he pensado retomar la especie de saga de entradas que llamaba "Sobre mis hijos" con anecdotillas y ocurrencias de los dos mayores antes de que entraran en la adolescencia. Ahora es la tercera, la pequeña de la casa, la que está para una entrada diaria, pero nunca encuentro el momento de encender el ordenador y darle a la tecla.

Parece que en esta tarde se han alineado los astros y antes de que se desalineen me voy a poner a ello.
No quiero olvidar esta edad tan preciosa que tiene ahora la pequeña, que ayer cumplió cuatro años. CUATRO. Ni más ni menos. Y parece que fue ayer cuando supe que estaba embarazada.

Tiene ocurrencias mondantes, como cuando volvió el padre de un viaje de trabajo a china, y le dice: "sí que has tardado en volver del chino". Yo lloraba de risa de pensar que cuando a la niña le decíamos que el padre estaba en china, ella se lo imaginaba metido en un chino.

O cuando el otro día estaba ella muy afanada poniendo pegatinas en un álbum y le dijimos que lo estaba haciendo fenomenal y el padre para cargarlo más de bombo le dio las gracias por dejar el álbum tan bonito y contesta toda seria: "de nada, es un honor". Una semana hemos estado vacilando contestándonos "es un honor" a cualquier chorrada. Muchas risas.



Lo definitivo ha sido que me he tirado un mes pidiéndole que de ideas a los reyes magos, y no salía de pedir chuches o chicles, y de pronto el otro día dice toda seria: "dadme una hoja que voy a escribir mi carta a los reyes". Se pone toda formal a escribir unos garabatos mientras silabeaba lo que se supone que escribía, en plan: que-ridos re-yes. Y yo frotándome las manos boli en mano para apuntar qué diantres quería mi hija aparte de una miserables chuches y de pronto suelta: "quiero tener unas montañas cercanas a mi casa".
Acabáramos. Unas montañas cercanas. Vivimos en el centro de Madrid... ¡Eso no lo vende el corte inglés!.
La verdad es que tiene muchos juguetes, no ve tele con anuncios, por lo que tampoco se la crean necesidades de más, así que en el fondo tiene lógica que ella con unas chuches y las montañitas de Heidi en plena calle Santa Engracia, de sus peticiones a sus majestades de oriente por finiquitadas.

Aunque con la carta no hayamos triunfado mucho, en general todo el tema navideño la tiene motivadísima. Se pasa el día cantando "brillancicos", como ella los llama, pero unos que no conocemos que hablan mucho del "redendoooorrrr" y de alguien con "tez moreeeenaaaa".

Es muy cariñosa, nos forra a besos y abrazos en cuanto te acercas. El otro día la dije:
- te quiero hasta el infinito
- y yo hasta Galicia que está más lejos - me contestó ella -

Es una delicia de cría, que no da más guerra que la propia de su edad.

Los adolescentes por su parte, se van serenando. El curso pasado estuvieron ambos bastante contestones y le quitaban a una las ganas de todo. Pero este año, por una parte ellos están más tranquilos, sobre todo la mayor, que vuelve a ser un cielo la mayor parte del tiempo. Y también ocurre que yo estoy a aprendiendo a tratar mejor con ellos. Reconozco que el paso de una tierna y simpatiquísima infancia, a una etapa chillona y contestataria, lo llevé fatal y no hice mi mejor papel.

Así que entre unas cosas y otras, este curso 2018-2019 está siendo muy bueno. Esperemos que dure.
Muchos besos y abrazos a los que seguís pasando por aquí y mis mejores deseos para las fechas que se avecinan.