jueves, 19 de septiembre de 2019

Herniada

Voy a aprovechar que estoy de baja para venir a pasar el polvo en este mi olvidado blog.

Os cuento que la baja se debe a que me acaban de operar de una hernia umbilical. Hace ya unos meses vi un pequeño globito que se me formaba justo encima del ombligo, no tenía el aspecto de las hernias umbilicales típicas por no estar en el centro del mismo. Decidí pasar del tema, como hago siempre en inicio con todos mis temas de salud. Pero claro, el verano, con sus mil horas en bikini en playas y piscinas, me han puesto difícil olvidarme del asunto y a finales de agosto decidí ir al de digestivo. Hernia operable, mejor pronto que tarde, y efectivamente, en 10 días estaba operada.
Ha sido todo tan rápido, y como tengo medio fobia a todos los temas médicos, no quise saber nada de la operación. Mis dedos no fueron a preguntar a señor google, ni tampoco hice muchas preguntas en consulta. Con lo cual iba ingenua e inocente a la operación, y ahora me encuentro con que esto es más de lo que quise pensar que era. Por lo pronto me han dado la baja, tengo 12 grapas en el corte que me hicieron en una media luna que rodea el ombligo, y estoy bastante incómoda. Pero también es cierto que cada día estoy mejor que el anterior, así que espero en una semana volver a ser persona con vida, que pasea, trabaja y puede agacharse a recoger lo que se le cae al suelo.

Paso a temas más agradables como contaros nuestro verano. Las vacaciones las cogimos las tres primeras semanas de julio, y como siempre, genial. Los que ya me conocéis sabréis que tengo el don de vacacionar como los ángeles. Qué diréis, pues vaya don de mierda, eso cualquiera. Pero no, dicen los telediarios que en vacaciones hay más discusiones y divorcios, por el tiempo extra de convivencia. Y dicen mis compis que echaban de menos volver a la rutina. A mi esas cosas no me pasan. Yo discuto con mi marido durante las épocas laborales, en las que estás cansada, con sueño, y hay que hacer la compra, y el uno no hace los deberes y la otra está con otitis por el frio que pela. Pero yo en vacaciones soy feliz, estoy descansada, y no me da por discutir sobre si playa o montaña, o pedimos paella o pescado frito.

La mayor ha pasado un verano buenísimo, estuvo primero con nosotros de vacaciones. Y lo de "con nosotros" es un decir, básicamente porque compartíamos techo para dormir, pero el resto del día lo pasaba con la pandilla de aquí para allá, haciendo nada y hablando con ellos más de lo que habla con sus padres en todo el año junto. Después de las "vacaciones familiares" la mandamos tres semanas a Berlín a hacer un curso de alemán. Ya estuvo el año pasado en un pueblo pequeño y en familia, y este año pidió ciudad y colegio. Como saca tremendas notazas en el cole, y aunque a priori me gusta más que vaya a familia para que la inmersión cultural sea más completa, se lo concedí. La ventaja es que hay pocos españoles y máxime de su edad, que vayan a hacer cursos de alemán a Berlín, así que igualmente aunque estuviera en colegio, aprovechó la experiencia de un ambiente muy internacional y de diferentes culturas. A su vuelta pasó unos días con nosotros y detrás se fue a Galicia con la familia paterna, seguido de viaje al sur con la familia materna. Es decir, que no ha parado y lo ha pasado fenomenal. También en verano ha cumplido 16 años. Sigue muy adolescente, pero parece que más serena cada día. Seguimos teniendo una relación bipolar con días en los que es la de siempre, cariñosa, risueña, divertida, y otros en los que deja en pañales a lord Voldemort. A mi me cuesta mucho llevarlo con paciencia y con calma en sus días de furia desatada con el mundo y sin motivo ni causa aparente. No se me da bien ser madre de adolescentes, la verdad.

El niño, como siempre, ha sido muy feliz en verano. A él le quitas las obligaciones escolares y le entra una paz y un relax por el cuerpo, que da gusto estar a su lado, con hormonas adolecentes incluidas. Aparte de que tiene una adolescencia mucho más suave que la de su hermana, es por lo tranquilo y relajado que está él en cuanto se quita de encima libros, deberes y exámenes. Su verano ha consistido en vacaciones familiares con nosotros, compatibilizando los ratos en pandilla con ratos de paseos por la playa conmigo, coger cangrejos con la pequeña, y pegarse nadadas con el padre. No necesita tanto del grupo de iguales como su hermana solo 16 meses mayor que él. Luego se quedó en Galicia una semana con los abuelos y primos, y le mandamos dos semanas a un campamento de inglés en Marbella. No quiso salir a un curso al extranjero y no le quisimos forzar. El resto del verano en casa. No quiso ir al sur con mi familia, porque él también necesita pasar tiempo en casa, metido en su cuarto con sus comics, sus juegos de ordenador, o viendo series conmigo (nos hemos zampado Siren de HBO del tirón, juntos comiendo unos días palomitas, otros edamames). Las mañanas de agosto mientras nosotros estábamos trabajando se dedicaba a tareas tales como la siguiente: se recorrió todas las tiendas de mascotas del barrio para ver si las jaulas de roedores cumplen las medidas de la normativa. Os preguntaréis ¿tiene hámster o roedor alguno?, no, ¿va a tenerlo?, tampoco. ¿Entonces?, pues ni idea, él es así, solo puedo deciros que concluyó que todas incumplen la normativa. Esa que yo no sabía ni que existía.
Yo me imagino a mi hijo, con sus camisetas de Stranger Things, su metro de ikea en una mano, y agenda y boli en la otra, que entra en las tiendas y se pone a medir jaulas, y cuando se acerca el dependiente a preguntar si necesita algo, le dice que no gracias, que está mirando, y me da la risa tonta.

La pequeña sigue siendo el juguete de la familia, es para comérsela de bonita, de linda, de buena y de simpática. Se lo ha pasado genial en la playa, ya nada sin manguitos y bucea cual animalillo acuático, y pasarse el día descalza, morena, y sin ropa, la hace feliz. Es una pena que no haya apuntado sus mil ocurrencias simpáticas de este verano, porque ahora mismo no recuerdo ninguna. He ido a twitter porque allí escribo poco y menos, pero cuando lo hago suelen ser sus ocurrencias graciosas pero solo he dejado constancia de un día de cariñoseo máximo en el que me dijo: mamá, te quiero al cien por cien y al siete por uno.
Mientras ha estado haciendo calor hemos ido cada tarde al club a bañarnos en la piscina, y la mujer lo disfruta lo mismo que si la llevas al caribe con escala en Disney world. Es muy disfrutona y alegre. Ahora ha empezado el cole, y aunque yo se que no es su pasión, va siempre sin una queja, se lo pasa bien allí, aunque si la dieras a elegir, sin duda cogería vacaciones eternas, como su madre y su hermano. La mayor por ejemplo no aguanta estar demasiado tiempo sin una exigencia, siempre tenía ganas de volver al colegio después de verano, y la sienta bien la presión de los estudios y la competitividad. El padre creo que también disfruta de su trabajo y le gusta alternar rutina laboral con periodos de vacaciones. Supongo que esto último es lo más sano. Pero mis dos pequeños y yo, podríamos vivir eternamente de vacaciones, alternando playa, piscina, montaña, durmiendo hasta que el cuerpo diga que es suficiente, y comiendo cosas ricas.... mmmmm.... soñar es gratis....

Besos