jueves, 17 de marzo de 2016

Así seguimos

Os presento a la pequeña de la casa. Aprovechando que en esta foto no se la ve bien la carita me he animado a subirla al blog, aunque conociéndome seguro que en unos días la quito.
 
              (foto eliminada tras un tiempo prudencial para que la vieran mis queridos lectores habituales)

 

 Nos tiene totalmente en el bote. Da besos, ríe con una carcajada contagiosa, come de todo, baila moviendo las caderas… en definitiva, es un primor de niña que solo da alegrías.
Los dos mayores por el contrario, llevan una racha dando bastante guerra. Por una parte tenemos al Niño, que empezó el curso fenomenal, muy motivado en el colegio con su nueva y encantadora profesora.

La motivación le duró un trimestre. Lleva desde antes de navidad relajado nivel Buda. Pocas horas de estudio y las que dedica con encefalograma plano. El otro día estuvo una hora haciendo la ficha de un libro de lectura en inglés. Cuando la termina, veo de casualidad – porque yo no estoy nunca pendiente de sus deberes, ni los hago con ellos – que incluía unas palabras de vocabulario que acababa de copiar. Le pregunto una y me dice que ni idea.

-          ¡Pero si las acabas de copiar en la ficha!

-          Ah, ¿pero además de copiarlas me las tenía que aprender?

Noooo, claro, se trata de que copies por copiar, pensando en tus slag terra o bichejos fantásticos similares, claaarooooo.

Ayer trajo las notas y para gran sorpresa por su parte, han bajado. Eso es otra cosa que no me explico. El siempre piensa que van a ser buenas notas. Siempre sale de los exámenes diciendo que le ha salido fenomenal. Así que ayer no daba crédito al ver sus cincos pelaos. “Pues no se cómo ha podido pasar”, me dice el muy huevón. ¡Pues yo sí! (emoticono de cara enfadada).

Este año, aprovechando que está en casa M cuidando de la pequeña, vienen a comer a casa. Los primeros meses aprovechaba a hacer los deberes y a estudiar. Pero hace ya tiempo que ni trae la mochila a casa al mediodía. Esto me recuerda una conversación entre M y él:

-          M. ¿Sabes qué significa abolir?

-          Ay no, en mi colegio solo nos enseñaban palabras bonitas

OLE.

La Niña mayor tiene días con unos repuntes de adolescencia nivel la-meto-interna-en-Suiza. Sobre todo está insoportable con el padre, con lo bien que se han llevado siempre. No sé si es por exceso de confianza o porque el padre tiene más paciencia que el Santo Job, pero a veces le contesta de unas formas, que yo desde luego no se lo permitía.

La mayor parte del tiempo sigue siendo muy majetona, pero tiene sus momentos.

Las notas siguen siendo buenísimas, así que por lo menos por la parte académica no tenemos que preocuparnos, y no os parezca poco. La Niña sale del cole con cara de circunstancias y me dice: “Mamá, malas noticias … (unos segundos de silencio para dar más dramatismo) … he sacado un 8.5”. Si el Niño trae un 8.5 organizamos un viaje a Disney World. Para que os hagáis una idea.
 

lunes, 22 de febrero de 2016

Consejos a mi yo del pasado

Si antes vengo a explicaros mi ausencia, antes me entran las ganas de escribir otra entrada.

Mamadrama ha cumplido 37 y se ha dedicado a sí misma unos consejos que le habrían mejorado sensiblemente la vida, sin llegar a cambiar demasiado el curso de los acontecimientos ni quien es ella hoy en día. No tengo claro que pequeños cambios del pasado no afecten mucho a quien somos hoy, pero aún así, me ha encantado la idea y voy a darme a mí misma consejos retroactivos, de esos que nunca escuchamos y menos si vienen de nosotros mismos.

Si volviera a vivir con mi experiencia actual, hay mil cosas que haría de forma diferente, y sobre todo me tomaría todo con mucha más calma. Nos ofuscamos por tonterías que no tienen la menor importancia. Últimamente cuando algo me preocupa pienso si será algo de lo que me acordaré dentro de dos años. Normalmente la respuesta es no. Son pequeñas miserias sin mayor incidencia que no deberían consumirnos tanta energía. En cualquier caso, y muchas veces parece que a pesar mío, la vida me va razonablemente  bien, así que no cambiaría demasiado, pero sí algunas pequeñas cosas.

Me pongo y a ver qué sale:

-  Escribe la carta a los reyes magos, déjate de mensajes telepáticos con sus majestades que ya hemos comprobado que no funcionan.

-  Esas dos amigas con las que saltas en los charcos los días de lluvia van a ser amigas tuyas toda la vida, cuídalas mucho.

-   No te agobies por los exámenes, los estudios no van a ser un problema.

-   Insiste a tu madre en que quieres hacer ballet en lugar de karate, no seas siempre tan dócil con lo que te manden tus padres. Tendrás una hermana nueve años menor que te enseñará todo lo que puedes conseguir de ellos y que tú nunca imaginaste, pero ya será tarde.

-  Come más, que sino de mayor querrás recuperar el tiempo perdido con la comida y la vas a liar parda.

-   Bésale, los dos queréis, pero enfrías tanto el ambiente con ese rollito de “somos colegas” que así no vais a ninguna parte.

-   No te enfades con Sandra (una de las de los charcos), se ha echado novio y pasa de vosotras. Lo del novio no durará pero vuestra amistad sí.

-  No seas impaciente, no tengas tanta prisa.

-  No te embolingues cada vez que sales de marcha.

-   Insiste a tus padres en que te dejen hacer un Erasmus. Misma explicación que con lo del ballet. Si no siempre te quedarán las ganas de haber pasado como mínimo un año viviendo en otro país. Lo de los veranos mata el gusanillo pero no es suficiente.

-   Encontrarás trabajo, no te agobies tanto y disfruta estos meses. Te arrepentirás de esas prisas por querer trabajar nada más terminar la carrera.

-   Ya tienes trabajo y eres buena en lo que haces, no te agobies tanto por cometer un error, la empresa no depende solo de ti. De hecho eres el último mono, relájate.

-   Tranquila, la niña acabará durmiendo del tirón. Aprovecha cuando ella duerme durante el día y disfrútalo que pasa volando.

-  No te indignes con el jefe, es solo un pobre hombre bastante inútil, pero conocerás jefes peores y éste te valora y te trata bien. No hagas un mundo de un grano de arena.

-  No seas impaciente, no tengas tanta prisa. Este consejo lo repito, podría dármelo todos los años.

-  No le des tantas vueltas y ten más hijos.

-  Saca más tiempo para estar con tu marido, se más cariñosa con él.

-  Come menos.

-   Ve al traumatólogo en cuanto te duela el hombro derecho.

jueves, 18 de febrero de 2016

Hombro congelado


Hombro congelado. Ese es el último diagnóstico que tengo para mi hombro derecho.
La cosa empezó en el mes de Agosto, estando de vacaciones en Galicia, me levanté una mañana con un dolor muy agudo en el hombro. Tampoco le di mucha importancia porque en esa época llevaba mucha paliza física: me pasé mucho tiempo sin marido y con los tres en la playa, tirando de carrito de la niña por la arena, cogiéndola mucho en brazos... Además acababa de empezar con los purés y me tiraba horas con el brazo en posturas extrañas para que estuviera distraída mientras intentaba colarle cucharazos a traición.

El caso es que originalmente era un dolor muy agudo pero solo en determinados movimientos de rotación, en la vida normal, no tenía mayor molestia.
En octubre me reincorporé de mi excedencia chachimolonga, y el pasarme 37 horas semanales agarrando el ratón del ordenador, me sentó fatal. Pero como ya os conté toda mi persona pasó a peor vida, así que tampoco le hice especial caso a esta molestia creciente del hombro.

En navidad la cosa ya se volvió bastante insostenible, me dolía mucho por la noche, me despertaba y empecé a obsesionarme con el dolor y la falta de movilidad.
A estas alturas llevaba cinco meses con dolor en el hombro y todavía no había ido al médico. Más bruta que un arao que soy. Lo que sí hice fue ir al fisio de mi hermana, que como es triatleta, tiene muchas lesiones y tiene uno de confianza.

Este buen hombre me hizo una ecografía de hombro y me diagnosticó tendinitis y bursitis. Ya de paso me hizo una punción seca, algo que por suerte yo no había sufrido nunca antes, que me dejó muy dolorida, pero del hombro no mejoró nada.
Por fin, en enero, acepté que esto solo no iba a curar y que lo de quedarme manca del brazo derecho iba a ser una incomodidad fastidiosa y me fui al traumatólogo.

Tras dos infiltraciones de corticoide con anestesia, con dos semanas de intervalo entre una y otra, me han repetido la ecografía y la inflamación ya ha bajado pero se me ha quedado una capsulitis adhesiva, también conocida como hombro congelado. Llámalo X.
Tengo el hombro con poquísima movilidad, ya duele menos, aunque todavía molesta y no puedo dormir de ese lado. Y lo peor: tengo que empezar una rehabilitación diaria que ya me han dicho que será larga y dolorosa. PLANAZO. Salir de casa a las siete de la tarde, porque antes no está mi marido para quedarse a cargo de nuestra prole, para ir a que me estiren del brazo.

Hombro congelado. Lamadrequemeparió.

El caso es que el hombro es uno de los motivos por los que tengo esto bastante abandonado. Lo último que me apetece en casa es sacar el ordenador y el ratón, con todas las horas que ya paso en la oficina con el brazo en esta posición dolorosa.

Otro motivo es que la pequeñaja me tiene tan encandilada que prefiero dedicar mis tardes a su observación. Qué cosa más bonita es. Tan chiquilina y con esos remangos que tiene, que camina, corre, se sube y se baja del sofá, va a la cocina y pide galletas señalando al sitio exacto… Está para comérsela con patatillas.

Los dos mayores siguen muy bien también. La Niña mayor tiene algún ramalazo adolescente, pero por ahora poca cosa. Cuando le da el arrebato descontrola pero luego se arrepiente y pide perdón. Esto me recuerda hace unos años, en uno de esos momentos de genio suyo en los que perdió la razón y la regañé. Cuando fui a taparla por la noche estaba dormida con una nota en la mesilla donde ponía con letras grandes: PARA MAMA. ME ARREPIENTO DE LO DE ANTES, ME HE PORTADO FATAL. ¿ME PERDONAS?. Y debajo tenía dos casillas, una con un SI otra con un NO, y me ponía: MARCA LA QUE SEA.
Ahora no me deja notitas en la mesilla, pero sigue sabiendo reconocer cuando no tiene razón.

El Niño también muy bien, misma personalidad disfrutona y alegre, y además muy contento en el cole con la profe que le ha tocado este año.

En definitiva, que estamos todos bien, aunque no me veáis por aquí con la misma frecuencia de antes. Espero que mi hombro vaya dándome una tregua, porque aunque sé que es un mal menor y que no debería quejarme de estas tonterías, lo cierto es que estoy ya muy harta.

viernes, 15 de enero de 2016

Bajo la misma estrella y la muerte


He leído, más bien devorado, “Bajo la misma estrella” de John Green.

Es un libro precioso. Tiene humor del que a mí me gusta, natural, como sin intentar hacer gracia. Trata con naturalidad y realismo el amor juvenil, las relaciones familiares, el cáncer, la vida y la muerte. Las tonterías con las que nos obsesionamos, lo temporal y absurdo de lo que hacemos. Todo contado de una forma bonita, sencilla, hermosa, sin sobrar ni una palabra, ni un párrafo. Es para leerlo entero y disfrutarlo.

En la primera parte hubo momentos de carcajada. En el final lloré, porque amigos, los chavales tienen cáncer, y aunque no hay dramatismos ni pena forzada de esa empalagosa de tele 5, pero sí hay pena.

Los protagonistas tienen la gran putada de tener cáncer, pero también tienen la suerte de conocerse, de ser listos, ocurrentes, tener buenos padres y saber pasárselo bien a pesar de las circunstancias. Yo enamorada de los dos desde el primer capítulo.

Un libro muy recomendable que me ha hecho pensar en la muerte.

Todos vamos a morir. Parece obvio, pero no lo pensamos ni somos conscientes realmente de ello. Supongo que es la propia supervivencia de la especie la que te hace vivir tu vida como si fuera algo relevante y eterno, cuando no es ni lo uno ni lo otro.

Nunca he tenido depresión ni una vida especialmente difícil, pero recuerdo de muy joven el sentimiento de pensar que si me moría no me importaría. Era un pensamiento con trampa, principalmente porque no tenía pensado morirme. Esa sensación cambió radicalmente el día que me convertí en madre, a partir de ese momento me da pánico pensar que me pudiera pasar algo y qué sería de mis hijos si yo falto. Supongo que me otorgo más importancia en sus vidas de la que tengo. Pero no puedo evitar sentirme una pieza clave para ellos, quiero estar ahí, adelantarme a lo que pueda pasarles, mandarles a la cama antes de que tengan sueño y poner el termómetro si les noto con fiebre. Quiero ser yo misma la que me encargue de todo eso.

Como soy una jodida afortunada, no tuve relación con la muerte de una forma trágica hasta mis 35 años. Hasta esa edad solo habían muerto mis dos abuelos, ya mayores, ley de vida.

Pero a mis 35 años murió de forma inesperada la hermana de mi marido y amiga mía, de 34 años de edad, con una bebé de 4 meses, y que había estado sentada en mi sofá charlando amigablemente 48 horas antes. Aquello marcó un antes y un después. Cuando llamó mi suegra a casa, estaba yo sola, los niños y el padre estaban en la biblioteca, así que fui la que recibió sus llantos de niña pequeña, diciendo cosas que yo no conseguía entender.

De hecho tardé un buen rato, ya una vez colgué el teléfono en asimilar la noticia. Entonces el aire dejó de llegar a mis pulmones con facilidad, empecé a sudar. Era febrero y tuve que salir en camiseta a la terraza porque me cocía y no podía respirar. Podemos decir que primero fue la negación y después fue el pánico.

Luego me eché corriendo a la calle para que mi marido no recibiera la noticia por teléfono en plena calle con mis dos hijos al lado. Para variar no había oído el móvil, así que les traje a casa, mandé a los niños a jugar al cuarto y se lo dije. El reaccionó mejor que yo. Siempre ha sido más sabio para las cosas importantes de la vida.

Vinieron mis padres a casa y marido y yo nos fuimos al aeropuerto a coger un vuelo que nos llevara con el resto de la familia.

Fue un fin de semana horrible. Cuando te pasa algo así hay un sufrimiento físico. Es la diferencia a cuando empatizas con el dolor ajeno. Cuando lo estás viviendo en primera persona no es solo mental y emocional, te duele la tripa, te pica la cabeza, te sudan las manos. Es todo físico y muy real. Además, a la pena y la incredulidad se le suma el hecho de que la vida sigue. Tienes que seguir comiendo, duchándote, ves gente riendo, ves chicas rubias parecidas a tu cuñada con bebés en brazos… En esa época fui consciente de verdad de lo que era la muerte, y es una puta mierda.

miércoles, 13 de enero de 2016

El Niño y su vida académica 2.0

He observado que el Niño ya no da tanto juego en el blog, como hacía un año o dos. Por una parte es posible que esté menos atenta a sus ocurrencias y que tenga menos tiempo de escribirlas. Pero en gran parte es porque está madurando, snif. Son once años ya los que ha hecho en diciembre, y eso, por muy turulo que sea la criatura, se nota.

El caso es que anoche hizo una de las suyas, uno de sus momentos gloriosos en los que te quedas con la duda de si el chaval es demasiado listo o justamente todo lo contrario. Casualmente me entero de que tiene que hacer un trabajo de Antonio Machado y le ha pedido al padre que le traiga impreso lo que ponen en la wikipedia al respecto. Cuál es mi sorpresa cuando veo que el pavo iba a grapar lo que le traía el padre y ese era su trabajo. Con un par. Le explico que tiene que hacer él el trabajo, aunque se base en lo que haya encontrado.

Pero el Niño, que no daba crédito con mis argumentaciones, me dice:

"A ver mamá, ¡que NO LO PILLAS!, que exactamente el MISMO trabajo que me han pedido ya está hecho en internet, ¿para qué lo voy a hacer yo otra vez???".

De cajón. Cejas para arriba y para abajo.

Yo no lo pillo y él lo pilla demasiado, ese es el problema.

Se lo comento a mi hermana, demasiado fan del Niño, y esta es su respuesta: El es un tío práctico, de eso no hay duda. Qué sentido tiene copiar lo que ya está escrito si lo va a hacer pensando en la evolución de su pokemon Ratzs y tampoco se va a enterar mucho de lo que copia… jodo! Pues lo grapo y ahorramos tiempo. Listo es M., no te preocupes, que eso a un empanao ni se le ocurre”.

Muy tranquila no me quedo, pero en fin, es lo que hay, tendré que seguir vigilante para interceptar este tipo de ideítas del Niño.

Esto me ha traído a la memoria cuando le hicieron su primer examen. Tenía todavía cinco años, porque cumple en diciembre, estaba en primero de primaria, y ese año le tocó una profe que les dio caña como si les estuviera preparando para registradores. Se supone que no se hacen este tipo de pruebas hasta tercero, pero ella empezó desde el principio para que se fuesen preparando, me ahorro aquí mis opiniones al respecto porque monopolizarían la entrada. En resumen: esos primeros meses para el crío fueron traumáticos, salía del cole llorando diciendo: conmigo se ha cometido un errorrrr, yo todavía tengo que seguir en infantiiiiillllll. En fin, corramos un tupido velo sobre esos dolorosos recuerdos y vamos al grano de la anecdotilla.

 El caso es que vino con un diez de nota en el examen, yo le felicité muy contenta (y sorprendida también, es justo reconocerlo, porque ya por aquel entonces yo había intuido que no tenía un empollón en casa). Y el Niño me contesta con una sonrisa de oreja a oreja:

-          Gracias mami, es que tengo un truquito para sacar diez

-          ¿Qué truquito? – pregunté sin querer saber, de estas veces que preguntas y que a la vez piensas, pero pa qué pregunto con lo feliz que se vive ignorante –

-          Pues muy fácil, me dejo el libro en la cajonera, y lo saco así por debajo para ir copiando lo que pregunten en el examen.

 

Y ese fue el principio. Ahí me di cuenta de que me esperaba una vida académica con mi hijo que sería de todo, menos aburrida. Tuve una visión, y tal cual oye, no me desvié ni un pelo.

sábado, 9 de enero de 2016

Maldito frío


Maldito frío, que harta estoy de ti.
Todos los cansinos fans del invierno venga a lloriquear: buaaa, que este invierno no hace frío, buaaaa, que quiero llevar bufanda y tal. Pues ale, tomad frío, cansinos.

Cierto es que estaba siendo un invierno moderado, pero aun así hacía para ir en cazadora y calcetines gordos que parece que es lo que les mola a los fans de invernalia.
Yo es que no le veo el punto a necesitar abrigo, guantes, gorro, botas, para poder salir a por el pan. Que se le quitan a una las ganas de tener ganas, joder.

Cuatro de enero, tras pasar siete días en el paraíso canario, vuelvo a madrugar para ir a la oficina. Salgo de casa acorazada con el abrigo de borreguito, la bufanda, el bolso en bandolera porque si no con tanta ropa se cae. Viento del carajo, frío y llovizna. ¿De verdad que hay gente que prefiere esto a un cálido clima de 25 grados?. No me entra en la cabeza.
Llego al metro y me tengo que empezar a quitar ropa para no cocerme dentro. Genial, ir cargando con todo el arsenal anti-frio, para en 10 minutos volvérmelos a poner. Una cruz.

Aparte de las incomodidades descritas, está el tema de los catarros y gripes. Llego a la oficina y me saluda un compañero moqueando que pretende darme dos besos para felicitarme el año. Que rulen los virus, sí señor. Toda la mañana entre toses del personal.
Y qué decir de los planes tan apetecibles de invierno. Puedes quedarte en tu casa con infusión y manta. También puedes ir a casa de amigos o familia. También puede meterte en un refugio con calefacción. Ajá, planazos. Está bien, se puede esquiar, pero es que a mí no me mola esquiar.

Con frío los paseos serán breves, no como cuando el clima ayuda y puedes pasear, correr, sentarte a leer un libro en una hamaca, cenar en una terraza. Días cálido y con mucha luz hasta tarde, eso es lo que yo deseo. Ponerme vestidos de tirantes y sandalias. Y no esta merda de invierno que no termina nunca, con sus virus, sus ropas pesadas y las horas claustrofóbicas metidos en casa.
Y no me digáis que en invierno también se pueden hacer cosas al aire libre, porque lo se, y las hacemos, pero son mucho más breves. Hemos ido al tenis y hemos vuelto ligeritos a casa con las manos y narices heladas. No es ese relax de ir y no saber a qué hora vas a volver porque puedes enredarte, decidir quedarte a comer en la terraza o en el picnic. Pa picnics está ahora Madrid.

Tú solo compara la cantidad de gente que tienes en actividades al aire en Copenhague y en Tenerife sur. Igualito.
Maldito frío.

miércoles, 6 de enero de 2016

Feliz Año Nuevo y Feliz día de Reyes

Entrada escrita ayer por la tarde, pero me olvidé de publicar...


Ahora mismo me pilláis con un jet lag de órdago. Ya se que la diferencia horaria con canarias es de una hora, pero también cuenta la diferencia térmica de más de 10 grados, la diferencia de calidad de vida, y la diferencia de vacacionear a currar. Lo que yo os diga: jet lag mortal.
Os cuento que a pesar del poco entusiasmo con el que me metí en las navidades, el resultado ha sido satisfactorio para todos menos para mi báscula.
Mucha comida, mucha familia, muchas compras, mucho de todo.
En Noche Buena vino mi familia a casa, cenamos estupendamente: entrantes varios, ibéricos, langostinos y pastel de carne. El día de Navidad a casa de mis padres a comer el tradicional pavo relleno y ensaladilla, que mi madre hace solo una vez al año pero le sale de muerte.
El día 26 partimos rumbo a Tenerife Sur, donde nos reunimos con los padres de mi marido, su hermano, mujer e hijos, y con la hija de la hermana que falleció va a hacer siete años.
Hemos tenido una temperatura buenísima toda la semana, hemos ido a la playa, a pasear, a la piscina, al Siam Park y al Jungle Park. Los primos, seis en total, se lo han pasado bomba. La pequeñita se adaptó al ritmo vacaciones canarias rápidamente. Se levantaba tarde, se acostaba tarde por la noche, comía a la vez que los demás… Excepto por el cambio de pañales y las siestas que se echaba en su sillita, en lo demás, ha sido una más. No sabe nada la tía. Incluso en Noche Vieja aguantó despierta hasta las uvas, y porque la llevamos al cuarto a dormir, que yo creo que por ella se había quedado con todos bailando y dándole duro al cotillón.
La pega es que un par de días antes de la vuelta empezó con unos moquetes, que aún siguen dando lata. Como nunca se pone mala no estoy acostumbrada a estas molestias propias de tener un bebé acatarrado. Esta tarde la llevaré al pediatra a confirmar que es algo leve, como parece. Hasta la fecha solo la he llevado a las revisiones estipuladas por el calendario de vacunaciones, pero hoy toca para pasar mañana los Reyes tranquilos.
Esta noche son los Reyes Magos, aunque los dos mayores ya saben de su existencia lo viven con muchísima emoción. Sobre todo el Niño, que nos ha dicho cien veces que no quiere oír nada de compras ni similar, porque él cree en la magia de la Navidad aunque sepa lo que hay, pero que nos comportemos como si no. Típico de él.
 La Niña por su parte, ha comprado un detalle para cada uno de nosotros. Ya lo hizo el año pasado sin que yo me enterase, le pedía a M. que le comprara cosas que ella previamente había seleccionado. Fue muy emocionante cuando nos levantamos por la mañana y cada uno teníamos un paquetito perfectamente envuelto con una dedicatoria de “los Reyes” escrita con la letra de L. Hay que ser muy re-bonita para que con 11 años, gastes tus ahorros en hacer de reina maga sin que tu familia se entere, pero es que ella es así de linda.
 
 FELIZ AÑO NUEVO