Me estoy dando cuenta de que este blog está cobrando vida propia, porque yo tengo multitud de teorías, pero nunca pensé que las acabaría plasmando aquí. Sin embargo me acaban de entrar las ganas de hablar de esta tontería. Lo cierto es que partía de una expectativa tan bajista hacia mi propio blog, que no tenía claro superar ni la primera semana como bloguera, porque no pensaba que tuviera mucho que contar, la verdad, y tampoco tiempo que dedicarle. Además con tanto blog como hay en estos mundos, ¿a quién puñetas le iba a interesar el mío?. Lo bueno de cuando partes con un listón mega bajo, es que enseguida te quedas contento. Y así es como estoy, muy contenta, porque resulta que ahora “pienso en blog”, quiero decir, que cuando voy con una de mis ideítas inconscientemente tomo nota mental de que es un potencial tema para el blog, que es lo que me acaba de pasar ahora. Tampoco pensé que las ocurrencias de mis hijos, acabarían teniendo tanto protagonismo, obviamente sabía que hablaría de ellos (véase figura 1), pero no tanto, y nunca como back up digital de mi cuaderno con sus frases y ocurrencias, que es casi lo que está ocurriendo.
Bueno, después de tanto preámbulo, voy a explicaros una de mis teorías: “en esta vida todo el mundo tiene que comerse una ración de mierda”, no literalmente ¡se entiende!, pero siempre tienes que tener un porcentaje de problemas. Incluso las personas que parece que tienen una vidorra padre, y que son unos jodidos afortunados, cuando rascas un poquito, descubres su parcela de sufrimiento: una mala infancia, una enfermedad grave propia o de un ser querido, baja autoestima, un accidente, un metabolismo de mierda… algo, siempre hay algo.
Yo me di cuenta de esto como con unos 11 años y todavía no he encontrado un solo caso que desmonte mi teoría. Por eso cuando le veo pegas a mi vida, siempre pienso que esas pegas son el peaje que tengo que pagar porque otras cosas vayan bien. Por una parte esta conciencia te deja satisfecho, sabes es imposible que todo vaya bien y los inconvenientes al menos ya son de confianza, los conoces bien, por otra parte te estropea el pensar en posibles planes B que mejoren tu vida actual. Os pongo algún ejemplo simplón. A mí me gustaría vivir en un sitio cerca del mar, en una ciudad más manejable que Madrid y tener otro tipo de trabajo. Fantaseo a menudo con posibles cambios de vida que me permitieran llegar a esa vida ideal, pero a la vez me asusto, porque pienso que si consiguiera eso, otra cosa empezaría a irme mal y no sé lo que me puede tocar. Mientras que ahora se cual es mi peaje:
- Madrugar. Algunos diréis, vaya gilipoyez de peaje, no es para tanto. Os cuento: yo cuando me levanto, tengo el 90% de mi cerebro dormido. Lo veo todo borroso, en serio, no puedo pesarme porque no veo los números – y no! no tengo gafas! no es que no me acuerde de ponérmelas-. No puedo comer nada porque lo vomito, y no exagero. Cuando de pequeña era del equipo de natación y mi madre se empeñaba en ponernos un desayuno potente por el ejercicio que hacíamos lo vomitaba en la esquina de casa cada mañana. Y así mil torpezas más consecuencia de que mi cuerpo y mente no están diseñados para madrugar. Así que amigos, sí es un gran peaje que lleve toda mi vida madrugando.
- No me gusta mi trabajo
- No me gusta vivir en Madrid. Sí me encantó de estudiante, y me parece un sitio genial para venir de vez en cuando, preferiblemente con tiempo y dinero, pero para una familia hay mil sitios donde vivir mejor que en Madrid.
Y tengo muchos más peajes que no cuento para no aburrir al personal.
El caso es que una piensa, si total, inconvenientes voy a tener siempre, si te descuidas hasta en el mismo porcentaje (mi teoría no está suficientemente contrastada como para poder afirmar que siempre sea el mismo porcentaje, pero lo intuyo), ¡mejor dejamos las cosas como están!, que al menos mi ración de mierda ya me la conozco y a saber lo que me toca con un cambio!.
Bueno, pues ahí ha quedado expresada mi teoría. Ahora la releo y queda un poco absurda, pero sin embargo, creo que en ella.
Esta tarde no piscineo, estoy aquí en casa esperando a que vuelvan mis pequeños y escribiendo esta tontería de entrada, porque mi S. esta mañana se quejó de dolor de garganta y cabeza, y como me le conozco… y nos vamos fuera de fin de semana a un plan muy apetecible que no queremos que se estropee… nos vamos a hacer una visita preventiva a su pediatra a ver si tiene algo que decirnos. Cruzo los dedos de manos y pies para que no sea nada, pero como una ya está curtida en estas historias infantiles… El verano pasado sin ir más lejos, nuestras ansiadas vacaciones en Galicia quedaron bastante mermadas, porque los dos primeros días el salvaje del niño no quiso salir del agua en ningún momento, y el tercer día tenía neumonía. Como lo oís. Había pasado el invierno sin un solo constipado, aparte de que mi S. es bastante fortachón, sí sí, pues cágate, de pura chiripa le llevé al pediatra porque de pronto le subió mucho la fiebre y tenía neumonía!!. Ese día perdí unos 10 años de vida, si iba a morir con 90 ahora ya va a ser a los 80 años. Menudo susto que me pegué. Menos mal que como lo cogimos tan en el inicio, le mandaron augmentine, reposo y un jarabe y a la semana (cuando ya nos volvíamos a Madrid, jrrrrr) estaba recuperado. Y mira, esta anécdota viene al caso de mi teoría: esto fue una ración de mierda o peaje, para que otras cosas nos fueran bien, JE.
Besos y sed felices!